Trece.

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13 de Septiembre, 1993, 20:22 pm.

Habían pasado muchas cosas desde que Teddy era parte de la familia, y lo que era más importante fue el proceso de darle un cuerpo físico a Tom, y luego volver a incluirlo en la sociedad. Aunque Tom cooperó bastante, no todo había salido bien, pero las cosas mejoraron con el tiempo, lentamente. No vivía con ellos, como era el plan inicial de Harry, sino que vivía en Hogwarts, pero la mayor parte del tiempo estaba con Harry y Teddy, haciendo cualquier cosa que a Harry se le ocurriera. Y ahora que comenzaron las clases, Tom volvió a la escuela, por innecesario que le sea, pero sólo para conseguir los TIMOS y los EXTASIS, así que en realidad no iba a clase como cualquier chico de su "edad".

Pero eso no era importante.

Estaban en su tercer año, y Harry estaba siendo un completo idiota por Draco.

Ron se dió cuenta, y no dejó de molestarlo. Y ni siquiera le importaba. Draco siempre fue su mejor amigo, es quien más sabe de él y es la tercera persona en la que más confía en su vida (las primeras dos son sus padres, pero estaba seguro de que en realidad los tres estaban en el mismo escalón). No sabría qué hacer si Draco decidía abandonarlo o cambiarlo por otra persona, y no quería averiguarlo.

Fue una noche cualquiera en su habitación en Mansión Prince en la que se dió cuenta de un pequeño pero más que importante detalle: quería mucho a Draco.

Y siendo que tenía trece años, y definitivamente le quedaba mucho por vivir, sabía que no tenía que tomarle demasiada importancia a ello. Muchas cosas podían pasar, y posiblemente se enamoraría de otra persona. Tal vez. En algún momento. Más adelante.

Ahora, quería a Draco.

El rubio era jodidamente perfecto, y aunque técnicamente se vieron en casi todas las vacaciones de verano, este año se veía excepcionalmente cambiado. Ya no se colocaba gel en el cabello y ahora lo tenía un poco más largo, peinado hacia un costado y dándole un pequeño toque de chico rebelde. Era perfecto.

Entonces, ese no era el problema, realmente, el problema era Draco.

Harry sabía perfectamente lo que hacía cuando le regaló el pequeño dije de rubí, por supuesto que sí, Lulu se lo explicó en las lecciones que aún tenía con él, y si a él se lo explicaron, a Draco también. Draco aceptó el collar, y Harry sabía que nunca se lo sacaba, así que su cortejo no había sido rechazado; pero Draco actuaba como si él no lo estuviera cortejando. 

No había una regla o ley que decía que si alguien era cortejado tendría que actuar de determinada manera, pero se esperaba por puro respeto, que si lo era y se aceptaba dicho cortejo, la persona acortejada debía mantener una especie de "relación" y no salir con otras personas, a menos que ya no quiera el cortejo. Pues bien, Harry nunca recibió un rechazo por parte de Draco, y aunque ahora tenía que esperar a Navidad para el segundo regalo, no creía que sea necesario, en especial porque Draco no le había dicho nada. ¿Quizás no se dio cuenta? ¿O simplemente no quería estar con él y no se lo dijo para no lastimarlo?

Sea cual sea la respuesta, Harry preferiría cualquiera de las respuestas, menos de ver a Draco tan embobado con una de sus compañeras de casa, cuyo nombre no interesaba a Harry. 

Era la cena, y Ron y Harry estaban sentados en la mesa de Gryffindor, mientras que Ron devoraba su comida dándole la espalda a los Slytherin, Harry debía ver cómo Draco coqueteaba con la otra niña. Theo, el amigo de Draco, lo miraba con diversión, pero a él no le importaba: estaba ardiendo por dentro, y no sabía si eran celos o por sentir lástima de sí mismo. Cuanto más miraba a su amigo hablando con la Slytherin, más pensaba en todo lo que podía salir mal si se levantaba y le iba a informar a Draco que él estaba, de hecho, cortejeándolo.

Una Historia Diferente [Severitus]Where stories live. Discover now