Trigésimo Tercer Rugido

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- ¿Quién demonios eres?

- Soy el diablo, ¿Quién pregunta?

Una fuerte patada en la cara bastó para hacer caer inconsciente al último de los pirómanos que habían incendiado gran parte de la ciudad. Gevir apoyó su mazo en el hombro, mientras reía complacida.

- Bueno... ¡Derroté veintiocho! ¿Y tú?

Al decir eso, frente a ella aterrizo otro pirómano inconsciente, y en cuanto este toco el suelo, una chica bajo elegantemente de su pecho, donde estaba parada.

- Con él serían veintiocho también. ¿Esto lo vuelve un empate? - Preguntó Sioux.

- ¡Ni hablar! ¡Esto lo resolvemos aquí y ahora!

De forma inesperada, una armadura naranja con otro pirómano desquiciado se irguió ante ellas.

- Por lo que le habéis hecho a mis hermanos... ¡TENÉIS QUE ARDER POR SIEMPRE! - Gritó. 

Ambas chicas miraron al criminal con una sonrisa.

- Hola, desempate... – Canturreó Gevir con gracia y corrió hacia el sujeto, quien lanzó una granada a sus pies. La mujer hizo gala de una agilidad increíble al golpear la granada con su mazo, devolviéndola al tipo y haciéndola explotar en su rostro. El hombre cayó sobre su espalda, pero rodó y volvió a pararse, revelando que había activado un casco a último momento.

- Este es rápido. – Dijo la rubia, mordiendo su labio. Ella volvió a correr hacia su enemigo, pero entonces una flecha surcó el aire a solo centímetros de su cabeza, clavándose en la visera del casco, haciendo que el hombre en armadura se moviera de forma aleatoria, dejando en claro que no puede ver nada.

- De nada, Gevir... ¡Ahora ve por él, tigresa!

- ¡Soy un carnero! ¡Y NO PEDÍ TU AYUDA!

Gevir salta y da una patada en la visera rompiendo aún mas el casco. Ahora sobre el sujeto y en el aire, la heroína de cuernos ondea su ostentoso mazo y lo golpea directamente sobre la armadura, dislocando uno de sus hombros y haciéndolo caer de rodillas en el suelo. Entonces Sioux se pone frente al sujeto y da una patada giratoria en las rajaduras del casco, el cual se quiebra y permite a la heroína golpear el rostro del portador de la armadura, derribándolo.

- Y ahora, derroté veintinueve. – Dice la heroína de cabello azul sonriente.

- ¡Ah, ni te atrevas! Este lo derrotamos juntos... ¡Es un empate!

- Pero dijiste que él era el desempate...

- ¡Yo sé lo que dije! Y no te voy a dejar tan fácil el ganar...

Un ruido seco detrás de ambas puso fin a la discusión. Ambas voltearon y vieron a su enemigo alzarse detrás de ellas, con una demente mirada de odio.

- ¡¡MORIRÁN, ENMASCARADAS... MORIRÁAAAAAAN!!

Y sin previo aviso, una figura blanca aterrizó en la cabeza del pirómano con los dos pies empujando desde su nuca al suelo, haciéndolo estrellarse de cara contra el pavimento, noqueando al tipo definitivamente.

- O-ok, Creo que eso lo hace un empate... – Dijo Sioux sorprendida.

La figura bajo de la cabeza del sujeto y caminó hacia ellas con una gracia adorable. Debía ser una chica de tal vez quince o dieciséis años de piel muy blanca y cabello negro corto. Su rostro estaba cubierto por un antifaz blanco, el cual dejaba ver una mirada seria pero amable. Su cuerpo bastante desarrollado estaba cubierto por un uniforme blanco que parecía un traje de gimnasia con los hombros descubiertos y mostrando un pronunciado escote. El traje llevaba debajo medias altas color gris hechas de un material traslúcido que dejaba ver sus largas y blancas piernas y zapatos blancos de ballerina. Sus brazos eran cubiertos por largos guantes de la misma tela que las medias, además que iban adornados con detalles que se asemejaban a plumas de un ave colores blanco y rosa, al igual que el borde superior del traje y los extremos de su antifaz. Llevaba una pulsera con cinco plumas en ella y, desentonando de forma curiosa, uñas color negro por debajo de los guantes.

Miraculous Chronicles - A Lion's TaleWhere stories live. Discover now