Décimo Séptimo Rugido

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- Tienes que estar bromeando. - Dijo Alya con voz baja.

- Créeme que no. - Aclaré.

Alya dio un fuerte suspiro y se quitó los lentes para masajear su entrecejo. Por alguna razón, lo que había oído la había hecho perder el poco buen humor que tenía desde que desperté.

- Déjame ver si entendí... - Empezó a hablar tras unos segundos. - Tienes acceso a un poder Increíble... ¿Y lo estás rechazando?

- Así es. - Respondí sin dudar.

- ¡¿Por qué?! - Preguntó con indignación.

- ¡¡PORQUE ME MINTIERON!! – Grité, mandando a la basura las pocas onzas de paciencia que me quedaban. - ¡¡TODOS EN ESA FAMILIA ME MINTIERON!!

Aunque casi caigo al suelo por la fuerza con la que grité, la cólera me ayudó a mantenerme parado donde estaba. Alya se quedó mirándome con sorpresa.

- Tú no sabías nada de tu padre, ¿Verdad?

Negué con la cabeza mientras apretaba los dientes para detener la horrible sensación de dolor en mi hombro. Nos quedamos un rato en silencio hasta que Alya empezó a negar con la cabeza. Ella parecía enojarse de nuevo, pero esta vez no conmigo.

- Ok, Arreglemos esto ahora. - Dijo la joven mientras acomodaba el Miraculous en su cuello y aseguraba el broche en su nuca.

- ¿Q-qué haces? - Pregunté confundido.

- Trayendo las respuestas. - Contestó Alya notablemente enojada.

En cuanto terminó de ponerse el Miraculous, un destello escarlata apareció entre nosotros, y de la nada se manifestó Ngonni, el Kwami del Impulso.

- ¿Qué ocurre? ¿Cómo llegué aquí? - Murmuró con su voz aguda y con un aire de desorientada, pero su expresión se llenó de sorpresa y alegría al verme.

- ¿Daniel? ¡Daniel! - Exclamó. - ¡Qué alivio, estaba tan preocu...

- ¡NO! - Grité mientras ponía una mano frente a ella en señal de que se detenga mientras me apoyaba en la pared en busca de un intento de estabilidad - ¡No te me acerques!

Ngonni abrió sus enormes ojos con la confusión dibujada en toda la cara.

- ¿D-Daniel? ¿Qué ocurre? - Empezó a preguntar.

- ¡No quiero que te me acerques de nuevo, ¿Entendiste?! - Volví a gritar mientras hacía esfuerzos imposibles por no quejarme de dolor por mi hombro.

- Daniel, no entiendo. ¿Qué te ocu...? –

De pronto, Ngonni paró de hablar y notó algo que la preocupó muchísimo.

- Tu Miraculous. ¿Qué le pasó a tu Miraculous?

- ¡Por aquí! - Dijo Alya en un tono sarcástico, mientras señalaba el collar que descansaba en su pecho. El solo ver la joya siendo portada por la joven indignó al Kwami.

- ¡¿Qué significa esto, Alya Cesaire?! - Exclamó enojada.

- Significa que él no quiere usar este Miraculous, y ya que sin un Portador no puedes manifestarte en el mundo físico, pues me necesitas para hablar con él.

- ¡N-no te necesito! - Respondió el Kwami, enojado. - Aún sin Portador puedo aparecerme en este mundo. ¡Te dije que estos asuntos no te conciernen!

- ¡Pues me conciernen desde que abollaron mi auto y los salvé! - Replicó Alya, mientras caminaba por la habitación hasta pararse a mi lado. - Perdona Ngonni, pero mi trabajo es darle a la gente la verdad. Y ahora mismo, el guapo del hombro vendado quiere la verdad.

Miraculous Chronicles - A Lion's TaleWhere stories live. Discover now