2_Secuestro y Abandono (Anahí)

Start from the beginning
                                    

Más bien, realicé una deducción mental y se la comenté:

— ¿Papi?

— ¿Qué pasa cariño, en qué piensas?

— Es que yo debería ser la niña de un ojo y mi hermano el niño del otro ojo ¿No? ¿Porque a él también lo quieres, ¿verdad?

— Claro –rio atónito ante mi planteamiento– Amir será el niño de mi otro ojo. Ven aquí princesa.

Nos dirigimos hacia el salón habilitado dentro de la mansión en donde celebraríamos el quinto cumpleaños de mi hermanito Amir. Era él a quien mamá quería. En realidad, lo amaba tanto que a veces parecía algo obsesiva con la presencia del niño, su presentación en sociedad, sus modales, gestos, palabras. Lo cierto es que era bastante asfixiante intentar ser un humano perfecto a los cinco años, sin embargo, ella no lo notaba en absoluto, ni Amir se quejaba. Quizá por eso, en efecto mi hermanito si fuera un modelo de niño.

Ambos atravesaron la puerta principal: ella usaba un vestido rojo que cubría su cuello en forma de diamante. Se veía realmente linda y con orgullo sostenía la manito del pequeño Amir, quien manifestaba timidez ante tanta persona desconocida dentro del salón. O tal vez sí los conocía, pero no era capaz de recordarlos. Entonces me vio y agitó su manito libre haciendo un saludo al que le respondí. Conociéndolo, bien podía develar que él estaba ansioso por llegar a mi sitio, pero no fue así. Tanto mamá como él, avanzaron por salón: se detenían cada pocos pasos para saludar o recoger algún regalo para Amir. Mi padre también hablaba absorto con algunos amigos. Por esa razón me encontraba sola en mi mesa asignada, bebiendo jugo de naranja.

En un instante volteé y vi al pequeño Amir sentándose junto a mí.

— Hola Azi. ¿Te gusta mi cumple?

— ¿Te gusta a ti? –le cuestioné.

— Mamá la organizó así que está bien –se encogió de hombros, luego me miró al tiempo que mordía su labio inferior– pero ¡hay muchos adultos! –se quejó alzando la voz al unísono de sus manos.

— Te entiendo, quisieras una fiesta con muchos niños y que vinieran payasos lindos con sus malabares. Tener juegos ¡y una piñata!

— ¡Con muchos dulces de chocolates! ¡También un gran pastel! Y globos.

— ¡Sí, muchos dulces y gominolas! Por otra parte, ¡juegos inefables para saltar y rebotar!

La emoción nos arrodilló en nuestros asientos entretanto planeábamos esa fiesta idílica. Tanta palabrería de los adultos resultó secundaria cuando ambos nos veíamos de frente y apretábamos las manos como si fuésemos a realizar alguna invocación. Si bien reíamos, lo nuestro no eran carcajadas. Había algo mágico; más no fantasioso, sino genuino en nuestras sonrisas de niños soñadores. Eso éramos.

Soñar nos daba la escapatoria de nuestras realidades para habitar por instantes en un mundo perfecto. Donde los niños pusiéramos las reglas y las disfrutáramos con inocencia. Sin que existiera la diferencia, ni el favoritismo; en donde nos amaran sin peros, no por lo que poseyéramos: fuera un título, apellido, o mansión. Que los habitantes de nuestro mundo se amaran porque sí, porque es la manera más sana de vivir: servir y amar al prójimo. Así sería el mundo perfecto, pero no vivíamos en él.

— Tú al menos tienes fiesta. Yo solo voy a tomar helado con papá o hacer otra cosa en mi cumpleaños.

Mi lamento me hizo acomodarme otra vez sobre la silla. Amir imitó el acto. Era lo más inteligente a hacer, al menos por mi parte. Pues, si mamá reparaba en nosotros, la culpa de que Amir estuviera en aquella posición caería sobre mí.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Where stories live. Discover now