Capítulo 32

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Llegaron a la ciudad y León aparcó la moto en un sitio habilitado para ese tipo de vehículos. Guardó el casco de Valeria y el suyo lo colocó en su brazo izquierdo. Extendió el otro hacia su amiga y ella, con una sonrisa, se aferró a él.

—¿A dónde quiere ir la señorita?

—¿Qué tal adonde nos lleve el viento?

Él la observó con una sonrisa.

—Pues que el viento guíe nuestros pasos.

Caminaron sin rumbo fijo durante gran parte del tiempo. Valeria no se dio cuenta, pero sus pasos llegaron hasta el parque en el que estuvo noches atrás con su primo. Descansaron en un banco y ella se fijó en lo diferente que estaba en ese instante. Algunas personas mayores paseaban por la zona y los pocos niños que jugaban en los columpios eran vigilados por sus madres, sentadas en los bancos cercanos. Valeria exhaló el aire que sin querer había empezado a retener.

León no dejó de admirar su cabello pelirrojo y las pecas que era capaz de ver desde su posición. Le habría gustado acariciar su mejilla, contar cada uno de esos pequeños lunares y perderse en su mirada clara, pero era consciente de lo raro que le parecería si lo hiciera. Dejó el casco entre los dos y sacó el paquete de tabaco del bolsillo. Hizo lo mismo con el mechero, que estaba en el mismo lugar que la cajetilla, y tras sacar uno de los cigarros se lo llevó a la boca para encenderlo. El ruido del encendedor llamó la atención de Valeria, que se giró para observarlo.

—¿Has vuelto a fumar? —cuestionó.

—Solo cuando estoy nervioso.

—¿Y ahora lo estás?

—Un poco... —respondió y fijó su mirada en sus deportivas.

Valeria tomó su mano y le quitó el mechero. Hizo lo mismo con el cigarro, retirándolo de los labios de su amigo.

—No sé si te pasa algo que deba saber, pero no deberías refugiarte en el tabaco —comentó con la esperanza de que él no se molestara por sus acciones.

Volvió a posar sus ojos en ella y lejos de reprocharle, sonrió.

—Sé que hace tiempo prometí que no volvería a hacerlo, que dejaría este vicio, pero hace poco volví a caer en él —confesó, pero no fue capaz de mencionar el principal motivo que le había llevado a hacerlo de nuevo.

—Mientras estés conmigo me gustaría que no lo hicieras.

León no supo cómo tomarse aquello, si como una petición o una orden indirecta. La sintió como una madre y eso le entristeció por un momento. A su mente llegaron recuerdos de un tiempo lejano, anterior a la muerte de la suya, y tuvo que luchar contra sus ganas de llorar. Tragó saliva con cierta dificultad antes de volver a hablar.

—Por ti lo que sea.

Cogió sus cosas de las manos de Valeria y las guardó en los bolsillos de su pantalón. Tras hacerlo, contempló a su amiga, que desvió su mirada hacia otro lado, y no pasó desapercibido para él la expresión nostálgica, casi melancólica, de su rostro.

—¿Estás triste por lo que me contaste anoche?

—Sí, para qué te voy a mentir... —respondió con un nudo en la garganta.

—Entonces tendré que quitarte esa tristeza de alguna forma. ¿Qué te parece si te invito a tomar algo? ¿Conoces algún sitio que esté bien?

Valeria esbozó una sonrisa amplia antes de levantarse del banco con decisión. Él la imitó, contento de verla un poco más animada, y la siguió en cuanto ella empezó a caminar.


···


Manuel se reunió con Margarita tras llamarla para quedar con ella. De nuevo fue en moto y la recogió en su casa. Le ofreció el otro casco que siempre tenía guardado en el pequeño maletero y ella, tras ponérselo, se sentó detrás de él y se aferró a su cuerpo con fuerza. Él condujo hasta la ciudad y la llevó a la cafetería a la que llevó a Valeria. Aparcó cerca en un sitio libre que encontró entre dos coches y, tras asegurar la moto y guardar los cascos, los dos caminaron hacia la entrada del lugar. El lugar era tan coqueto como siempre, aunque echó de menos estar allí con Valeria. Marga se dio cuenta enseguida del gesto triste de su amigo y le acarició la barbilla.

—¿Pasa algo, mi bello? —Él la miró a los ojos, pero no dijo nada así que ella aprovechó para volver a hablar—: ¿Es por esa chica?

Manuel asintió.

—Y por todo, en realidad. No sabes cuánto deseo que mi tía se vaya de mi casa...

Lo que más le pesaba, sin embargo, era no poder reunirse tanto con Valeria como antes. Por si fuera poco para él, su amigo había vuelto y él no sabía por cuánto tiempo.

Agarró la mano de su amiga, la que sostenía su barbilla, por la muñeca y la condujo hasta una de las mesas. Solo unas tres mesas más estaban ocupadas y, al fijarse un poco más, vio que su prima y León estaban sentados. Frunció el ceño y apretó uno de los puños con rabia. Lo único en lo que pensaba era en que quería ser quien estuviera con ella en ese momento.

—¿Qué vas a querer?

—Un té rojo, por favor.

Manuel se acercó a la barra para pedir las bebidas y allí se encontró con su prima, que hizo lo mismo para pedir las de ella y León.

—No esperaba verte por aquí —comentó con una sonrisa.

Él la observó con una expresión seria y antes de decir nada hizo su pedido.

—Yo tampoco esperaba verte aquí. —Pero en el fondo mentía.

—¿Has venido con alguien?

—Sí, con la amiga que te comenté la otra vez. ¿Quieres que te la presente?

—No, de hecho he venido con León.

—Sí, ya os he visto... —Apretó la mandíbula.

Cuando Valeria recibió su pequeña bandeja con las bebidas, la vio alejarse con paso lento y seguro para no derramar nada. Sonrió y en cuanto tuvo la suya preparada, se la llevó a su mesa.

—¿Quién era esa chica? —preguntó Marga cuando volvió.

—Es mi prima Valeria, ha venido con un amigo a tomarse algo.

—¿Por qué no la invitas a nuestra mesa?

—Preferiría que no...

Manuel cogió su vaso de café bombón y bebió un gran trago. No quitó su mirada de la lejana, pero cercana a la vez, mesa en la que estaban Valeria y León. La vio reírse a carcajadas y, aunque quiso apartar sus ojos de la escena, no fue capaz de centrar su atención en Margarita. Ella le observó mientras se bebía su té y no pudo evitar intuir qué era lo que realmente le sucedía a su amigo. Por mucho que él quisiera ocultarlo, era inevitable que ella se diera cuenta de que algo no iba bien entre Valeria y Manuel.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now