— Eh, míster simpático habla correcto.

— De acuerdo: Joven Yoon tiene usted muy mala habilidad en el arte del baile de salones.

Gesticulo un ¿complacido? y la respuesta me la dan sus ojos hartos de mí actitud.

— Tendrías que haber visto la cara de tú padre; si no fuera una tradición los hubiera parado allí mismo. Y tú madre tuvo que obligarse a cerrar la boca y mejorar su expresión.

Pauso para reír. Aunque al instante agrego:

— Es solo una observación... los respeto mucho.

— No, sí... sí que los vi –su tono devela que ahora comienza de veras nuestra conversación–. ¿Sabes? Cuando hablamos de ellos y te digo que soy la vergüenza de los Yoon... es cierto. Y aunque no lo admito, también es verdad que les doy motivos para hacerme a un lado... como hoy.

Da otro trago al champán que sujeta, mientras inhalo para subirle los sumos.

— Eh, no eres tan malo –empiezo–. Hablas como si todo el tiempo te equivocaras y no es así solo eres un poco rebelde, hiperactivo y divertido. Yo te admiro... si fueras un aburrido como yo tal vez ni fuéramos amigos. Eso sí que sería una pena.

La meta que persigo es levantar esa autoestima que siempre decae a causa de sus padres. Funciona, pero no por la tangente que esperaba.

— ¡Entonces lo admites, que eres un aburrido! –susurra regodeándose a sus anchas.

— ¿Es en serio? Te digo algo lindo y sales con esto –mi palma abierta lo señala abismado y doy un tic al ojo derecho–. Dime donde conseguiste esa copa porque necesitaré más de una para soportarte.

— No puedes genio: tienes diecisiete.

— Sabes que te odio por presumir de adulto conmigo. Solo me llevas un año... genio.

Le recuerdo medio cansado de sus juegos contra mi persona, aunque no podría vivir sin ellos. ¿Con quién discutiría entonces?

— Me amas y no puedes evitarlo, soy el sol que ilumina tus días –guiña un ojo tras acabar su frase como si fuera una chica.

Acto seguido, toma otro sorbo de su copa para restregármelo en la cara.

— Eso significa que te queda un año, más o menos, donde tendrás que soportarme sin beber ni una copa.

Su sonrisa de "otra vez más obtuve una victoria a mi favor", es captada por mí para, en cuestión de segundos, reírnos hipócritamente. Damos así la imagen de que hablamos tonterías y estamos de acuerdo respecto al tema en concreto.

— Dime ¿Esas cursilerías del sol se las dices a tus conquistas de Musa?

— No. Esas me las reservo para ti.

Su puño choca mi pectoral en gesto confidencial.

— ¿No tienes remedio, ¿verdad?

— Tú lo has dicho; además me lo repiten a diario. Es mi piropo favorito... por eso, en un ataque de locura mis progenitores decidieron que enviarme a estudiar medicina a Musa traería ese remedio.

— Espera ¡¿Qué!? –estoy confundido– ¿No fuiste tú quien comunicó a todos la decisión de ir allá por tener los mejores centros médicos y campos de cultivo medicinales? –recuerdo sus palabras, recuerdo lo que dijo.

— Mentira –me responde alargando la palabra–. Vaya se me acabó –dice para sí de mala gana.

— Bien, porque te quiero lúcido.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Место, где живут истории. Откройте их для себя