Capítulo 13

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Al separarse tuvieron que recuperar el ritmo normal de la respiración. Cuando lo hicieron, el primero en hablar fue Manuel.

—¿Eso significa lo que creo que significa?

No era el momento de mostrar una actitud chulesca, como sí había hecho antes.

—Significa que, por más que quiera y por más que lo intente, ya no puedo hacer como si nada. ¿Crees que después de que nos besáramos la primera vez iba a poder comportarme contigo como si nada? —Valeria suspiró—. Hace días no entendía lo que me pasaba, pero ahora lo sé.

Manuel la atrajo hacia él de nuevo para abrazarla. Deseó que el tiempo se detuviera en ese instante y en ese lugar, donde solo estaban ellos dos y no tenían que preocuparse de nada más. Pero los minutos siguieron avanzando.

—Sigo pensando que está mal... —aclaró ella, aún en brazos de su primo—. Pero me gusta sentirme así. Quizá luego me arrepienta, o no, pero quiero ver hasta dónde nos lleva esto.

Manuel se separó un poco para contemplarla. Quería que ella viera sus ojos mientras hablaba.

—¿Crees que yo no pienso lo mismo? ¿Que no me atormento porque sé que esto está mal y aun así lo siento? Siento que me quemo con esa mirada inocente y esos labios que me tientan. Me pasaría las veinticuatro horas del día besándote si pudiera...

Valeria, que había estado escuchándole con atención, quedó prendada con sus palabras. Más allá de ellas, sabía que lo que había dicho era cierto. No habían podido vivir juntos durante muchos años, pero ambos se conocían bastante bien. De algo serviría mantener el contacto durante tanto tiempo.

—Ahora tendré que buscar más excusas para venir a verte. —Valeria sonrió.

—O yo para ir a tu casa... Aunque somos primos, no necesitamos inventar excusas tontas para vernos. Creo que nuestros padres no sospecharan nada si nuestras visitas aumentan.

—Ojalá... —Ella volvió a abrazarse a él mientras lo decía.


···


Cuando llegó a casa con su padre, se despidió de él con un beso en la mejilla y fue directa a su habitación. Cambió su ropa por el pijama y se metió en la cama con el móvil en la mano. Aún no asimilaba lo que había pasado, no era capaz. No obstante, lo peor era su mente, que no le daba tregua insistiendo en algo que ella ya sabía: estaba mal, muy mal, haberse dado esos besos con Manuel. Pero a la vez se sentía tan bien...

Necesitaba contárselo a alguien y por eso escribió a León.

» No sabes lo que me ha pasado...

Sin embargo, era muy tarde y él no respondió enseguida. Ni siquiera pasados unos minutos, por lo que tendría que esperar al día siguiente. Bloqueó la pantalla y soltó el móvil sobre la mesita, al lado de su cama. Su intención era quedarse dormida lo antes posible ya que el despertador estaba puesto a las once, pero no fue capaz. Solo podía recordar lo que había pasado y las ganas que tenía de que volviera a ocurrir.

Suspiró cuando una idea fugaz atravesó su mente.

—Está mal. Yo debo estar mal... —Ocultó el rostro bajo sus manos y cerró los ojos, conteniéndose para no derramar una sola lágrima.

Su imaginación se encargó de que eso no pasara poniendo la imagen de su primo frente a ella. Tenía los ojos cerrados y no podía tocarlo, pero era como tenerlo allí con ella. Tampoco era una locura, pues en cualquier momento eso podría hacerse realidad. Mientras tanto tendría que conformarse con imaginarle sobre ella a punto de besarla. Retiró las manos de su rostro y una de ellas fue directa hacia su intimidad acariciando cada zona de su cuerpo que rozaba.

No, aquello no estaba bien, pero mientras fuera ella quien se tocara no veía ningún problema en hacerlo.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now