Momentos extraños de un Severus raro.

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09 de Enero, 1982, 00:07 am.

Los rayos de luz de luna entraban por la gran ventana de la habitación, iluminando tenuemente el silencioso lugar. Harry dormía pacíficamente en su cuna y Severus lo observaba, con sus brazos cruzados sobre el barandal de la cuna y su rostro raramente pacífico. Era su cumpleaños número veintidós y, desde los dieciséis, no tenía ese tonto impulso de beber hasta la inconsciencia, solo o con Lucius. Tampoco es que pudiera hacerlo.

Era un momento extraño, decretó en silencio mientras sus ojos miraban la cicatriz en forma de rayo del niño, desde que el niño está en Mansión Prince eran momentos extraños; sólo que ahora se sentía más, cuando la mansión se encontraba en silencio y no había gritos o llantos o risas del niño inundando el lugar. Claro, Severus siempre fue extraño, pero no por ello tenía momentos extraños. De esos donde uno no está ni feliz ni triste, mientras piensa en todo y nada a la vez, sentado en algún lugar y perdido en un mundo que está totalmente desconectado a la realidad. Severus estaba en ese momento, aunque tenía completa y total alerta de todo lo que pasaba a su alrededor.

Las respiraciones del niño, la suya propia, cualquier mínimo movimiento tanto fuera como dentro de esa habitación era totalmente registrado por la entrenada mente de Severus. Se preguntó si podría enseñarle eso a Harry, en algún futuro.

Futuro. Era una palabra rara, se dice, porque lo es todo y a la vez nada, porque todo podía cambiar en cuestión de segundos. Harry hoy puede estar con él, dice, pero mañana puede llegar el lobo, o alguna autoridad, y simplemente decir que él no es apto para cuidar a un niño, y menos siendo un ex mortífago. Y podrían quitarlo de sus manos, como quien le quita un dulce a un niño.

El pensamiento, inexplicablemente, le deja una sensación incómoda en el pecho.

El futuro de Harry, sin embargo, ya sea con o sin él (preferiblemente con él) era ese tipo de futuro que no está escrito, pero sólo porque es obvio cuál será. Y Severus no está precisamente feliz con ello.

No quiere que el niño sufra todo lo que conlleva ser "el niño-que-vivió". Era demasiado peso, piensa, mientras sus ojos vagan por el pacífico rostro de su protegido; si algo no va como debería en su vida, Harry podía llegar a, o ser un maldito creído como el idiota de su padre en la escuela, o ser alguien totalmente recluido, cayendo preso de las palabras de simples imbéciles que hablan sin saber.

Severus no creía estar preparado para lo que conllevaba criar niños, y mucho menos criar a uno famoso por algo que seguramente no recordará que hizo. Y ahora, es éste el momento donde piensa que sería mejor dejar ir al niño.

Es un niño, Harry. Los niños necesitaban muchas cosas, pero el afecto y los sentimientos positivos eran algo clave para su infancia y crecimiento. Y Severus no puede darle eso. Él puede alimentarlo, puede ayudarlo en lo que necesite, puede bañarlo, cambiarlo, jugar con él o hasta leerle estúpidos cuentos por las noches para que se duerma de una maldita vez; pero él no puede darle todo aquél afecto que el niño claramente necesita, porque simplemente él nunca lo recibió de su propio padre. ¿Y si lo arruinaba por completo? Severus nunca tuvo un carácter amable y amigable, y está muy seguro de que eso no iba a favorecer absolutamente nada a la infancia feliz que ese niño debería tener.

Se siente, por decirlo de alguna manera, derrotado a sus recién cumplidos veintidós años, mientras ve el tranquilo rostro de Harry. Se dice que debería llamar a Albus en la mañana, diciéndole que él realmente no estaba hecho para criar niños, y que ayudaría a Harry colocándole con otro tutor.

Una Historia Diferente [Severitus]Where stories live. Discover now