Los perros que ladran pero no muerden.

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15 de Abril, 1986, 16:34 pm.

Harry caminaba cautelosamente alrededor del sauce boxeador a una distancia aceptable, viéndolo moverse cada cierto tiempo con curiosidad, bajo la vigilancia de Remus.

El sol de la tarde lograba crear un clima cálido, y la atención de Harry se iba desde el sauce y las clases de vuelo que se estaban llevando a cabo a los de primer año, hasta ver los pájaros volando sobre el Bosque Prohibido. A poca distancia del sauce boxeador se escucha un pequeño quejido, y Harry abre grande los ojos mientras se acerca cautelosamente hacia donde escuchó el ruido, detrás de unos arbustos, y al moverlos un poco ve a un gran, gran perro negro, bastante delgado y visiblemente descuidado, acostado sobre el césped. El perro lo observa, mientras Harry estira lentamente su mano para acariciarlo, y cuando logra tocar el pelaje del animal sin recibir un gruñido o una mordida por ello, Harry sonríe, acercándose más confiado.

—Hola perrito.— El gran animal aún lo mira, aunque su cabeza se acercaba hacia la caricia que recibía. De alguna forma, Harry terminó sentado a un lado del perro y siendo cubierto casi en su totalidad por el arbusto.—Eres muy grande. ¿No tienes dueño?

El perro gruñe brevemente, mientras se sienta sobre sus patas traseras y acerca su hocico hasta el rostro del niño, dejando una gran lamida en su mejilla derecha, provocándole la risa. Un pequeño quejido sale del animal, y Harry le acaricia el lomo, palmeando suavemente. Escucha el llamado de Remus, mientras el perro mueve la cola de un lado a otro y levanta las orejas, al parecer también escuchando.

—¡Estoy aquí!— Harry se levanta y su cabeza sobrepasa los arbustos, observando a Remus acercarse a él. Harry le sonríe cuando está a una distancia aceptable.—Alguien perdió a su perro, tío Luni. ¿Podemos cuidarlo hasta que pidan por él?

—¿Un perro?— Remus mueve un poco los arbustos, permitiendo ver al enorme animal que se había levantado y movía su cola rápidamente, muy feliz. Remus acercó a Harry, alejándolo del perro y colocándolo detrás de él, sin dejar de ver al animal.—Harry, no podemos cuidarlo.

—¿Por qué?— El tono de voz de Harry sonó triste, mientras miraba al perro con ojos llorosos.—¡Él es bueno? ¿No es verdad, perrito?

Cuando Harry trató de acercarse y volver a acariciar al perro, Remus lo detuvo fuertemente del brazo, provocándole un quejido de dolor. Los ojos de Remus se iban oscureciendo conforme pasaban los segundos, y Harry sabía que eso no era bueno. El perro, a su parecer, también sabía que no iba a poder ir con ellos, porque ya no movía la cola y había bajado sus orejas mientras se echaba hacia atrás.

—Hablaremos con Albus y ya verá él qué hace con el animal.— Cuando Remus logró despegar su vista del perro, quien sólo miraba al hombre lobo, cargó a Harry en sus brazos y comenzó a dirigirse hacia el castillo, ignorando las quejas del niño y tratando de no observar los tristes rasgos del animal detrás de él. Los sentidos del lobo estaban cada vez más cerca de la superficie, cosa que definitivamente no debería pasar, y mucho menos cerca de Harry, por lo que logró escuchar las suaves pisadas detrás de él. Se volvió, furioso, asustando al niño en el proceso.—¡Quieto!— Gruñó, sacando su varita y petrificando al animal.

—¡No, tío Luni!

—Te quedarás aquí y esperarás a que Dumbledore te busque, y volverás de donde escapaste.— La voz de Remus había sido baja y peligrosa, mientras levitaba al animal y lo volvía a dejar detrás del arbusto. Al lobo no le gustaba para nada lo que el humano hacía, y Remus podía sentirlo más que claramente.

Mientras se adentraba al castillo, casi sudando, con el lloroso niño en sus brazos, Remus lanzó un patronus con las manos temblando. El lobo apareció frente a él, esperando un mensaje.

—Si-Sirius ha escapado, y Harry...—Tomó una bocanada de aire, expulsándolo lentamente. Sentía su corazón martilleando en su pecho, y al lobo desgarrando su interior, deseando salir y juntarse con su viejo amigo, y deseó llorar.— Tengo que dejar a Harry con Dumbledore. Envía el mensaje a Severus Snape.

