Capítulo 5: Cambios

1.1K 95 4
                                    

-------- ---- ------ ------

No tengo mucha noción de cómo, ni cuándo, ni porqué, pero cuando quise darme cuenta, ya estaba perdidamente enamorado de Harry. No había detalle que se me escapara, al menos aquellos que dejaba ver, porque los otros detalles estaban bajo llave en mi imaginación en el pozo sin fondo que era mi baúl, el cual escondía otras cosas penosas que jamás pudiese relatar a alguien en mi vida.

Entre los detalles minúsculos, encontraba fascinante la velocidad con la que le crecía su cabello, especialmente su jopo. El bendito flequillo que nadie podía domar por más veces que intentaran peinarlo hacia un costado, llevándose todos los suspiros de resignación cuando ese alocado cabello se ponía al lado contrario en el que se suponía que lo acomodaban. Muchas fueron las veces en las que vi a Ginevra Weasley empecinada con un diminuto cepillo que portaba en su túnica, con boca entreabierta, dejando ver como se mordía la lengua de lado tratando de controlar su frustración; o cómo cuándo, por intentar descansar sobre el hombro de Harry y no podía debido a que éste movía su brazo cada dos segundos tratando de quitarse el jopo de sus ojos, fue cuando ella, furiosa, toma un poco de crema de unos de los postres y se lo unta en la cabeza de Harry en un intento de contenerlo. De nada valió la bronca que tuvo que aguantarse de Harry cuando le quedaron los cabellos duros y parados como cuerno de unicornio. Harry tan humilde que era, se había reído de su propia desgracia, no sin antes comenzar una guerra de crema y chocolate en la mesa de los leones. Después de ese día, Harry procuraba sentarse del lado contrario a Ginevra, pero poco y nada hizo con respecto a su cabello.

Por otro lado, entre los detalles más notorios, estaba su vestimenta de sus días libres. Atrás habían quedado sus ropas gastadas, viejas y enormes. Llevaba ropa de marca, moldeada a su cuerpo luego de ser personalizada por un modista. Suéteres de la más fina tela, pantalones entallados a su cadera y accesorios acordes a lo que usaba, como cinturones, relojes y zapatos de primera calidad al reconocer que estaban hechos de piel de dragón. Pero todo con colores sobrios y neutrales, el negro parecía ser su color preferido, y nadie le objetaría algo al respecto con lo bien que le acentuaba a sus ojos verdes, haciendo un perfecto contraste con ellos.

- Veo que has modificado tu guardarropa – comento al verlo llegar a mi lado. Hasta su forma de caminar era altiva e intimidante.

- ¿Es más de tu agrado? – cuestiona con una sonrisa ladina deteniéndose frente de mí, aún con sus manos en los bolsillos – Tuve un par de meses libres para hacerlo. Disfrutar de esa libertad, por así decirlo. Mi padrino ayudó bastante – agrego con una pizca de orgullo por haberle dado mi aprobación.

- ¿Tu padrino? – interrogué al recordar que Sirius Black estaba muerto hace un par de años tras caer en manos de Bellatrix - ¿No estaba...?

- Muerto. Si – responde antes de terminar mi oración. No sé por qué, pero parecía nervioso – Se atrevió a dejar un retrato de él en la mansión Black – agrega casi tartamudeando, pero decidí ignorarlo.

- Supongo que nuestros mundos no están tan alejados si estas un tanto emparentado con la familia Black – había olvidado que vivía en su mansión.

- Si consideras a Sirius Black parte de tu familia aún, supongo que sí. Recuerda que era un "traidor de la sangre" – increpa recordándome los ideales de mis padres muy a mi pesar, mientras se apoyaba contra un pilar viendo el paisaje con calma.

- Detalles minúsculos – replico girando mi cabeza ligeramente para contemplar el atardecer desde lo alto del séptimo piso. Harry bufa y nos quedamos en silencio, hipnotizados mirando al horizonte – Quizás, aunque lo veo poco probable, pudiese darte clases de etiqueta... - me atreví a sugerirle, tratando de esconder la vergüenza por semejante idea, pero ya éramos lo suficientemente cercanos, o al menos eso creí en ese momento.

Donante de AmorWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu