9. Aquí... y ahora

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Me levanto de la cama alterada por la pesadilla que acabo de tener. Esta vez había hecho daño a una persona sin rostro y acababa igual que todas, tirada en el suelo, ensangrentada y muerta.

Suspiro cansada y decido levantarme al baño a refrescarme un poco la cara. Me miro en el espejo y veo que tengo unas ojeras prominentes. Hace tiempo desde que pasó aquel incidente que no consigo dormir del tirón. Me pregunto si algún día podré dormir más de 4 horas seguidas sin pesadillas u objetos que se caen de la estantería en mitad de la noche.

Intento no hacer mucho ruido al volver a mi cuarto yendo de puntillas para no despertar a mi reciente compañera de piso. Encontré el anuncio de Marta hará unas semanas y hace dos días que estaba viviendo con ella. La verdad es que he tenido bastante suerte porque parece muy maja y espero que cuando cojamos un poco de confianza podamos ser amigas. "O la mates," mi conciencia se abre paso por mi mente y yo la empujo al fondo de esta. No tengo tiempo para tonterías. El solo hecho de pensar que yo pueda tener buena suerte en algo me hace reírme de mí misma.

Cuando vuelvo a la habitación y enciendo la luz. Son las 6 de la mañana y sé que voy a ser incapaz de dormirme además de que queda poco para tener que levantarme, así que decido hacer una prueba. Hasta ahora lo que sea que tengo ha sido incontrolable, pero si voy a tener que vivir toda mi vida con ello, podría empezar a... ¿controlarlo? He intentado buscar información por Internet sin mucho éxito. La primera vez que busqué "poderes sobrenaturales" en Google un sinfín de barbaridades salieron en la pantalla. La mayoría de ellos eran foros en los que un montón de personas recomendaban el psiquiátrico para tratar este tema. Puede que ir a un sitio así me ayude a saber lo que me pasa, pero el miedo siempre se apodera de mí con el simple hecho de pensarlo. Hace tiempo que dejé las investigaciones a un lado, así que ha llegado la hora de empezar la práctica.

Echo un vistazo a mi habitación en busca de algo con lo que poder comenzar. Recuerdo la noche en la que derribé una farola gigante y mis ojos se posan en la lámpara de mi habitación. La miro fijamente sin saber muy bien qué hacer. Juego con mis manos en señal de nerviosismo. Inspiro y expiro unas cuantas veces con los ojos cerrados. Cuando los abro, empiezo a concentrarme. Poco a poco, siento como todos mis sentidos están puestos en el objeto al que estoy mirando y es entonces cuando la luz de la lámpara se apaga. La miro estupefacta. Repito el procedimiento un par de veces más hasta que compruebo que no es casualidad, sino que soy yo la que apago su luz sin tocarla.

Pruebo esta vez con una botella de agua que está descansando en mi mesilla de noche. Repito el mismo proceso. Inspiro, expiro y me concentro. El tapón se desenrosca poco a poco hasta caer al suelo dejándome con la boca abierta de par en par. ¡Esto es increíble!

Enrosco el tapón de nuevo y vuelvo a concentrarme. Cuando estoy a punto de conseguirlo de nuevo, la alarma de mi móvil suena y me llevo un susto de muerte. El agua sale hacia arriba como si de un geiser se tratase para después caerse al suelo dejándolo todo perdido. Miro el suelo de mi habitación empapado y me coloco el pelo con frustración.

Esto va a ser más difícil de lo que pensaba.





Me estiro en el sofá y paro la serie de Netflix que aún sigue sonando en la televisión. No sé exactamente cuando me he dormido, así que tendré que averiguar donde me he quedado para seguirla más tarde. La gran siesta que me he echado me ha sabido a gloria y doy las gracias por haberle podido cambiar hoy el turno de tarde a mi hermana por el de mañana, ya que no he tenido que ir a clase y he podido hacerlo. María está tan concentrada en la pantalla de su ordenador que no se ha dado cuenta de que me he despertado, así que cojo un cojín y se lo tiro.

