14. ¡Lo sabía!

2.5K 152 0
                                    

Ha pasado un año aproximadamente desde que aprendí o más bien desde que empecé a controlar mis habilidades. Ha sido un viaje bastante duro, pero el hecho de pensar que cada día estoy más lejos de dañar a alguien me reconforta.

Es cierto que desde que estoy en el Cuerpo Nacional de Policía he aprendido a hacer más cosas. He descubierto que puedo disparar sin apretar el gatillo o reducir la fuerza de mi oponente en una lucha cuerpo a cuerpo. El otro día estábamos Pablo y yo persiguiendo a un joven que habíamos pillado robando en una tienda de ropa e hice que se tropezara con sus propios pies. Obviamente le pillamos y por primera vez desde que descubrí mis habilidades me sentí bastante orgullosa de lo que puedo llegar a hacer. Incluso he llegado a pensar que puedo llegar a ayudar a alguien de algún modo utilizándolas lo cual era impensable hace unos meses atrás.

Me levanto de la cama y reviso mi habitación. Suspiro cansada al darme cuenta de que varios de los libros que tengo en las estanterías están tirados en el suelo. Si bien es cierto que he mejorado notablemente mis destrezas de control, la mayoría de las noches, con las pesadillas, tiro sin querer varios objetos de la habitación. Algunas veces la lámpara, otras los libros o cuadros que tengo colgados y otras algunas cosas que tengo puestas en el escritorio. Siempre que Marta me pregunta por los ruidos a altas horas de la madrugada yo le echo la culpa a nuestro vecino del piso de arriba. Desde entonces, Marta le mira mal cada vez que nos cruzamos con él en el portal, pobrecillo. Cuando estoy despierta, sobria y tranquila no tengo ningún problema en controlarme, pero cuando llega la noche y me pongo a dormir no sé muy bien qué puedo llegar a hacer y eso me desconcierta. Recuerdo que cuando salía con Alicia, una de las cosas que más me gustaba era despertarme por las mañana a su lado después de dormir todas las noches juntas y con solo pensar que no podré volver a hacerlo con otra persona, me parte el corazón. Pero no puedo hacer nada y obviamente la seguridad de las personas va por encima de todas las ganas que tenga de dormir con alguien. Sonrío amargamente mientras recojo los libros del suelo limpiándolos de polvo para después colocarlos en su sitio. ¿Algún día podré controlarme también cuando estoy durmiendo?




Estos días han sido bastante extraños. Después de como acabaron las cosas con Natalia no sé muy bien cómo actuar. Mi percepción sobre ella ha cambiado completamente y ahora ha pasado de caerme tremendamente bien a que sea una persona más del grupo.

No me ha hablado para recuperar su chupa de cuero y yo tampoco he hecho el intento de devolvérsela, al principio por el enfado que tenía y ahora por la vergüenza de que haya pasado más de una semana.

El hecho de no poder contarle a nadie lo que pasó entre Natalia y yo ha hecho que tenga que batallar con mis pensamientos sobre ello y no me ha venido para nada bien. Normalmente soy una persona que cuenta casi todo lo que le pasa, ya sea a María, a mi familia o incluso a mi gata cuando estaba sola con ella cuando vivía en Elche. María me ha notado bastante rara estos últimos días y no poder contarla el por qué, me hace sentir culpable así que empiezo a planteármelo. Sé que me arrepentiré porque María puede llegar a ser muy pesada cuando quiere, pero puede que sea lo mejor para mí y sobre todo para mi salud mental.

Hoy cuando he llegado de trabajar esta tarde, me he encerrado en mi habitación con los cascos y la música a tope. Estoy escuchando "When we where young" de la maravillosa Adele a todo volumen cuando veo la puerta de mi habitación abrirse. María se sienta en mi cama y yo me quito los cascos.

- Alba... ¿estás bien? Llevas todo el día aquí.

- Sí, sí, no te preocupes. – Finjo una sonrisa.

Le quito toda la importancia que puedo. No estoy así solo por lo que sucedió con Natalia. Eso solo fue la gota que colmó el vaso. Lo cierto es que estoy bastante agobiada con la carrera y el trabajo, tanto que no tengo tiempo para mí y el no poder dedicar tiempo para ti es una mierda. Estar conociendo a Natalia me estaba dando un pequeño respiro que no sabía que necesitaba y ahora que vuelvo a mi rutina de mierda, siento que me ahogo.

Secretos InconfesablesOnde as histórias ganham vida. Descobre agora