11. A las 10

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Llevamos ya la mitad del cuatrimestre y los profesores nos empiezan a enterrar con trabajos antes de los exámenes. Intento complementar como puedo el estudio con trabajo, pero cada día acabo más exhausta que el anterior.

Estoy en la barra del bar sirviendo bebidas, mayormente refrescos y cerveza. Hoy a mi hermana la toca librar, así que estoy con Lucía, otra chica que se encarga de la terraza. Serán las 7 de la tarde cuando veo que nadie parece necesitarme en la barra, así que entro al almacén a reponer las cámaras frigoríficas e ir adelantando trabajo. Llevo ya un par de viajes hechos cuando la campana de la puerta suena indicando que ha entrado un cliente nuevo al bar. Levanto la vista y me quedo de piedra.

Un hombre y Natalia vestidos con uniformes de policía vienen hacia la barra mientras conversan. Me arreglo rápidamente el pelo un poco porque debo ser un cuadro justo antes de que Natalia se fije en mí. El traje le queda como un guante. Me muero el labio inconscientemente mientras sonrío. ¡Joder con la poli! Definitivamente si Natalia hubiese estado vestida así la semana pasada en mi cocina, me hubiera tirado a su cuello y la noche hubiera acabado de manera muy diferente a como lo hizo.

Desde aquel día en el que quedamos todos en mi piso no hemos vuelto a vernos ni hablar. No sé muy bien como iniciar una conversación después de lo que pasó y supongo que ella tampoco ya que ninguna ha intentado hacerlo. Tampoco sé como se siente ella con todo lo que ocurrió. Solo sé que a mí me gustó y en ocasiones mi mente imagina como hubiese sido ese beso y lo que hubiera pasado después. ¿Besará bien? Por supuesto que sí. Esta chica tiene pinta de hacerlo todo bien. Y con todo me refiero a TODO.

- ¡Buenos días, agentes! ¿Qué les pongo? – Veo a Natalia reírse por el apelativo que he usado.

- Yo quiero una Coca-Cola – Dice apoyándose en la barra - ¿Y tú, Pablo? – Su compañero es más o menos de su altura, quizás un poco más alto. Cuando se quitan la gorra descubro que está completamente rapado y el traje también le queda muy bien, pero no tanto como a Natalia. ¿Los harán a medida?

- Ponme una cerveza, por fa.

- Estamos de servicio, tío – Natalia le regaña.

- Hostia, es verdad, pues una Coca-Cola, venga.

Por alguna razón siento que ese chico se llevaría muy bien con María. A simple vista parece que tienen personalidades similares.

Estoy concentrada preparando lo que me han pedido, pero aún así puedo notar la mirada de Natalia en mi nuca. Me giro con los vasos para echarles hielos y la miro. Natalia, rápidamente levanta su mirada de mi culo a mis ojos, para después mirar hacia otro lado avergonzada y yo me río porque la acabo de pillar mirándome el culo y no me lo esperaba para nada. No la juzgo, estos pantalones ajustados la verdad es que me quedan genial.

- Aquí tenéis, chicos – Ambos me sonríen y antes de que pueda meterme en el almacén de nuevo, Natalia llama mi atención.

- Oye, Alba – Me vuelvo a acerca a ellos.

- Dime – Me hace gestos para que me acerque más a ella. Yo me apoyo un poco más en la barra con dificultades por mi estatura y asiento para que hable.

- ¿A que hora sales? – Natalia me mira la boca y después los ojos. La pregunta me pilla tan de sorpresa que no sé ni qué contestar. Creo que está tonteando conmigo y eso me gusta. Ambas sonreímos.

La campana de la puerta vuelve a sonar cuando estoy a punto de contestar y como si fuera un resorte me separo de la barra. Parece que siempre que algo está justo a punto de suceder entre Natalia y yo, alguien aparece. Miro la puerta para maldecir a quien sea que ha entrado y veo a María dirigiéndose hacia mí. Qué oportuna la Mari.

Secretos InconfesablesWhere stories live. Discover now