- La bella durmiente se ha levantado con ganas de joder... - Me lanza el cojín en respuesta y yo me río.

- ¿Qué hora es? – Pregunto aún acurrucada en el sofá y arropada con la manta.

- Las 8 de la tarde – Madre mía, pues sí que he dormido... Ha sido una de las siestas más largas y placenteras de mi vida. Lo necesitaba. María sigue tecleando cuando siento que mis tripas rugen. Decido levantarme a por algo de comer y abro la nevera buscando algo que me apetezca. Vuelvo al salón con cuatro tostadas de aguacate y le pongo dos a María en el regazo. – Por cosas como estas te dejo vivir aquí, Reche.

- Por eso y porque pago el alquiler. – La saco la lengua y ambas empezamos a merendar.

Estoy mirando mis redes sociales cuando la oigo resoplar.

- El TFG va a acabar conmigo... - Me levanto y la abrazo desde el respaldo del sofá.

- Lo vas a hacer genial, ya verás. Piensa que son unos meses malos y luego ya estará hecho.

Me cuenta sus preocupaciones sobre ese gran trabajo que tendrá que entregar a final de cuatrimestre y yo la escucho atentamente. Yo creo que el TFG es uno de los temores de todo universitario, así que comprendo perfectamente por qué se siente así. Me confiesa que ha pensado en dejar la carrera sin entregarlo y rápidamente la quito la idea de la cabeza dándole ánimos. Sé que María es capaz de eso y mucho más. Es muy inteligente y se lo va a sacar con un notable alto como mínimo. Su constancia y esfuerzo van a dar frutos en nada, estoy segura. Solo necesita desahogarse y aquí estoy yo para ayudarla con eso.

- ¿Has leído el grupo? – Niego con la cabeza y cojo el móvil.

Con el paso del tiempo, el grupo que en principio se creó para pasar las fotos de aquella noche de fiesta se ha ido convirtiendo poco a poco en un grupo de amigos por el que no dejan de hablar. Veo que hay un montón de mensajes y lo último que me apetece ahora es ponerme a leerlos. Le echo un vistazo por encima sin sacar nada en claro.

- ¿Me haces un resumen?

- Como algunos estamos estresados con el TFG y tal, hemos pensado en cenar todos juntos y tomarnos unas cervezas en una casa de chill.

- ¿De chill? – Enarco una ceja ya que ambas sabemos que siempre que empezamos de chill acabamos con una fiesta montada hasta el día siguiente.

- Bueno, y lo que surja...

- ¿Quiénes vamos?

- Algunos no han contestado, pero la mayoría se apunta. Aunque si preguntas por la poli buenorra, creo que sí va a venir con Marta – Suelta una risilla y yo busco algún cojín que volver a tirarla. Al no encontrar ninguno levanto el dedo corazón en su dirección rodando los ojos.

- ¿Y dónde es y a qué hora? - Bebo un trago de la botella de agua que tenía María en la mesa.

- Aquí... - El timbre del telefonillo la interrumpe y ella mira el reloj- ... y ahora.

Me atraganto con el agua y empiezo a toser. María se levanta a abrir mientras se descojona por el camino.

- ¡Te mato! ¿Por qué no me has despertado antes?

- Te juro que te iba a levantar, pero estabas tan dormida que me ha dado pena... Parecías un perrito.

Corro hacia mi habitación para coger algo de ropa y rápidamente me meto en el baño. Una imagen bastante penosa de mí se refleja en el espejo. Tengo el pelo enmarañado en un moño que parece más un nido de pájaros. Mi pijama largo deja mucho que desear y aún tengo cara de recién levantada. Decido meterme a la ducha antes que venga más gente.

Secretos InconfesablesWhere stories live. Discover now