Comidas y ridiculeces.

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06 de Septiembre, 1982, 13:40 pm.

—No.

—Severus, creo que no le haría mal...

—He dicho que no, lobo. Y como tutor legal del mocoso, mi palabra es ley.

—Pero mira su carita...

—Le dañará los dientes; tendrá caries y estarán todos rotos.

—¡Pero si apenas están en crecimiento!

—¡Crecerán rotos!

Remus ríe fuertemente ante eso, mientras Severus se sonroja fuertemente sin poder ocultarlo, ante la grandísima idiotez, digno de Gryffindor, que acaba de decir. Sólo quería molestar y cansar al lobo, y lo único que logró fue avergonzarse a sí mismo, increíblemente.

Se encontraban en el comedor de Mansión Prince, y Severus tendría que volver esa tarde a Hogwarts, dejando al lobo y al niño destruyendo su casa y planeando planes malévolos para arruinar su humilde existencia. Por supuesto, él se encontraba a sólo un puñado de polvos flú y podría aparecer en cualquier momento libre que tuviera o en caso de extrema urgencia, pero eso no importaba; el problema de ese momento realmente comenzó el día anterior, donde el idiota de Lupin había decidido comer delante del niño uno de esos tontos chocolates que siempre cargaba consigo, y (por si fuera poco) invitarle un trozo, logrando que el niño (a pesar de sólo haberlo dejado en su boca hasta que se derritiera) decidiera que el chocolate era muchísimo mejor que su comida nutritiva y saludable que Severus, en toda su buena voluntad, le preparaba.

Ahora, por ejemplo, el niño decidió que su nutritivo puré de calabaza y papa quedaba muchísimo mejor como decoración de las paredes y el suelo del comedor, en vez de estar en su organismo, alimentándolo. Y todo, gracias al lobo.

Severus estaba extasiado ante la presencia de Lupin, en especial en este momento.

Severus suspira fuertemente, mientras decide ignorar por completo la risa que, a pesar de que trataba de disimularlo, seguía siendo escandalosa. Fija su vista en Harry, que miraba con una enorme sonrisa a ambos hombres, mientras sus dedos estaban completamente manchados de puré, los que movía sobre su pequeña mesa. Se quedó mirando a Severus y estiró ambas manos a él, pero, por primera vez, el hombre negó con la cabeza con una mirada seria, y Harry perdió su sonrisa.

—¿Sev?— El niño habló en voz baja, pareciendo consciente de que algo estaba mal. Volvió a estirar sus brazos hacia Sev y abrió y cerró las manos, sus ojos llenándose de lágrimas.—¡Arriba, Sev!

Severus ignoró el pequeño sentimiento de culpa que siempre se instalaba cada vez que le decía que no al mocoso, aunque, después de este tiempo, era la primera vez que no lo cargaba cuando se lo pedía. Mientras se levantaba, limpiando con un rápido movimiento de varita el desastre provocado, apreció cómo Lupin se dirigía a cargar al lloroso niño, y lo detuvo con una mirada feroz. Remus levantó ambas cejas, mientras su mordía el labio e intercambiaba su mirada entre él y el niño. Terminó mirando a Severus con una mirada ansiosa.

—El niño, Lupin, tiene que aprender que si hace algo mal, como tirar su comida, será castigado.

Volvió su vista a Harry, quien, aunque aún no había comenzado a llorar, no dejaba de verlo con los ojos acuosos. El niño vuelve a estirar sus brazos hacia él, con un pequeño puchero, y Remus suspira fuertemente, mirando con tristeza a Harry.

—Vamos, Severus.— Remus mira suplicante al nuevo Jefe de Casa de Slytherin, sus ojos dorados brillantes. Severus frunce el ceño.— Sólo déjaselo pasar por esta vez, y te juro que no volverá a suceder.

—Tú no tienes que jurarme nada. Es el niño quien tiene que hacerlo, lobo tonto.— Remus le da una pequeña sonrisa y se acerca a Harry, y antes de que pudiera decir nada, pasa algo increíble.

Remus coloca su rostro a la misma altura que el de Harry, quien no prestaba atención a nada que no fuera Sev, e imitando al niño, pone un puchero ridículo y junta ambas manos, mientras inclina un poco la cabeza y alza los ojos, suplicando con la mirada.

—Por favor, Severus.— Remus sonríe suavemente mientras lo dice, parpadeando lentamente y apretando sus manos. Harry también lo miraba suplicante, aunque Severus no podía dejar de observar la ridícula escena que se llevaba frente a sus ojos gracias al lobo.

Luego de ello no sabe realmente qué ocurrió ni cómo, pero Remus reía alegremente mientras limpiaba el rostro repleto de chocolate de Harry, quien saludaba con una mano a un Severus taciturno, que devolvía el gesto desde la chimenea.

Una Historia Diferente [Severitus]Место, где живут истории. Откройте их для себя