52. 60 días sin ti I

1K 116 9
                                    

Alba

Día 5.

Es la primera semana que no sé nada de ti.

También es la quinta vez que intento deshacer la maleta desde que volvimos de Almería, pero siempre que la abro y veo tu camiseta, la vuelvo a cerrar. Tal vez por miedo a recordar todo lo que hemos vivido. Aunque lo nuestro no fue fácil, me quedo con todo lo bueno. Mentiría si dijera que no he querido llamarte, pero me freno en cuanto veo tu nombre en la pantalla de mi móvil.

Por fin te abriste a mí y lo agradeceré siempre, pero necesito tiempo para pensar si puedo perdonarte todo el dolor que me causaste. Ojalá el tiempo muerto hubiese sido para siempre. Ojalá hubieses hecho las cosas de manera diferente.

Me está costando estar sin ti más de lo que yo pensaba. Supongo que una parte de mí sabía que esto tenía que pasar. Que lo nuestro no funcionaría.

Me encantaría saber cómo estás. ¿Qué estarás haciendo?

Día 12.

Pensaba que a medida que pasaran los días, toda la angustia que siento iría disminuyendo pero me equivocaba. Se me está haciendo cuesta arriba no verte. No sentir tus manos sobre mí. No tener mis manos alrededor de tu cuello.

Estoy perdida sin ti. No me encuentro si no estás.

Hace apenas unos días deshice la maleta y vi tu camiseta otra vez. Esa que sabes que tanto me gusta para dormir. Quiero pensar que la metiste en mi maleta a propósito para acordarme de ti. Me he permitido el lujo de dormir con ella puesta para sentirte más cerca. Lo que no sabes es que no me hace falta una camiseta para tenerte en mi mente. Tan solo con cerrar los ojos, me sirve. Te imagino sonriendo tumbada en mi cama tapándote con las sábanas después de hacer el amor y haciendo uno de tus comentarios subidos de tono que sabes que me ponen nerviosa.

¿Y tú? ¿Te estarás acordando de mí?

Día 16.

Duele.

Me arde el pecho sin parar, todos los días a todas horas. He intentado dormir, pero es imposible. Al principio pensaba que era porque lo hacía con tu camiseta y tu olor por toda la habitación era tan embriagador que no me permitía conciliar el sueño. Así que me la quité, la guardé en lo más profundo de un cajón y lo intenté de nuevo. No funcionó y ahí me di cuenta de que un simple trozo de tela no era suficiente.

Te quiero a ti. Conmigo.

Día 23.

Hoy he empezado la universidad y a la primera persona que he querido contárselo es a ti. Sabes lo nerviosa que me pone empezar el curso. Echo de menos tus chistes malos. Esos que utilizas cuando quieres tranquilizarme para después dejar un beso en mis labios.

María me ha preguntado si quería salir con nuestros amigos, pero he declinado la oferta porque eso te incluye a ti. Quiero verte, pero al mismo tiempo tengo miedo de hacerlo. Lo sé. Es un poco contradictorio y cobarde por mi parte. La he preguntado que qué tal lo ha pasado cuando ha vuelto y sus respuestas eran escuetas. Así que he supuesto que has ido y me ha dado un vuelco al corazón solo de pensarlo.

Sé que me quieres, pero puede que no me quisieras tanto como yo creía. ¿Dónde quedaron todas esas promesas de luchar por nosotras? ¿Por qué no me llamas? Te echo de menos.

Día 30.

Hoy he quedado con nuestros amigos y no estabas. Parece que nos estamos poniendo de acuerdo para no vernos y lo agradezco. Hace unos días que he dejado de llorar por las noches recordando lo que fuimos e imaginando lo que pudo y no fue. Estaba tan enfadada cuando he llegado a casa que he marcado tu número y te he llamado. A la mierda el orgullo. A la mierda la dignidad.

Era de madrugada, pero tenía tanta rabia y tanto alcohol en el cuerpo que ni siquiera me fijé. Quería gritarte y decirte lo cabreada que estoy. No solo estoy enfadada contigo, sino conmigo también. Por no luchar. Por no intentarlo.

