5. ¿Y esto? (Parte 2)

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Terminada aquella cena que bailó durante horas entre la seducción, la tensión y la simple amistad, Blanca se puso en pie. Max la miró un tanto extraño, no sabía muy bien que era lo que pretendía hacer. Ella dejó atrás su sitio y se acercó a Max, haciendo un poco de espacio y sentándose en su regazo.

-Gracias por esto...-le susurró Blanca al oído

Max sonrió. Sabía que había acertado con aquella loca idea de preparar una cena en el tejado. La envolvió con sus brazos y la pegó más a su cuerpo.

-Te mereces esto y más...
-¿Ah sí? ¿Qué más?-preguntó Blanca pícara
-Bueno...déjame pensar...

Max se acercó a su rostro y dejó un beso rápido sobre sus labios, al que siguió uno mucho más pasional. Mordió ligeramente el labio inferior de Blanca y con su lengua la obligó a abrir la boca. La exploró por completo. Sus manos, espías, empezaron a recorrer las piernas de ella, llegando hasta los muslos e introduciéndose por su falda hasta alcanzar su entrepierna.

Blanca empezó a sentir como su excitación iba en aumento resultado de las caricias de Max, pero pronto le detuvo. Él la miró detenidamente a los ojos.

-¿Qué ocurre?
-No podemos hacerlo aquí...¿y si viene alguien?
-Tranquila, me he encargado de eso...

Max se incorporó, haciendo que ella se levantara también. Sacó una pequeña llave del bolsillo y cerró la puerta. Blanca se cruzó de brazos.

-Dime que no la has robado
-La he cogido prestada...
-O sea que sabías que iba a pasar algo más aquí arriba aparte de una cena
-Puede...contigo nunca se sabe...pero he venido preparado eso es todo...
-Ya, y ¿dónde pretendes que...?

Max sonrió. Se dirigió hasta una de las esquinas y sacó un par de mantas. Las extendió en el suelo, lo suficiente como para que abarcaran sus cuerpos. Se tumbó poca arriba y miró a Blanca, pícaro. Ella se dirigió hasta él y se tumbó a su lado.

-¿A que nunca te habías detenido a mirar las estrellas?
-La verdad es que no...
-Yo lo hacía de pequeño...me escapaba al mar y desde allí las observaba...
-Me temo que en mi vida no tengo nada tan poético como eso
-Bueno, lo estás teniendo ahora
-¿Por qué haces esto?
-Porque una vez entendí que ibas a ser la mujer de mi vida aunque tú no quisieras me propuse que de algún modo y en algún momento conseguiría hacerte feliz...
-Por eso eres tan detallista conmigo...
-Supongo que me gusta verte feliz, me gusta verte sonreír y que sea por algo que he hecho yo
-Max...cuando dejaste las galerías...¿dónde fuiste?
-No he salido de Madrid en estos 8 años...no podía irme de aquí sin ti...

Blanca dibujó una media sonrisa en su rostro. Le gustaba esa sinceridad que tenía siempre Max. Él no tenía miedo a decir lo que pensaba, él nunca escondía sus sentimientos como ella tantas veces había hecho. En el fondo eran tan diferentes y a la vez tan parecidos.

Ella se incorporó levemente, subió su falda hasta la altura de la cintura y se sentó sobre los muslos de Max. Empezó a desabrochar su camisa y a acariciar su pecho con la yema de los dedos mientras movía sus caderas alrededor de la entrepierna de Max y su mano derecha poco a poco iba acariciando sus muslos. 

-Blanca...-susurró Max con un hilo de voz cercano a un gemido de placer

Le estaba volviendo ya loco tenerla así. Ni siquiera se había quitado las medias pero aquel control y aquellos movimientos sobre él le estaban sacando de su cordura. Blanca se percató de aquello y, sin dejar de moverse, fue desabrochando el cinturón y los pantalones de Max.

