Severus y Tom.

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n/a: harry pasó de tener el cabello largo (casi por encima de la mitad de la espalda(?), a tenerlo como lo tiene en el cuarto año canónico uwu

15 de Septiembre, 1994, 17:56.

Harry Snape tenía mucha paciencia, de verdad. Lo jura. Lo jura por todo lo que le gusta de la vida.

Pero no la suficiente como para tratar con medio cuerpo estudiantil diciéndole qué hacer. Si a Harry no le hubiesen obligado a cortarse el cabello días antes de comenzar las clases, probablemente hubiese aguantado aún más todo, pero no era así, y su paciencia se iba derritiendo como un cubo de hielo al sol. El increíblemente estúpido Ministro de Magia había accedido a traer nuevamente el Torneo de los Tres Magos, ignorando deliberadamente las muertes (tanto de estudiantes como de personal) por las cuales el Torneo se había cancelado hace años. Pero bueno, Harry no era quién para decirle a nadie si debía o no arriesgarse a morir, y tampoco tenía mucho interés y políticas, por lo que sólo tenía un problema: todos querían que él colocara su nombre en el maldito Cáliz.

¿Por qué, de verdad, por qué le iba a interesar a Harry meterse en una competencia casi suicida y con posibilidades de ser la vergüenza de la escuela en caso de no estar a la altura? Primero, Harry ya estaba metido en una misión suicida mucho más importante que una competencia entre estudiantes; y segundo, ¡Harry no quería estar en esa estúpida competencia! Tenía demasiado tiempo ocupado, aún con el Quidditch cancelado este año gracias al Torneo, como para querer agregarse aún más actividades; y para agregarle más a su plato, su padre parecía particularmente atento a cualquier movimiento que hacía, y Tom era completamente lo opuesto: había comenzado a intercambiar cartas con Merlín sabe quién y la atención que antes le prestaba a su proyecto había decaído considerablemente, y Harry se sentía estancado, a pesar de tener muchísima información.

Y ahora, agradecido de que sus clases habían terminado durante el día, se estaba escondiendo felizmente en las mazmorras. Ron gastó el tiempo con sus hermanos y Draco aún estaba en su última clase de Herbología, y Harry, aunque quería esperarlo, no quería sentarse en ningún lugar de Hogwarts sólo para que sus compañeros le insitaran a colocar su nombre en el Cáliz, o tener que escuchar los grititos de algunas alumnas de Hogwarts cuando algún alumno Durmstrang pasaba, o los pensamientos casi en voz alta de los chicos cuando algún grupo de alumnas de Beauxbatons se dirigía a alguna clase. Sinceramente, todos se comportaban como imbéciles, y cuando se lo dijo a Ron, él sólo lo miró.

Cuando Ron le aclaró, esa misma tarde en realidad, hace pocos minutos, que Harry actuaba igual cuando de Draco se trataba, Harry se convenció de venir a las mazmorras. No necesitaba a nadie que le dijera que actuaba como un imbécil, sin importar toda la razón que tuviera, muchas gracias.

Duque estaba acostado frente a la chimenea mientras mordisqueaba un peluche de conejo encantado para que sea irrompible, y Harry estaba acostado en el sofá grande, usando un reposabrazos como almohada para su cabeza y leyendo un libro de maldiciones que había elegido al azar de la biblioteca de su padre. Había anotaciones sarcásticas, explicativas y otras que refutaron casi todo el libro; su padre ciertamente era todo un caso, y casi riendo pensó que no habría ningún libro en la biblioteca personal de su padre que no esté con su escritura.

—¿Por qué estás aquí?

Harry bajó su libro y miró a Tom, quien se había arrodillado para acariciar al cariñoso perro. Tom, a pesar de estar estudiando, tampoco apreciaba demasiado el ambiente que había en Hogwarts gracias al Torneo, por lo que no era extraño que estuviera en las mazmorras; además, al igual que Harry y Teddy, Tom también tenía su propia habitación allí.

—Escondiéndome— Harry miró la carta en la mano de Tom cuando él volvió a enderezarse y sonrió, levantando sus cejas sugestivamente—. ¿Y tú, disfrutando de las charlas con tu novia?

Una Historia Diferente [Severitus]Where stories live. Discover now