42. Una gala benéfica

312 7 8
                                    

Sábado. Una calurosa tarde de junio. Sevilla. En un ático cualquiera de un edificio de cinco plantas en el centro de la ciudad suena Stupid Cupid a todo volumen desde un tocadiscos situado en el salón del apartamento.

—¡Blanca! ¡Baja eso por favor! ¡Estoy trabajando!

Blanca sale de la habitación a medio vestir mientras se termina de poner el pendiente en su oreja derecha.

—Voy...voy...hay que ver lo cascarrabias que estás últimamente...y deja eso ya, es sábado por la tarde y en nada nos vamos. Sabes que Macarena nos está esperando.

—Y tú sabes que necesito terminarlo cuanto antes. Es muy importante.

Blanca tuerce los labios y baja el volumen del tocadiscos. Mira a Max desde la distancia que le confiere el salón. Sonríe al verle completamente absorbido por los papeles y el sonido rápido y metálico de las teclas de la máquina de escribir. Decide acercarse a él, lenta, cautelosa, midiendo sus pasos con tremenda exactitud. Alcanza la mesa y se apoya en ella, inclinándose sobre la máquina de escribir, ocultándole todo el campo de visión a Max, que se ve obligado a detener su escritura.

—Blanca...

Max eleva la vista para observar directamente los pechos de Blanca, que se asoman ligeramente, sobresaliendo del body negro de encaje que cubre su cuerpo.

—No me hagas esto...

Blanca sonríe con malicia y rodea la mesa, colocándose al lado de Max, apoyando sus glúteos sobre el borde de la mesa.

—Venga, deja eso ya...dedicame cinco minutos y después nos vamos.

—¿Cinco minutos? Pides muy poco...—sonríe Max mientras teclea con velocidad y recoloca sus gafas redondas y brillantemente nuevas.

—Tal y como estamos últimamente cinco minutos me parecen una eternidad... 

Max se detiene y la mira. La observa con atención, con mucha más de la que le había prestado antes y muerde su labio inferior, bajando ligeramente sus gafas hasta la punta de la nariz. Solo lleva el body de encaje, ceñido al cuerpo, sin tirantes, apretando sus muslos y sus pechos, va completamente maquillada y el pelo ondulado, libre y algo salvaje. Se aparta ligeramente de la mesa, dejando el espacio suficiente para que Blanca pueda sentarse sobre sus muslos.

—Lo siento...he tenido mucho trabajo. Y con el traslado aquí a Sevilla no ha sido fácil. Seguirte ha sido toda una aventura.

—Claro, porque todo el mundo sabe que Sevilla está en medio del desierto del Sáhara o del Amazonas, perdido de la mano de Dios, vamos—. Ríe, irónica.

Se recoloca en los muslos de Max, abriendo las piernas y sentándose sobre su regazo. Mira de frente la máquina de escribir y lee atenta.

Por lo cual el comprador, Maximiliano Expósito, se compromete en un plazo de un par de minutos como máximo a besar a la interesada, presente en esta firma, Blanca Soto...

Ya te gustaría a ti que pusiera eso—ríe Max mientras rodea su cintura con los brazos y la acerca a él, apartando su pelo hacia un lado y besando su cuello de un modo lento.

—Oh, espera, que pone más cosas...el comprador se compromete además a dedicarle más tiempo a la interesada que a su trabajo...

Eso te prometo que lo cumpliré.

—Pues podrías empezar ahora mismo...—sonríe Blanca pícara mientras voltea ligeramente su rostro y mira a Max de reojo.

—Podría...

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 20, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

One shots!!Where stories live. Discover now