Capítulo 34: Una Fecha Especial

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Los días pasaban y nada parecía cambiar. Era la misma rutina de siempre, sin importar cuanto empeño se pusiese para alterar las cosas, nunca pasaba.

Cada mañana era ver a James bajar las escaleras cargando a alguno de sus hurones y otro siguiéndolo a su lado. Había pasado tanto tiempo a solas en su cuarto con esos animales que los había entrenado a la perfección, y eso implicaba mandarlos a invadir el espacio personal de su padre como represalia por dejar ir a Harry.

- ¡Amito Malfoy! ¡Buen día! – saluda la elfina al verlo espiar por la puerta de la cocina para confirmar que Harry no estaba allí – Quincy le preparó el desayuno que tanto le gusta – agrega ya más apenada al notar el pesar de los pasos de James acercándose a la mesa del comedor donde Draco, Narcisa y yo lo esperábamos.

James observa toda la comida que tenía frente a él, pero no hace más que suspirar al saber que, a pesar de que todo pintaba exactamente a cada platillo que Harry había estado preparando desde su visita hace ya cuatro meses, no lo había cocinado el susodicho.

- No lo quiero – responde escuetamente, dándole un trozo de pan a cada hurón que siempre los tenía bajo su silla esperando ese gesto.

- Debes comer algo antes de ir al colegio – exclama Draco sin perder la concentración de su periódico.

Era tan habitual que ya ni les ponían entusiasmo a sus peleas.

- ¿Harry vendrá para llevarme? – pregunta solo por mera costumbre al saber la respuesta.

- James... - advierte Draco mirándolo por sobre el periódico que sostenía en sus manos esperando el berrinche de su hijo.

- ¡No quiero ir al colegio si Harry no me lleva! – alza la voz, molesto haciendo volar las hojas que tenía Draco para dejarlo al descubierto, otra demostración de su magia que tampoco ya no nos sorprendía, aunque si llegaba a admirarlo, ni mis hijos mostraban su magia con tanta facilidad.

- Harry le pidió a tu tío Ronald llevarte cada mañana, aunque hoy lo hará Theodore – aclara Narcisa en un intento de controlarlo y salvar a Draco del hostigamiento de James. – Así que debes comer tu desayuno ahora. Aun debes ir a vestirte – reprende con calma a su nieto que no hace más que bajar la cabeza y tomar su vaso de leche ofuscado.

- ¿Me buscará? – pregunta buscando la mirada de su padre. Para estar tan enemistado con él, no había alguien que pudiera convencerlo sin tener la aprobación de Draco, confiaba en su palabra con una fe ciega.

- No lo sé – responde Draco con un suspiro resignado mientras acomodaba nuevamente su periódico con el ceño fruncido e irritado, pero no estaba dispuesto a seguirle el juego a su hijo.

Tanto James como el resto podíamos creer esas palabras, ninguno sabía nada de Harry, pero tenía la esperanza de tener un poco de suerte y cambiar esa rutina tediosa.

Ronald llevaba una semana persiguiendo un rastro de magia y eso tenía a Draco un tanto ansioso y era cuando más silencioso se ponía. No era la primera vez, y tampoco sería la última en la que el rubio recibe la mala noticia al ver llegar al pelirrojo con las manos vacías. El platinado caía en depresión por un par de días encerrándose y amaneciendo en su despacho fingiendo la entereza que pocos podrían mostrar luego de beber un par de muchas copas de más de whisky. Blaise era el que lo socorría ofreciéndole las pociones necesarias para recomponerlo y que ni su madre ni su hijo pudiesen verlo, aunque Narcisa ya conocía esa rutina por lo que solía planear alguna actividad para distraer a su hijo y nieto durante el día.

Donante de AmorWhere stories live. Discover now