No lo has cogido. Ni esa ni las otras 5 veces que te he llamado. Te llamo una séptima vez, pero nada.

Sé que fui yo la que dejó lo nuestro, pero fuiste tú la que lo echaste todo por la borda. Aun así, aquí me tienes, llamándote como una desesperada intentando arreglar lo que destruimos y no eres capaz de coger el puto teléfono.

7 llamadas perdidas. 7 oportunidades perdidas. He llegado a mi límite.

Día 39.

He vuelto a quedar con nuestros amigos y de nuevo no estabas. Ellos piensan que no me he dado cuenta de que evitan hablar de ti cuando yo estoy delante. No les digo nada, pero me he dado cuenta y les doy las gracias en silencio. No quiero saber nada más de ti. Lo teníamos todo y se ha quedado en nada.

Esa misma noche me sorprende ver tu nombre iluminando la pantalla del móvil. Por fin te has dignado a llamar. Dudo en si cogerte la llamada, pero no tengo nada que decirte. Ya no. Estos días han sido horribles y tú has decidido devolverme las llamada nada más y nada menos que 9 días después. ¿Más vale tarde que nunca? Y una mierda.

Vuelves a llamarme y apago el móvil.

Llegas 9 días tarde, Natalia.

Día 44.

Pensaba que había aprendido a vivir sin ti. Con esto no quiero decir que te haya olvidado. Creo que me queda mucho para llegar a ese punto, pero tu recuerdo ya no duele tanto.

Estaba estudiando concentrada en un trabajo que tengo que entregar la semana que viene. Ha sonado una canción y me he acordado de ti. Eso es lo que me ha hecho darme cuenta de que no sé vivir sin ti, simplemente sobrevivo sin ti. No me queda más remedio que hacerlo.

Día 51.

Hacía mucho que no te pasabas por mi cabeza. Tan solo ha hecho falta una foto. Una sola foto, para que volvieses a ella de nuevo. Luego he visto otra y otra y he estado así por horas. Me ha sorprendido, pero no he sentido tristeza. No he sentido un nudo en el estómago cuando he visto nuestras fotos como en días anteriores. Simplemente no he sentido absolutamente nada y eso me ha hecho darme cuenta de que voy por buen camino. Estoy empezando a olvidarte.

Día 59.

Hoy he hecho una locura. Me he cortado el pelo, pero no como siempre. Ahora lo tengo muy muy corto. En cuanto he visto mi reflejo en el espejo he pensado que te gustaría. No solo ha cambiado mi pelo. La palidez de mi rostro ha desaparecido. Mis mejillas por fin tenían su color natural y mis ojos estaban llenos de brillo. Parecía feliz. Bueno, soy parcialmente feliz y me conformo con eso.

Las cosas han cambiado mucho ahora que no estás. Han cambiado para bien. Las noches ya no son tan tristes como antes. Los días no son tan nostálgicos. Mi cabeza está mucho más despejada ahora. Estoy viviendo mi vida como lo hacía antes. Sin ti.

Día 60.

Estoy bien. Dos palabras que son fáciles de decir, pero muy difíciles de sentir. Dos meses más tarde puedo decir con la cabeza bien alta que estoy bien.

Dos meses llenos de lágrimas y dolor, de enfado y rabia, pero también de reflexión. He pensado mucho y he llegado a la conclusión de que no te guardo ningún rencor. Ya no. Ya no tengo miedo de doblar las esquinas por si te encuentro. Ya no siento esa necesidad imperiosa de llamarte con cada buena noticia que recibo. Ya no siento dolor cuando veo nuestras fotos o escucho tu canción favorita en la radio. Ya no.

Nos quisimos mucho y fue precioso, pero no suficiente. La culpa no fue tuya, tampoco fue mía. Simplemente no pudo ser. No te deseo ningún mal.

Espero que cuando te encuentres, vuelvas a casa.

Secretos InconfesablesWhere stories live. Discover now