-Blanca...esto no tendría que ser así...

Ella se inclinó sobre su pecho y se acercó a su oído, mordiendole el lóbulo de la oreja. Max aprovechó la situación para envolver su cintura y girarla, quedando él encima. La miró a los ojos. No había pasión ni rabia en aquella mirada, más bien se distinguía una opción de reto entre los dos.

Max llevó sus manos hasta las medias de Blanca y las retiró por completo. Empezó a besar sus piernas, desde los tobillos hasta los muslos. Blanca se agarró a su pelo, sabía lo que Max iba a hacer en cuestión de segundos. Sintió una sensación fría en su entrepierna. La lengua de Max ahora jugaba a su antojo con ella. Se mordió el labio inferior y cerró los ojos mientras apretaba cada vez con más fuerza el pelo de Max. Gimió repetidas veces mientras gritaba su nombre de un modo entrecortado.

De pronto Max se detuvo. Blanca abrió los ojos y buscó su mirada.

-¿Qué ocurre?

Max sonrió pícaro y no dijo nada. Fue hasta la mesa y sacó lo que a Blanca de lejos le pareció una botella de champán.

-¿Y para qué me traes eso ahora?

La pregunta volvió a quedar en el aire. Max abrió la botella sin demasiados problemas y llegó hasta ella de nuevo.

-Tumbate
-Ni se te ocurra...Max...no...
-Vamos...¿no querías algo poético?
-Lo que creo que estás pensando no es nada poético...
-Te va a encantar...

Max dejó la botella a un lado y Blanca se tumbó. Ni siquiera sabía porque se estaba prestando a aquello aunque tampoco estaba segura de lo que Max iba a hacer. En el fondo la situación la excitaba.

Max empezó a desabrocharle la camisa y el sujetador, que no tardó en arrojar a un lado, al igual que la falda y el resto de su ropa interior. Cogió la botella y dejó caer un par de gotas sobre el vientre de ella.

-Está frío...

Max la miró con deseo y lamió de su vientre aquel par de gotas de champán. Blanca jadeó al sentir aquella combinación extraña sobre su piel. Le resultaba placentera. Max arrojó un poco más de champán, esta vez sobre sus pechos y repitió la acción, mordiendo sensualmente sus pezones. Blanca gimió de nuevo. No podía continuar con aquello, necesitaba sentir a Max.

-Max...por favor...

Max sabía que ahora la tenía a su merced y aquello le gustaba. Estaba donde él quería ya que se había propuesto hacerla disfrutar en aquel día especial para ella. Dejó la botella y cogió sus muslos entre las manos, separando ligeramente sus piernas. La invadió por completo. Blanca mordió sus labios y abrió ligeramente su boca mientras se agarraba con fuerza al borde de aquella manta de cuadros.

Max se inclinó sobre ella y besó su cuello mientras sus manos se entrelazaban.

-¿Te ha gustado mi regalo?
-Me está gustando...-susurró Blanca de un modo sensual

Max sonrió y la besó. Blanca pudo sentir aún en sus labios los restos amargos del champán que momentos antes había estado sobre su piel. Sus muslos empezaron a temblar y su vientre a colapsarse. Max no redujo su ritmo sino que más bien lo incrementó.

-¡Max!
-Grita más

Blanca gimió con fuerza. Clavó sus uñas en los antebrazos de Max y le miró fijamente a los ojos, que ardían con una pasión descontrolada. Él empezó a sentir muy cerca su punto de clímax. Blanca cerró los ojos y apretó las piernas en el momento en que sintió a Max desvanecerse. Agotado cayó sobre su pecho mientras ella dejaba escapar un último jadeo en un vano intento de recobrar el aliento. Le miró a los ojos de nuevo.

-Gracias por este regalo...ha sido el mejor que me han hecho en muchos años...
-Gracias a ti por inspirarme a hacer estas locuras...


One shots!!Where stories live. Discover now