Vigésimo Segundo Rugido

58 6 10
                                    

Pues sí. Era Ingrid.

Pero... ¡Diablos!

Aún ahora me pregunto dónde quedó la relajada chica que confundí con un varón en el minimarket, porque la joven japonesa que tenía en frente era muy diferente. Su cabello oscuro violáceo estaba peinado hacia los lados, llevando en el lado izquierdo de su cabeza un gancho adornado con una rosa de plástico. Ahora su blanca piel estaba más expuesta, pues llevaba un top amarillo brillante de tirantes, el cual dejaba ver una figura bastante desarrollada para su edad. En la parte de abajo usaba un short color azul que llegaba hasta el primer tercio de sus muslos y zapatillas de un color tan negro como el de las uñas de sus manos, y esto lejos de desentonar le daban un toque más rebelde. Como si quisiera conservar algo de ella misma aún con un outfit que no acostumbraba usar.
Como yo...

- ¿Qué pasa? ¿Me veo rara? ¿Se nota que no es mi estilo?- preguntó evidentemente nerviosa.

1: siempre recalca que se ve bien.

- Pues sí se ve algo raro en ti... ¡P-pero te queda de maravilla!

Las mejillas de Ingrid se tornaron muy rojas. Ella empezó a acariciar su nuca muy nerviosa.

- Y-ya veo. ¡Gracias! No estaba segura de si esto era lo mío, pero mi madre insistió en que no debía salir con mi ropa de siempre. Es un poco frustrante tener que ponerte ropa que no usas de diario sólo por ser una ocasión especial, ¿Verdad?

- ¡Sí! Mi amiga me puso esta ropa rara y no la aguanto. - Respondí.

- ¿En serio? Porque sí te queda. - Añadió Ingrid con sus mejillas encendidas. - Aunque sí recomendaría un pequeño cambio.

Y apenas dijo eso, se paró de puntas y se apoyó en mi pecho con una de sus manos. Me puse muy rojo y cerré los ojos pensando que se venía otro beso, pero sentí cómo mi cabello era revuelto por Ingrid, deshaciendo la enorme labor del peluquero y dejando mi pelo tal y como suele estar: para todos lados.

- Ahí está. ¡Te ves perfecto! - Dijo ella en una sonrisa, y al verme tan de cerca reteocedió de un paso muy nerviosa. - ¡Ah no, amigo! Esta vez tendrá que hacerse merecedor de otro beso si lo quiere.

- ¡N-no estaba buscando besarte! - Respondí de inmediato. - Te recuerdo que eres tú quien se acercó a besarme la última vez.

- Pues eso era para salvarte de ese tipo. Y como él ahora no está, necesitarás una mejor excusa para obtener un beso de estos dulces labios de dama bien vestida en contra de su voluntad.

Y con una sonrisa entró al centro comercial dando saltitos mientras canturreaba muy contenta. Corrí atrás de ella al interior del edificio y Vi la enorme cantidad de personas alrededor. Me habría perdido fácilmente de no ser porque Ingrid me tomó de la mano y me hizo subir a una de las escaleras eléctricas.

- Ouch! - No pude ocultar decir al sentir el tirón que Ingrid causó en mi hombro izquierdo.

- ¿E-estás bien? - Dijo ella algo sorprendida.

- C-claro. - Mentí mientras sobaba mi hombro disimuladamente. - ¿A dónde vamos?

- Pues hay atracciones en el piso más alto del centro comercial. ¡Vayamos allá y divirtámonos como si no estuviéramos vestidos como payasos!

2: siempre síguela en sus intereses

- Bien. ¡Vamos!

Ambos llegamos con las escaleras eléctricas al segundo piso, y corrimos tomados de la mano para llegar a las escaleras que conectaban al tercer piso. Repetimos esa acción hasta llegar al quinto piso, donde estaban los locales de videojuegos. Ambos nos reímos mucho al notar que llegamos hasta allá tomados de la mano.

Miraculous Chronicles - A Lion's TaleWhere stories live. Discover now