El patronus se fue corriendo atravesando las paredes bajo la mirada llorosa de Harry. Remus retomó su camino apresurando su paso, y cuando logró llegar hasta la gárgola, dijo la contraseña y dejó a Harry en el suelo, arrodillándose frente a él.

—Harry, ahora te quedarás con Albus hasta que Severus te busque, ¿entiendes?— Harry asintió, mirándolo con un poco de miedo, y aunque le dolió, Remus no pudo hacer nada en ese momento.—Lo siento Harry. Ahora debo irme, ¿está bien?

Al final del pasillo apareció Severus, caminando rápidamente hacia ellos, observando con cuidado a Remus. El hombre lobo volvió a colocarse de pie y se marchó corriendo, pasando por un lado de Severus, que le pasó un frasco de poción como pudo, y se perdió al doblar la esquina.

Harry esperó a Sev con los brazos levantados, y el pocionista no dudó mucho en levantarlo luego de observar el vacío pasillo. Con el niño en sus brazos, se adentró en la escalera de caracol y mientras esperaba llegar a la oficina del Director, buscó algún golpe en Harry, quien sollozaba.

—Tranquilo, niño, Luni estará bien.

—Pero el perrito...

—El perro también estará bien, Harry.— La voz calmada de Dumbledore los saludó apenas llegaron hacia la puerta ya abierta de la oficina. Cuando se adentraron la oficina, Severus cerró la puerta a sus espaldas y sentó a Harry en una de las sillas frente a Albus, colocándose detrás de él, mirando al hombre con el rostro tenso.—Kingsley me avisó de que se acaban de enterar de su escape en el Ministerio, y posiblemente mañana aparezca en primera plana de El Profeta. Simplemente no creí que fuera tan tonto de presentarse en Hogwarts.

—Hablamos de Black.— Severus observó cómo Albus le dirigía una sonrisa a un Harry más tranquilo, mientras le invitaba un caramelo de limón.—¿Crees que intente algo?

Cuando Albus se quedó en silencio, Severus colocó una mano en el hombro de Harry, apretando suavemente.

—Lo mejor sería que...

La puerta de la oficina se abrió fuertemente, sacando un grito de Harry y un sobresalto de Severus, que apuntó con su varita rápidamente a un Sirius Black totalmente encadenado, quien era llevado por Minerva McGonagall seguido de Remus. Albus se levantó de su asiento, viendo un poco enojado y con pena a Sirius.

—Quejicus, director.— Sirius habló, su voz sonando rasposa y divertida, aunque nerviosa. Trató de observar al niño detrás de Severus, pero el pocionista se movió a un lado, tapándolo completamente. Sirius suspiró.

—No deberías de haber venido, Sirius.— Albus habló, moviéndose y terminando frente al fugitivo.—Si antes no habías recibido el beso, ahora sí lo harás.

—¿El beso?

Sirius negó, palideciendo aún más si era posible y tratando de mover sus brazos bajo las fuertes cadenas. Severus llevó una mano hacia su espalda e hizo una seña al niño, callándolo.

—Yo no... yo no traicioné a los Potter, de verdad.— Sirius siguió negando con la cabeza, cada vez más alterado.

—Sí lo hiciste, y también mataste a Peter y a doce muggles en el proceso...

—¡No es verdad!— Gritó de pronto, cortando a Remus.—¡Fue Peter quien traicionó a James y a Lily y luego fingió su muerte, culpándome!

—Pero si tú mismo has declarado, Black.— Severus sonrió brevemente, su voz cínica y con los ojos helados.

—¡Había perdido a mi mejor amigo ese día, maldito idiota! ¡Mi otro mejor amigo estaba desaparecido, y el otro nos había traicionado a todos! ¡Dime quién demonios estaría en sus cabales frente a tanta situación!

—Minerva, trae Veritaserum, por favor.— Albus suspiró, pareciendo mucho más viejo, observando el rostro de Sirius.—También lleva a Harry con Hagrid; sea que esté mintiendo o no, Harry no debería escuchar esto ahora.

Mientras un Harry confundido acompañaba a Minerva de la mano, Sirius lo miraba con una inmensa fascinación, a pesar de la situación, y tanto Remus como Severus gruñeron, queriendo alejar a Harry de la vista del proclamado traidor. Sirius los observó a ambos, mientras Albus volvía a sentarse en su silla, perdido en sus pensamientos.

La tarde sería bastante larga.

Una Historia Diferente [Severitus]Where stories live. Discover now