31. Reencuentros

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Blanca entra en el taller. Todo está en silencio y ella completamente sola. Suspira de un modo pesado. Al entrar, todos los recuerdos se van amontonando en su cabeza, aparecen recuerdos que incluso creía olvidados. Se recrea en ellos, le gusta hacerlo y ahora es justo el momento. Roza con la yema de sus dedos los vestidos que ahora lucen expuestos para la subasta de la tarde. No puede evitar emocionarse al ir recorriendo poco a poco el espacio que había sido su casa y su vida durante tantos años. Acaricia una de las máquinas de coses y toma aire. Tanto tiempo ahí y ahora ya no queda nada de ella entre esas cuatro paredes, es como si nunca las hubiese pisado, ahora todo es distinto y algo lejano a sus recuerdos. Qué injusto es el tiempo en ese aspecto y qué rápido olvidan los lugares a alguien que ya no está. Se detiene al escuchar unos pasos que provienen de la puerta de atrás.

-Disculpe, estoy buscando a Alberto Márquez.

Blanca se gira hacia quien ahora le habla. Es un hombre, viste de negro, con un abrigo largo y muy elegante. No puede verle el rostro, lo cubre un sombrero también negro, que al instante se quita, dejando ver sus ojos azules y profundos.

-¿Max?

Él le dedica una media sonrisa cómplice que ella le devuelve de un modo nervioso. ¿Es realmente él? ¿Cómo puede ser? Se gira del todo, colocándose al lado de uno de los vestidos.

-¿Qué estás haciendo aquí?

-He venido a comprar Velvet-. Lo dice con una tranquilidad abismal, cosa que a ella le sorprende.

-¿¡Cómo!?

-Como ya sabrás Velvet lo va a comprar un gran grupo de distribución-. Avanza hacia ella mientras se va desprendiendo de su abrigo-. Soy su representante para la firma.

Coloca su abrigo, velozmente doblado, sobre su antebrazo y llega hasta ella.

-¿Tú?

Asiente y sonríe ante su actitud dubitativa. Tiene muy claro que no le esperaba en absoluto y eso le da un punto de ventaja sobre ella que piensa aprovechar al máximo. Ella también avanza hacia él. Está mucho más nerviosa que él y se le nota, no puede esconderlo, no es capaz. No sabe muy bien qué decirle ni como reaccionar ante él.

-Hace tantos años que no sé nada de ti que...

-Yo sin embargo tenía la esperanza de volver a verte.

Quedan frente a frente, a escasos centímetros uno del otro. Blanca aguanta unos segundos la respiración. Ya no recordaba lo que era sentirse así frente a Max, ante sus palabras lanzadas de un modo tan directo que no sabía por donde salir más o menos airosa. Pero no la puede vencer el nerviosismo, no ahora. Lleva demasiado a sus espaldas como para dejarse vencer por él, por esos ojos azules y por esa voz susurrada. Reacciona.

-Me imagino que estarán esperándote para la firma. Aquí no es-. Se apodera de ella una risa nerviosa que a penas es capaz de controlar pero que a él le sabe casi a gloria, está preciosa así.

-Por eso he venido aquí. Me imaginaba que estarías en el taller.

Muerde los labios ligeramente. No puede apartar su vista de ella ni por un segundo, de sus labios carnosos, de sus ojos brillantes, de esa sonrisa tierna y nerviosa.

-Pero yo ya no...ya no trabajo aquí. Ya no estoy en Velvet...en el taller...quiero decir...-no puede apenas articular palabra cuando lo dice.

¿Por qué está nerviosa? ¿Por qué él la mira tan sereno? Eso hace que sus nervios se incrementen y odia cuando le pasa eso. Las palabras se traban en su boca y apenas puede decirlas con claridad. Niega mientras sonríe, intentando aclararse la mente y alejar los nervios de ella.

One shots!!Where stories live. Discover now