Capítulo 8 | Parte 2

1.6K 177 87
                                    

Esa noche, sin embargo, la película la vieron en familia en el salón, lejos de la privacidad que les otorgaba el estudio de Manuel. Cuando comentaron en la cena sus planes tanto Fuensanta como José se unieron. Él se sintió un tanto decepcionado por no poder estar a solas con Valeria, pero sabía que era lo mejor para ambos. En las últimas horas había notado un pequeño cambio en la relación que mantenían y no quería que eso fuera a más. Así fue como durante dos horas estuvieron disfrutando de la película con los más mayores entre ellos dos. No obstante, cuando terminó ambos volvieron a quedarse a solas. Los padres de Manuel se despidieron para irse a dormir ya que solían levantarse temprano.

—Creo que también deberíamos irnos a dormir... —Valeria se levantó del sofá y se dispuso a caminar hacia la habitación.

Él la detuvo agarrándola por la muñeca.

—Espera, por favor. —Tiró suavemente hasta que estuvo de nuevo sentada a su lado—. ¿Por qué tanta prisa? ¿Te incomoda estar conmigo?

Valeria tragó saliva antes de enfrentarse a la mirada de su primo. Al girarse descubrió que sus ojos oscuros no dejaban de contemplarla.

—No me incomodas. —Pasó la lengua por sus labios sin saber qué decir con exactitud—. Solo estoy cansada.

—Mentira.

Permanecieron callados durante unos segundos, los suficientes para que él desviara la mirada al fin.

—Vete a dormir, anda.

Manuel le dedicó una sonrisa tras decir esas palabras y ella se la devolvió, un poco más tranquila. Volvió a levantarse, pero a la hora de mover sus piernas descubrió que no respondían. Inspiró hondo y soltó el aire varias veces. Él intentó no volver a mirarla porque no sabía, a esas alturas, cómo reaccionaría. En su interior luchaba por no hacerlo, por no caer en la propia provocación de su mente y dejar las cosas estar. Pero ¿y si no quería hacerlo?

—Buenas noches, Manu —se despidió ella.

Si deseaba hacer algo, tendría que hacerlo ya o perdería su oportunidad...

—Buenas noches, Val.


···


En la soledad que le proporcionaba la habitación, Valeria se cambió de ropa y se metió en la cama. Cogió el móvil de la mesita de noche y vio que tenía algunos mensajes. Los abrió uno a uno para responder antes de dormir. El primero era de su padre avisando que le quedaba poco para volver. Como si ella no lo supiera ya... El segundo era de su madre, que le preguntaba preocupada por qué no cogía las llamadas en casa. También respondió, indicando que la llamara al móvil porque estaba en casa de sus tíos. Y los últimos eran de alguien a quien no esperaba. Hacía mucho tiempo que no hablaba con él, en concreto desde que sus caminos se separaron al salir de la universidad. Y de eso ya hacía bastante tiempo.

» Valeria, he vuelto a España, el día que quieras podríamos vernos.

» La empresa en la que trabajo ya tiene una sede aquí y me han trasladado. ¿No te parece una noticia estupenda? Vamos a poder estar más en contacto que antes...

Como añadido le había enviado una foto para que ella viera que no mentía. Se había hecho una foto en un bar de carretera en una de las tantas paradas que habría tenido que hacer. Reconoció al instante ese lugar, habían parado también allí en una de sus escapadas de fin de curso.

Empezó a teclear para responder a sus mensajes.

» Ahora mismo estoy en mi pueblo y no sé cuándo voy a volver. Si la cosa se alarga es posible que me busque un trabajo por aquí... Aún no lo sé. Si quieres te doy la dirección y vienes a verme cuando puedas.

Para su sorpresa, recibió respuesta antes de lo esperado.

» Está bien, pásame la ubicación. En cuanto me establezca y pille unas merecidas vacaciones me tendrás por allí.

Valeria buscó la ubicación de su pueblo y la mandó al que había sido su mejor amigo en la universidad. Quizá lo seguía siendo, pero tendría que comprobarlo con el pasar de los días. Le deseó buenas noches, silenció su móvil y lo soltó sobre la mesita. Esa noche no tardó mucho en quedarse dormida.

Sucumbir a lo prohibidoOnde histórias criam vida. Descubra agora