38. Nueva vida

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Espero, con el auricular pegado al oído, a que alguien responda a mi llamada pero parece que nadie va a hacerlo, que tendré que intentarlo más tarde. Aparto ligeramente el auricular, dispuesta a colgar pero se escucha de pronto una voz al otro lado, un leve y tímido "¿Sí?" que hace que me mantenga alerta y devuelva el auricular a su sitio. Me recoloco en el sillón de mimbre antes de responder.

—¿Macarena? ¿Eres tú?

—Sí, soy yo. ¿Quién es?

—¡Macarena! ¡Soy yo, Blanca! Ya pensaba que no lo ibas a coger...

—¡Blanca! ¡Pero qué alegría escucharte! Perdóname pero estaba con Sergio en el jardín y no he podido llegar antes...¡Ay, Blanca, qué ilusión! ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo?

—Por aquí todo bien, sin novedades...Te llamo para que sepas que no me olvido, que hoy es tu cumpleaños, que me lo chivó Sergio.

Escucho su risa al otro lado. Sé que no esperaba que la llamara para eso precisamente, y sé de sobra que no le gusta que le recuerden que es el día de su cumpleaños pero tenía que hacerlo, solo porque este año no estamos juntas para celebrarlo, como suele ser habitual con Macarena, con un café que se alarga horas y horas, que empieza hablando de trabajo y termina lamentándonos por lo solas que estamos. O estábamos.

—¡Muchas gracias, querida! Pero mi aniversario fue ayer—vuelvo a escuchar su risa mucho más clara y sincera. La alarga tanto que hace que yo sonría.

Llevo mis manos hasta mi frente y la recorro con la yema de los dedos. No puede ser. Odio que me pasen estas cosas. Una vergüenza digna de una adolescente se apodera de mí e imagino a Macarena al otro lado, sentándose en el brazo del sofá y riendo con ganas como pocas veces lo hace. Cierro los ojos y sonrío apretando mis labios.

—¡Cuánto lo siento!

—Tranquila mujer, eso es el desfase horario. Quizás ahí siga siendo mi aniversario.

—Pues igual sí...—río tímida.

—Blanca...¿has llamado por otra cosa, verdad? ¿Va todo bien por ahí? Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea...

—¿Qué? ¡No! Aquí va todo genial. Vamos, no me puedo quejar. Bueno de una cosa si me voy a quejar...os echo de menos, a ti, a Carmen...

—¿Cuando va Carmen a verte?

—Ojalá lo supiera...siempre tiene mucho trabajo...a veces creo que me está devolviendo todo lo que yo le hice hace años. Y lo entendería, eh, porque fui una madre espantosa, nunca estaba para ella cuando me necesitaba, siempre tenía trabajo...

—No digas eso, mujer. Seguro que en menos de lo que imaginas la tienes ahí.

Sonrío a medias, sin ganas. Suspiro y apoyo mi cabeza en el sillón de mimbre. Miro al frente, los árboles del jardín se mecen despacio, tranquilos, por la leve brisa que llega hasta mi y revolotea algunos mechones de mi pelo. Cierro los ojos pero sigo con el auricular pegado al oído.

—¿Macarena? ¿Sigues ahí?

—Claro que sigo aquí.

—Dime, ¿tú crees que hice bien en venirme? A veces tengo la sensación de que fue una locura.

—¡Por supuesto que hiciste bien! Hemos trabajado mucho, tú la que más. Ya va siendo hora de que tras los éxitos te relajes un poco.

Suspiro algo irónica aunque sé que lleva razón. Vuelvo a sentir como se revolotea mi pelo pero esta vez no es el viento, son unos dedos que lo acarician con cuidado, llegando hasta mi cuello. Siento como las yemas de los dedos me acarician y se me eriza la piel. A las suaves caricias las siguen unos cortos besos que hacen que me estremezca y sonría. Llevo la mano hasta el auricular y lo cubro, intentando que Macarena no escuche nada.

One shots!!Where stories live. Discover now