Capítulo 35

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Carmen entró en la casa a toda prisa con los ojos llorosos, aunque aún no derramó ni una sola lágrima. Hizo lo posible por no cruzarse con nadie, pero se encontró con Manuel, que iba en dirección opuesta a la de ella. Le clavó la mirada unos instantes antes de seguir su camino, dejando desconcertado a su sobrino. Se encerró en el cuarto y cogió la maleta para colocarla sobre la cama hecha. Sollozó sin poder evitar que su cuerpo se sacudiera y sacó toda la ropa que guardó en uno de los armarios vacíos.

—No debí venir... —masculló—. ¡No debí!

Cerró los ojos con fuerza y las lágrimas comenzaron a fluir por su rostro de tal forma que, al abrirlos de nuevo su visión se tornó borrosa. Agarró varias prendas y las arrojó con fuerza sobre la maleta sin ningún cuidado. Deseaba con todas sus fuerzas marcharse sin despedirse de nadie. «Total, nadie me echará de menos...», se dijo a sí misma. Buscó su móvil en los bolsillos hasta que logró verlo encima de la mesita de noche. Corrió hacia allí y lo tomó entre sus manos. Buscó un contacto concreto y le dio a llamar sin pensar.

—Por favor... —pidió en un hilo de voz—. Ven a recogerme. Ya sabes dónde.


···


Manuel salió al patio y encontró a su prima de espaldas a él.

—Valeria. —Ella se giró nada más escucharlo—. Ven conmigo, quiero enseñarte algo.

Esbozó una pequeña sonrisa y la chica hizo lo mismo. Le siguió hasta la caseta y los dos entraron. Él cerró la puerta y se dirigió hacia su escritorio, donde tenía el ordenador suspendido.

—Ya tengo lista la página web, aunque aún tengo que ponerla pública para que la gente pueda verla. Quería que le echaras un vistazo antes de hacerlo... —explicó mientras ponía la contraseña y la pantalla volvía a su estado anterior.

Valeria se acercó a su primo y se mantuvo apoyada sobre su hombro y con el rostro muy cerca del masculino. Él maximizó la ventana del navegador y ella abrió los ojos del asombro. Habló tras echar un ligero vistazo a todo lo que Manuel le mostró.

—Te ha quedado fantástica. El diseño es bastante simple, pero llamativo y creo que es de fácil manejo para quienes no estén acostumbrados a comprar por internet.

Él volteó la cabeza para mirarla y se fijó en las pecas de su mejilla izquierda. Sus ojos permanecían sobre la pantalla, pero notó el nerviosismo en cada uno de los poros de su piel. Depositó un beso en esa zona y Valeria se giró para observarlo.

—Mi madre se va esta misma tarde —le informó, recordando su conversación anterior con ella—. Le he dejado claro que no es bien recibida en esta casa. Menos mal que entiende que es lo más coherente teniendo en cuenta que mi tío es hermano de mi padre y no de ella...

—Ya sabes como son mis padres... Jamás hablan mal de nadie, aunque en alguna ocasión se desahoguen. Sin embargo, con mi tía no lo han hecho nunca, ni siquiera delante de mí. En todo este tiempo no me han dicho una mala palabra sobre ella cuando estábamos solos, aunque yo sí que he tenido mis pensamientos... —explicó Manuel.

—¿Qué cosas pensabas sobre ella? —Acarició la mejilla de su primo.

—Cosas malas que prefiero no decirte.

—¿Alguna vez le has deseado algo malo? —indagó ella.

—¡No, por dios! —exclamó—. Eso nunca... Pero sí la he llegado a odiar. No sabes lo que ha sido tener que aguantar su mirada inquisitiva y su sondeo diario e incómodo para saber si me pillaba en alguna mentira.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now