Donante de Amor

Capítulo 10: Academia

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Todo era tan irreal. Estaba tan perdidamente inmerso en el mundo de Draco que no me gustaba perderme detalle alguno cada vez que tenía la oportunidad. Lo peor de todo, era que él pensaba igual. La diferencia era que él no sabía sobre mis sentimientos y eso me daba cierta ventaja sobre él, o quizás todo lo contrario.

Había llegado el punto en que no nos importaba cómo, pero sin lugar a duda nos saldríamos con la nuestra. Él incluso hasta había acoplado sus horarios a los míos, que, para mi mala suerte, empeoraban día tras día. Las misiones se hacían más largas cuando se agotaban los escondites más cercanos a Londres. Los delincuentes parecían adivinar nuestros movimientos y se ocultaban con mayor facilidad para ellos, y eso nos llevaba a extender nuestros días fuera de casa. Todo eso sumado a la desesperación de vernos simplemente para pasar el rato, podía llevar a un completo caos algún día. De eso ya estaba seguro. Incluso hasta un plan de escape propio teníamos por si se nos iba de las manos.

No entendía como ese petulante, egocéntrico y orgulloso platinado había llegado tan profundo en mi pecho. Prácticamente se había impregnado por todo mi cuerpo, logrando así que fuese imposible olvidarlo. Juro que lo había intentado desde el momento en el que me contó sobre su plan de boda con Astoria. "Tenemos hasta tres años para divertirnos" me dijo Draco en una clara insinuación burlesca donde intentó mostrarme sus verdaderas intenciones conmigo. Obviamente las conocía haciendo uso de mi habilidad que día a día mejoraba considerablemente. Sabía que era deshonesto, pero poco me importaba. Draco iba a casarse, tener una familia y esconder sus sentimientos en lo más profundo de su mente, era lo que el pobre se repetía cada vez que nos despedíamos de nuestras "citas" secretas.

Si iba a sufrir toda una vida por no tenerlo, al menos quería disfrutar de sus fantasías perversas que tenía conmigo. Más no podía, a esta altura, cualquier movimiento en falso que diera con Draco sería motivo suficiente para perder el poco raciocinio que me quedaba teniéndolo cerca. Pero tampoco era ningún santo, a pesar de no tener mucha facilidad para encontrar a otra persona que pudiese distraerme de Draco, lo había conseguido en varias ocasiones. Claro que nadie se dio por enterado, mi cara aun iba estampada en la primera plana de los periódicos y revistas con cualquier sarta de historias que ni me molestaba en leer, salvo si Hermione me lo indicaba al verlo necesario. Pero no había nadie que me complementara mejor que Draco.

- ¿Qué fue lo que hiciste? – cuestioné contagiándome con la sonrisa maliciosa que cargaba Draco mientras se me acercaba guardando su bata en su mochila antes de colgarla al hombro.

De trasfondo, un grupo considerable de estudiantes con las mismas batas blancas y gafas protectoras salían de la academia universitaria de magia, entremezclándose con otros que llevaban diversos tipos de uniformes puesto que cada carrera tenía uno propio. Uno más alterado que el otro.

- Un compañero muy confundido puso algunos ingredientes de más en su caldero – comenta con tal indiferencia que asustaba. Volteó a ver a sus compañeros y profesores unos segundos para luego regresarme la mirada y solo levantar los hombros despreocupadamente.

- Vámonos antes de que me vean y me pidan investigar lo sucedido – exclamo enderezándome de la banca en la que me encontraba esperándolo hace media hora, en el parque frente a la institución. Algunos Aurores se aparecían en la entrada de la academia seguramente al ser avisados.

- ¿Iras así vestido? – pregunta al verme con mi traje de auror. La verdad si había tenido tiempo de ir a la mansión Black y cambiar de ropa, pero sabía que a él le gustaba presumirme con él a su lado usándolo, aún si era en la zona más muggle posible.

- Si – saqué mi varita al llegar a la esquina – Te acompaño a cambiarte, pero yo tendré que volver al ministerio porque estaré de guardia esta noche.