Sexto Rugido

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Un autobús se estacionó en una comisaría cerca a las bodegas abandonadas en las afueras de New York. Al detenerse, sonaron las bocinas con fuerza, lo que causó que varios oficiales se acercaran al vehículo. De pronto, del autobús vieron bajar muchas chicas con signos de haber sido maltratadas. A pesar de la distancia, no era difícil oír lo que decían.

- ¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor!

- Dios santo... ¿Qué les pasó? - Dijo un oficial que llegó a tiempo para sostener a una de las jovencitas antes que ésta cayera al suelo, notoriamente vencida por el cansancio.

- No puede ser. ¡Capitán! - Gritó otro policía al ver el demacrado rostro de una de estas mujeres.

- ¡¿Qué quieres, Barnes?! - Respondió su superior, llevando a otra chica en brazos.

- Yo conozco a esta chica. ¡Es Natalia Rivera! ¡Es de mi barrio, sus abuelos la reportaron desaparecida hace un mes y medio!

- Capitán, esta chica también fue reportada hace dos semanas. - Dijo otro oficial a su lado. - Sus padres vienen todos los días a la jefatura a preguntar por ella.

- ¡Ella también, su tía denunció su secuestro anteayer! - reparó otro policía varios metros delante ellos.

Los policías notaron que todas ellas habían sido reportadas hace meses como desaparecidas; y procedieron a auxiliarlas de inmediato.

- ¿Puedes oírme niña? - Preguntó el Capitán a la joven que tenía en sus brazos. - Dime, ¿cómo escaparon?

La chica, al borde del desfallecimiento, sólo pudo levantar un dedo señalando hacia un edificio a unas cuadras de distancia. El policía eligió no dar importancia a este gesto y cargó a la jovencita hacia el interior de la jefatura de policía, ignorando a qué señalaba ella en primer lugar.

O mejor dicho, a quiénes.

Unas cuadras más atrás, lejos, en el techo de un edificio, Gevir y yo mirábamos complacidos los resultados de nuestra loca aventura de esa noche.

- Bueno... Lo logramos. Ellas están a salvo ahora. - Dije sobándome las costillas. Oficialmente esta había sido la más brutal de mis peleas como héroe. Haber usado el Impulso en mí mismo no fue una idea muy inteligente, pero había salido bien y era todo lo que importaba.

Aún así, había algo que no salia de mi mente...

- Me pregunto si ellos estarán bien - Dijo en voz baja.

- ¿"Ellos"? ¿Estás hablando de los malditos secuestradores? - Dijo mi corpulenta compañera, incapaz de creer lo que oía.

- S-sí... - Pregunté, algo avergonzado de mis palabras.

- La verdad no creo que estén bien. Después de todo, les cayó una maldita bodega encima. Pero eso es algo que no me importa. - Dijo Gevir encogiendo sus hombros. Pero al ver mi rostro, tuvo que añadir: - Les pedí a esas chicas que dijeran dónde fueron cautivas para que la policía saque a esos tipos de los escombros, así que al menos sabemos que los sacarán de ahí.

Dejé escapar un suspiro por lo bajo, el cual Gevir no pudo ignorar. Ella se me quedó mirando como si fuera una anomalía de la naturaleza. Con toda la rudeza que pudo mostrar con una sola frase, ella preguntó:

-¿Por qué te preocupas por ellos?

- Porque... - Tragué saliva y continué. - Entiendo que se trate de criminales; pero... No puedo cruzar esa línea. No está bien. No puedo ser un héroe que mate a los malos. Sino... Seré igual que ellos.

Gevir me vio incrédula. ¿En serio mi forma de pensar era tan mala?

- No lo tomes a mal... Pero eres demasiado ingenuo. - Dijo Gevir, suspirando con aspecto de sentirse culpable de lo que estaba diciendo. - Ser ingenuo jamás ha sido un crimen... Pero si ha matado a un par de personas en toda la historia, y me preocupa que también te mate a ti.

Miraculous Chronicles - A Lion's TaleWhere stories live. Discover now