2. ¿Un mal día?

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Dejo las llaves en el bol de siempre y cierro la puerta cuando llego a casa. Estoy exhausta y eso que solo son las once y media de la mañana.

- ¡Coño! Llegas súper pronto. ¿No ha ido el profe o qué? – María, mi compañera de piso, está sentada en el sofá con el portátil encima de sus piernas. La miro con el ceño fruncido y tiro el móvil a la mesa mientras me dejo caer a su lado. – Bueno... ¿un mal día?

- ¿Un mal día? Un mal día es cuando llueve y no llevas paraguas, Mari. Esto ha sido un día horrible. – Me llevo el cojín a la cara. María me lo quita e insiste en que se lo cuente.

Le cuento todo del tirón. Desde lo del metro, haciendo un breve parón para recomendarle que se cambie esa mierda de aplicación que funciona mal, hasta los vaciles de la subnormal del taller. Pasando por un intento fallido de convencer a mi profesor para dejarme entrar en plena práctica después de haber llegado nada más y nada menos que una hora tarde. Todo mal.

- ¿Y tú que has hecho?

- Sacarle el dedo del medio. – María se levanta llevándose las manos a la cabeza.

- ¿¡Qué!? Te has pasado, Alba... Yo creo que de aquí a nada viene la poli a detenerte, ¿eh? – Su sarcasmo y su exageración hacen que me ría y la tire el cojín el cual intenta esquivar sin éxito.

- ¿Y qué querías que hiciese?

- Llevar el DNI encima, por ejemplo. – Me reprocha.

- Otra con el DNI... - Me levanto para irme a mi habitación, pero me frena rodeándome con sus brazos.

- Era broma – Dice mientras se ríe. – Mira, mañana vamos y recogemos tu coche y ya está. Lo pasado, pasado está. – Me separo de ella para mirar a mi amiga a los ojos.

- Pero me acompañas, ¿no? – Hago un puchero para tratar de convencerla y parece que funciona.

- Vale – Responde alargando dramáticamente la "a" – Pero, me invitas a cerveza. – Asiento – Litros y litros de cerveza – Me río y vuelvo a asentir.

No sé que sería de mí sin la Mari. Desde que me mudé a Madrid hace ya dos años para empezar a la carrera nos hemos vuelto inseparables y agradezco todos los días por haber encontrado el anuncio de alquiler pululando por Internet.

- Bueno, tengo buenas noticias. – María enarca una ceja y yo automáticamente sé lo que eso significa. Me dirijo a la cocina a por un poco de agua

- ¿Dónde va a ser la fiesta esta vez? – Oigo su risa desde el salón. Lo sabía.

- Me ha dicho Miki que este sábado van a ir a la discoteca a celebrar nuestros últimos momentos de libertad antes de empezar el TFG. - Miki y María van a la misma clase de la universidad. Es su último año a pesar de que yo aún estoy en segundo por la diferencia de edad. La verdad es que, aunque no voy a su clase, siempre me acogen en sus fiestas y tenemos bastante confianza entre todos. Es un grupo bastante variado, pero son majísimos y entre todos, nos complementamos bastante bien. Me apetece irme un rato de fiesta y despejarme un poco al fin. – Vamos a ir al Cuenca Club. – María se levanta de un salto y empieza a perrear en medio del salón. Yo suelto una carcajada.

- Pues como siempre. Si no vamos a otra discoteca. – Me quejo más por picarla que por otra cosa. Ella niega con la cabeza.

- Pero Miki dice que se lo está diciendo a un montón de gente. O sea, vamos a ser como un millón. Te apuntas, ¿no?

- Pues claro. – Bebo un trago de agua.

- Anda y a ver si follas o algo que estás amargada, tía – Abro los ojos sorprendida y lanzo un chorro de agua en su dirección. María, con el pijama empapado, me mira incrédula.

- Te vas a cagar, Reche. – Salto del sofá huyendo de ella mientras nos reímos.

Qué sería de mí sin ella.

Secretos InconfesablesWhere stories live. Discover now