33. Cállate y disfruta

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Una habitación oscura sin puertas ni ventanas. Nosotras en el centro, completamente desnudas, mirándonos con amor. Amor puro, de ese que te calienta las entrañas cuando lo sientes. Clavé mis uñas en el centro de mi pecho y noté como se me desgarró lentamente la piel. No dolía. Miré hacia abajo un segundo antes de volver a mirarla a los ojos para ver mi corazón desbocado. Natalia alargó su mano para tocar mi corazón con cuidado, como si se fuera a romper en un simple roce. Cerré los ojos esperando escuchar el sonido de los trocitos tocar el suelo cuando se rompiera. Pero no sucedió. Ahí estaba Natalia con mi pequeño corazón en sus grandes manos. Limpio, en perfecto estado, sin heridas. Natalia besó todas y cada una de sus partes. Le estaba entregando todo lo que soy sin pedir nada a cambio. No había vuelta atrás. La morena metió su mano en su pecho y sacó el suyo. Magullado, lleno de heridas y tiritas a medio pegar. Le faltaban algunos trozos y me prometí a mí misma que no solo lo cuidaría, sino que lo arreglaría hasta dejarlo tan impecable como el mío. Lo abracé contra mí llenándole de amor y Natalia cerró los ojos sintiéndolo.

No había vuelta atrás. Nunca volveríamos a ser las mismas después de esto y éramos plenamente conscientes de ellos.






Anoche nos dormimos más tarde de lo previsto. La luna fue testigo de nuestras sonrisas cómplices, miradas sinceras, caricias recíprocas y besos compartidos en la oscuridad de la noche. Nos abrazamos durante horas sin quitar la conexión de nuestras miradas. Nadie dijo nada, pero no hacía falta. Ya habíamos hablado suficiente. No hicimos el amor, ni follamos, pero estuvimos más conectadas que nunca. Y eso era mejor que cualquier orgasmo.

Me levanto lo más delicadamente posible para no despertar a mi chica y cojo su camiseta que cubre hasta la mitad del muslo. "Mi chica", qué bien suena. Entro silbando a la cocina y me asusto al ver a mi hermana allí.

- ¿Qué haces tú levantada tan pronto?

- Me dolía la cabeza.

- ¿Y mamá?

- Comprando. – La cara de zombie que lleva hace que amplíe mi sonrisa, ya de por sí enorme.

Me río por sus respuestas escuetas y su maquillaje corrido. Cojo el exprimidor y parto un par de naranjas. La máquina empieza a funcionar haciendo bastante ruido y Marina se lleva las manos a los oídos mientras cierra los ojos con fuerza.

- ¿Mucha resaca? – Grito por encima del ruido soltando una carcajada.

- Ya estarás tú con resaca y te la devolveré, ya... - Se levanta para irse al salón con un bol de cereales con leche en una mano y un ibuprofeno en la otra.

- Marina. – La llamo. - ¿Podrías desayunar hoy en el porche? – Me muerdo el labio de la vergüenza.

- ¿En el porche por qué? – Levanto las cejas y la miro esperando a que pille la indirecta. – Ah, vale, que vais a follar. – Levanta el dedo pulgar en mi dirección y yo me llevo las manos a la cara. – Estaré en el porche hasta nuevo aviso, tata. – Me encamino de nuevo a la cocina, pero su voz me frena. - ¡Alba! ¿Y si viene la Rafi, qué hago? ¿La obligo a quedarse aquí o la cuento lo que estáis haciendo? – Suelto una carcajada.

- Ni se te ocurra. – Me acaricio la barbilla pensando en algo rápido hasta que caigo. – Pega un portazo así fuerte.

- Dale duro. - Mi hermana vuelve a levantar el pulgar y desaparece por la puerta.

Después de unos minutos, acabo con el desayuno y lo pongo todo en una bandeja. Espero que aún no se haya despertado. Subo lentamente los escalones sin perder de vista la bandeja. Lo último que me faltaba es que se me cayera todo ahora.

Natalia sigue en la misma posición cuando entro a la habitación y sonrío. Es que está tan mona durmiendo...

Dejo la bandeja con cuidado en la mesilla y me tumbo a su lado. Me aferro a su cintura acercando su cuerpo al mío sin abrir los ojos. El olor a vainilla es intenso. Estoy segura de que, aunque abriese la ventana durante un mes entero no se iría. Hasta yo huelo a ella. Parece tranquila mientras duerme. Acaricio su mejilla y ella, aún con los ojos cerrados, hace un ruidito mientras busca en mi mano un poco más de contacto. Debo de estar soñando, porque es imposible que Natalia sea real. Por un momento pienso que está despierta porque sube la comisura de los labios, antes abrir ligeramente la boca y seguir durmiendo.

Secretos InconfesablesWhere stories live. Discover now