Vigésimo Rugido

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- ¡¿A-Alya?! ¡Eres Alya, ¿Verdad?!

- ¡¿Qué no sabes que una identidad secreta debe ser... SECRETA?!

- ¡Bueno, tal vez lo recordaría si NO ESTUVIERA VOLANDO POR LOS AIRES!

Daniel y Lionna Rouge saltaban de un techo al otro en dirección al centro de Manhattan. Para ser más exactos, al hotel Le Gran Paris de Manhattan.

- ¡No estoy volando... ¿No se nota? ¡Estoy cayendo con estilo!

- ¡Como sea, deja de caer con estilo y bájame ya!

- ¡No grites, ya llegamos!

Efectivamente, estaban llegando al techo del hotel. Cayeron al lado de la piscina sin nadie alrededor, pues ya estaba pronto a anochecer. Con la mayor delicadeza que pudo, Lionna Rouge dejó al aún convaleciente Daniel pararse sobre sus pies. Y entonces, la joven malhumorada empezó a hablar.

- Muy bien, ahora sí... ¡Vas a explicarme exactamente qué tenías en mente! ¿Ir a casa solo, herido y sin Miraculous, arriesgándote a que tu madre o tu hermana sean expuestas al peligro mientras peleas con tu padre? ¡¿Dejar que te mate y así mandar por el caño los días que nos ha tomado a Ngonni y a mí el salvar tu trasero?!

Alya tenía mucho que recriminar, pero paró en seco al ver a Daniel cabizbajo y debilitado. El muchacho retrocedió unos pasos y se dejó caer sobre una de las tumbonas situadas al lado de la piscina, mientras tomaba su hombro izquierdo. Se le veía ligeramente ruborizado.

- L-lo siento... - Dijo Daniel. - En verdad lamento mucho haberme escapado. No lo pensé con claridad, no sabía qué hacer, no quería quedarme en cama , tenía que saber qué les pasó a mi madre y mi hermana. Y por eso huí. Entiendo que hice mal... Pero pasó algo y necesito hablarte.

- O-ok. - Respondió Alya, algo intrigada del cambio de actitud. - Dime qué pasa.

- N-no, espera. - Aclaró el muchacho. - Me refiero a que quiero hablar sólo contigo.

Alya miró el Miraculous del León por unos segundos y entendió qué trataba de decirle el chico.

- O-oh, D’accord. Ngonni, destransformacion.

- De hecho, es “Rugi…” – Pero Daniel no pudo terminar de hablar al ver como, tras un destello, aparecía frente a él la esbelta figura de Alya. Al mismo tiempo, el collar volvía a su forma oculta y del colmiillo de en medio salía volando una esfera roja que se convertía en Ngonni,  quien se acercó al rostro de Daniel evidentemente enojada.

- ¡¿En que demonios estabas pensando?! – Vociferó, muy enojada. - ¡Pudieron haberte matado!

Daniel sólo miró al Kwami muy desafiante, con el ceño fruncido y marcando en su rostro una expresion de ira similar a las que William solía hacer. El chico sólo murmuró una frase:

- Déjame en paz.

Ngonni notó el parecido y retrocedió por instinto; Y Alya no pudo evitar tragar saliva preocupada.

- Muy bien, - Empezó a hablar la reportera, sin poder ocultar del todo el nerviosismo que le causó esa mirada. – Si quieres hablar a solas conmigo, entonces tengo que decirlo.

- ¿Decir qué? – Murmuro Ngonni, pero en cuanto giró la cabeza para hablarle a Alya, vio a la reportera soltando el broche del Miraculous mientras lo quitaba de su pecho.
Y entonces entendió.

- Ni te atrevas...

- Ngonni, renuncio a ti. – Dijo Alya y lanzó el Miraculous hasta una tumbona bastante alejada de ellos para luego tomar de la mano a Daniel y caminar de forma despreocupada en sentido contrario, alejándose de dicha tumbona.

Miraculous Chronicles - A Lion's TaleWhere stories live. Discover now