Capítulo 43

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Tres días después, Manuel decidió tener esa conversación con su padre, pero le costó dar el paso. No fue hasta que su madre se ausentó para hacer algunos recados y se vio a solas con él en la casa que decidió tomar el toro por los cuernos. Fue directo hacia el patio, donde el mayor estaba arreglando algunas de las macetas que tenían.

—Tenemos que hablar.

José se incorporó y giró para mirar a su hijo. Limpió las manos sobre su pantalón oscuro, el que usaba para ese tipo de cosas, y luego dio unas cuantas palmadas para terminar de sacudirlas.

—¿Pasa algo, hijo?

Su padre siempre fue un ejemplo a seguir para él, pero desde que Valeria le contó sobre sus sospechas no podía mirarlo de la misma manera. Desvió la mirada hasta la maceta que tenía detrás el hombre canoso.

—Quiero preguntarte algo, pero, por favor, limítate a responderme con la verdad y a no hablar de esto con nadie. No quiero que terceras personas sufran por lo que hablemos ahora.

—Sabía que este día llegaría... —Suspiró.

—¿Mamá sabe que le fuiste infiel con su cuñada? —preguntó Manuel, directo.

José, aturdido, abrió un poco más los ojos, pero su gesto volvió a serenarse en una fracción de segundo, impidiendo que su hijo se diera cuenta de su reacción.

—No, no lo sabe —respondió al cabo de unos segundos—. Nunca fui capaz de decírselo, no quería que sufriera por culpa de mi insensatez.

—¿Por qué lo hiciste, papá? —le recriminó, escupiendo la última palabra.

—No lo sé, supongo que me dejé llevar... Había algo en Carmen que me atrajo desde el primer momento, pero no podía fijarme en ella. Yo estaba casado, estoy casado —corrigió—, y ella era la novia de mi hermano. Era prohibida para mí e intenté resistirme a mis instintos sobre todo, pero al final no pude evitar caer. Y una vez que caes es difícil no continuar, no dejarse llevar, no avanzar más...

—¿Te acostaste con ella? —Aunque le costaba, hizo la pregunta con tono relajado.

José lo observó durante unos instantes, pero la mirada de Manuel lo apremiaba a que diera una respuesta. Una que fuera sincera.

—Sí.

—¿Por qué coño lo hiciste? —gritó, entre hastiado y decepcionado.

La puerta de entrada al patio se abrió y tras ella apareció Fuensanta. Manuel se dio la vuelta al ver que su padre desviaba los ojos hacia allí y contempló, horrorizado, el rostro compungido de su madre.


···


Por la tarde, León y Valeria se encontraban en la habitación de la chica. Paco estaba durmiendo la siesta en su dormitorio y se oían los ronquidos incluso a través de la puerta cerrada. Ella no dejaba de pensar en el tema que ocupaba su mente: ¿cómo podían ser hermanos si apenas compartían rasgos comunes? Y después estaba la chica con la que había empezado a salir su primo...

—Estoy aquí, Valeria. —León la trajo a la realidad, donde solo estaban ellos dos.

—Lo sé, pero me cuesta no darle vueltas una y otra vez a ese tema.

—¿Te refieres a la chica con la que está saliendo ahora o a lo otro...? —indagó.

—A las dos cosas. ¿Cómo puede estar haciendo eso? Aunque parezca que lo digo por mentirme a mí misma, sé que lo hace solo para molestarme. Vi cómo me miraba mientras la besaba a ella.

—Quizá piense que estás haciendo lo mismo conmigo.

—¿Tú crees?

—No confía mucho en mí, creo que eso ya lo sabes —comentó él en respuesta—. Si yo fuera él puede que también me comportara así, no lo sé.

—Lo dudo.

—Soy hombre, Val, y los hombres solemos ser unos idiotas. No puedes esperar mucho de nosotros.

—Pero ni tú ni él sois así... Aunque tampoco entiendo por qué hace eso. No solo me hace daño a mí, también se lo hace él.

—Quizá lo haga por eso... ¿Has pensado que quizá no quiere permitirse ser feliz si no es contigo? Quizá tú sí puedas ser feliz con otro, pero él creo que está bastante pillado por ti.

—De todas formas no hay nada que hacer si somos hermanos...

Valeria suspiró y bajó la mirada. León apoyó su mano sobre el mentón de ella e hizo que levantara la cabeza. Sus ojos se encontraron segundos después.

—¿Y si lo intentas conmigo? Pero de verdad. Me conoces, te conozco y creo podría funcionar. Solo nos queda probar si sentimos algo más...

Aunque él ya lo tenía claro. Desde que volvió a la vida de Valeria, algo dentro de él comenzó a crecer. No solo era el instinto de protegerla contra sus propios demonios, era algo más. No tendría otra oportunidad mejor, si ella se lo permitía, de comprobar si aquello que sentía era real.

—¿Qué me dices? —insistió.

Valeria abrió los ojos un poco más.

—¿Cómo piensas hacerlo? —quiso saber.

León se acercó un poco más a ella en la cama y acarició la mejilla femenina con la yema de los dedos. Estaba tanteando el terreno, comprobando que no se retiraría si decidía ir más allá. Acercó su rostro al de Valeria y quedó a escasa distancia de sus labios. Llevó la mano hacia ellos y pasó dos dedos por el contorno, provocando en ella un leve suspiro. La pelirroja, que no dejaba de contemplar los ojos azules de su amigo, entendió lo que quiso decir con su pregunta. Y se estremeció. Su cuerpo tembló ante la expectativa de los labios de León sobre los suyos.

—Lo que vayas a hacer, hazlo ya —demandó.

Él, que hasta ese momento se centró en mirar sus labios, levantó la mirada y vio en sus ojos una determinación inesperada. No insistió con preguntas tontas y terminó de salvar la distancia que separaba sus bocas. Valeria giró un poco su cuerpo y lo recibió con un ansia desconocida. León acarició su rostro y provocó en ella sensaciones que, aunque conocidas, eran diferentes a las experimentadas con Manuel. Rodeó a su amigo con los brazos y lo atrajo más, disfrutando de todas las sensaciones que invadían su cuerpo.

León no esperaba esa reacción en Valeria, mucho menos que su propio corazón se revolucionara mucho más con aquel beso. Hasta ese instante no supo cuáles eran sus sentimientos reales y todo en su interior fueron contradicciones. Por un lado deseaba iniciar esa nueva experiencia con ella, pero por otra sabía que las cosas no funcionarían sin necesidad de que un vidente lo predijera. Sin embargo, se permitió soñar un poco más, disfrutar de ese instante que era solo de ellos dos. «Besa jodidamente bien», pensó mientras sus manos recorrían la espalda de Valeria.

Una vez que se separaron, los dos se contemplaron en silencio mientras sus respiraciones agitadas poco a poco recuperaban el ritmo normal.

—Voy a ser completamente sincero.

—Adelante.

—Ha sido uno de los mejores besos que he experimentado —confesó con una sonrisa. Vio que Valeria iba a hablar, pero antes de eso agregó—: Tú no tienes que decirme nada ahora si no te sale. Entenderé que para ti no haya sido tan wow como lo ha sido para mí.

No le importó delatarse con esas últimas palabras, pero quería ser sincero con Valeria.

—Pero ¿y si lo ha sido? Es decir... Como es obvio no puedo comparar, pero no ha estado nada mal. Me ha hecho unas cosquillitas inesperadas.

Soltó una risita al decir lo último y se ruborizó, sintiéndose un poco tonta al instante.

—¿Y crees que sea suficiente para que podamos intentarlo?

—¿Me dejas que lo piense y te responda cuando tome una decisión?

León la rodeó con el brazo derecho y la acercó a su pecho. Besó su pelo y se mantuvo ahí durante unos segundos.

—Claro que sí, tómate el tiempo que necesites.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now