Capítulo 21

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No sabía cómo estaba trabajando con la mirada de su prima sobre él, no cuando las ganas de tocarla podían más que su voluntad de seguir en su tarea. Giró la cabeza y encontró a Valeria con la suya apoyada en la mano. Le observaba desde el sofá, embelesada. Volvió a centrarse en lo que estaba haciendo y, durante una hora más, ignoró que ella se encontraba allí para poder avanzar.

Cuando terminó, frotó su frente y el puente de la nariz antes de voltearse. Valeria se había quedado dormida sobre el sofá mientras esperaba. Sigiloso, se acercó a ella y, de cuclillas, retiró un mechón de pelo que caía por su rostro. Valeria arrugó la nariz y abrió los ojos encontrándose con aquella sorpresa agradable.

—Lo siento, no pretendía despertarte. ¿No has dormido bien esta noche?

La chica se incorporó, volviendo a sentarse.

—No pude —contestó.

—Si quieres contármelo...

Manuel no dejaba de contemplarla y eso la intimidaba.

—A veces sufro de insomnio... No es más que eso.

Manuel no dijo nada aunque sabía que había más que eso, él mismo no pudo hacerlo por las malditas ganas que le entraron de hacer mucho más con ella que bailar. Permaneció en el sitio y con sus ojos posados en ella mientras sus manos estaban posadas sobre los muslos de Valeria. Ella llevaba pantalones vaqueros, pero casi podía sentir lo ardiente que estaba su piel. Deseaba poder tocarla sin que los pantalones estorbaran. Abrió los labios y paseó su lengua por ellos; necesitaba que la sequedad desapareciera. Verla bajar la cabeza le hizo tragar saliva. Sus manos suaves se posaron sobre su barba y él cerró los ojos.

—No me hagas esto, Valeria.

Había vuelto a llamarla por su nombre completo después de tanto tiempo y ella se percató de eso.

—¿Qué estoy haciendo? —quiso saber, haciéndose la inocente.

A Manuel no le dio tiempo a responder porque ella terminó de acortar la distancia entre ellos para besar sus labios. Solo fue un pequeño roce antes de separarse lo mínimo de él, lo suficiente para poder ver los ojos de su primo.

—Estaba deseando besarte —dijo ella antes de sonreír.

—Pero así no...

—¿Entonces cómo?

Sabía perfectamente cómo, pero quería que él lo dijera.

—Así.

Manuel colocó su mano derecha sobre la mejilla de ella y la atrajo hacia él. Atrapó sus labios con los suyos y mordió suavemente el inferior. Aumentó la intensidad de su beso hasta que ambos tuvieron que separarse para respirar un poco. Valeria jadeó y eso le encendió aún más. Tragó saliva de nuevo.

—Te deseo, Valeria.

Otra vez volvió a llamarla así, aunque esa vez su nombre sonó diferente en los labios de él. Si el beso le había provocado tantas sensaciones distintas, que le dijera aquello fue lo que faltaba para que el cuerpo de la chica entrara en combustión. Ansiaba que Manuel la tocara y que ambos tomaran de la fruta prohibida.

—Si esto que sentimos es pecado... —empezó a decir ella—. Quiero que lo hagamos juntos.

Él la contempló sin decir nada y acarició el mentón de Valeria. Ella cerró los ojos.

—Túmbate.

La chica abrió los ojos y sin decir nada obedeció, aunque no fuera una orden. Su cuerpo se tensó al imaginar cuál sería el siguiente paso de su primo. Solo de imaginar que sus manos experimentadas la tocarían...

Sucumbir a lo prohibidoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon