Capítulo 50: Te Lo Dije

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El día era hermoso, la primavera aclimataba el ambiente en aquella tarde, en Londres. Los jardines no podían estar más verdes y los capullos parecían haber florecido solo para la ocasión, quizás así fue gracias a la magia. Todo había salido a la perfección pues teniendo a Pansy Parkinson al mando nada podía estar fuera de su lugar ni a destiempo.

A pesar de todo eso, en mi cabeza y corazón era un completo desastre, y a los ojos de los más indicados, aquello no pasaba por alto.

- ¿Estás seguro? – escuché a mis espaldas la voz de Theodore que me miraba inquisitivamente, de brazos cruzados y para nada contento.

- Por milésima vez, Theodore. No. No estoy seguro – repliqué mirando mi reflejo en el espejo que tenía delante mientras me abotonaba mis gemelos con más torpeza de la que alguna vez pude llegar a tener. Todo estaba mal. – Pero debo estarlo...

- Esto es una locura, Draco. Estás sentenciándote a una vida amarga – dijo empujando la puerta que estaba a medio abrirse gracias a Blaise, pero Theodore lo dejó fuera y cierra con llave para evitar la interrupción. No dije nada, solo lo miré a los ojos a través del espejo.

- Astoria es buena – intenté convencerlo sin aun poder hacerlo conmigo mismo. Los golpes a la puerta de un desconcertado moreno retumbaban en mi cabeza, seguramente vino a avisarme que ya debería salir.

- Si, lo es. Pero ambos aman a personas diferentes. Si crees por un segundo que vas a poder llegar a amar a tu esposa estás muy equivocado – insistió como lo venía haciendo desde hace un mes o tal vez desde que le dije de mi compromiso en el último año de Hogwarts, abriendo la puerta para dejar pasar a Blaise que se aguantó de recriminar algo al ver de quién se trataba – Y no creas que te salvarás de mi "Te lo dije" – amenazó antes de salir de la habitación dejándome con un mal sabor en la boca por no poder objetarle nada. Él tenía toda la razón. Solo pude pasar mis manos por mi rostro en un gesto de desesperación.

- ¿Qué? – pregunté de mala gana a Blaise que se había quedado en silencio observándome con preocupación.

- Él está aquí – advirtió dejándome con la sangre helada. Siendo sinceros, ninguno se imaginaba que iba a aceptar la invitación al asegurarme de que todos los invitados no iban a ser de su agrado.

- Maldición – dije ante el último vistazo de mi reflejo.

¿Me arrepentí? No, en ese momento no. Pues no tenía idea de los sentimientos que tenía Harry hacia mí. No hubo fuerza humana o animal que pudiese convencerme de lo contrario. Harry no iba a poder ser feliz a mi lado, aunque hubiese un mínimo de posibilidades.

Ahora, ocho años después, todo eso parecía una blasfemia.

De nuevo encerrado en una habitación, con el mismo idiota detrás de mí, pero con una actitud de lo más contradictorio a ese déjà vu que estaba viviendo.

- "Te lo dije" – exclama Theodore con sorna mientras se arreglaba su propia corbata al mirar su propio reflejo.

- Sí. Me lo dijiste y tenías razón. ¿Satisfecho? – respondí con fingida indignación pues realmente estaba divirtiéndome.

- No hasta que esto termine y te vea casado con Potter – acusó uno de mis padrinos de boda. Esta vez había sido él mismo quien amenazó con ser mi padrino asegurándole a Harry que no me dejaría escapar.

- Se llama Harry. Puedes ir haciéndote a la idea de que será tu cuñado después de esto – bromeé, sabiendo que venía creyéndoselo desde hace años, incluso antes de que conociera a Zelig.

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