Donante de Amor

Capítulo 37: La Depresión de Papá

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Harry era Harry. Era un amigo de papá que ahora se quedaba a jugar conmigo todos los días y me llevaba a pasear y conocer a toda su familia, aunque ninguno se parecía a él. Todos eran pelirrojos o castaños, también platinados como nosotros, los Malfoy. Tío Theodore tenía el mismo cabello que Harry, pero solo eran amigos también. Era una familia extraña, pero todos querían a Harry al igual que yo.

Cada noche me contaba historias de dragones o criaturas mágicas. Aunque primero peleaba con mi padre para ver quién me ayudada a bañar, quién me pondría el pijama y quién me arroparía. A pesar de que cada noche era lo mismo, siempre terminaba de la misma manera, elegía a Harry para que lo hiciera solo para hacerlo enojar a papá. De todas maneras, papá siempre se escabullía para darme el último beso de las buenas noches.

- Edwart era el caballero más joven del reino. Aún era un niño, pero era tan valiente e inteligente, que, sin haber llegado a luchar con ninguno, había derrotado a todos sus enemigos. – comenzó la historia Harry. En estos días me había comprado muchos libros de historias mágicas. A pesar de saber leer, gracias a las enseñanzas de papá, prefería que Harry las leyera, siempre hacía voces y gestos graciosos.

- ¿¡Tenía una espada!? – lo interrumpí sin querer, pero Harry nunca se enojaba cuando lo hacía.

- No, solo su ingenio – responde Harry señalando mi cabeza con picardía. Ambos estábamos acostados, Harry siempre dejaba que usara su brazo como almohada y él aprovechaba para abrazarme con él. - Un día, mientras caminaba por las montañas, encontró una pequeña cueva, y al adentrarse en ella descubrió que era gigantesca. Al acercarse, Edwart oyó algunas voces. "¿Hay alguien ahí?" preguntó Edwart. "¡Socorro! ¡Ayúdanos!" respondieron unos niños, aunque él no pudo verlos bien. "¡Cuidado con el dragón!" llegó a gritar uno justo antes de que una enorme llamarada estuviera a punto de quemarlo vivo. – Harry imitaba las voces de los niños muy chistoso.

- ¿¡Lo comió!? – pregunté al escuchar como Harry gruñía como si fuera dragón.

- No. Edwart dio media vuelta muy tranquilo y se dirigió al terrible dragón y le dijo: "Esta bien, dragón. Te perdono por lo que acabas de hacer. Seguro que no sabías que era yo". El dragón se quedó muy sorprendido y confundido porque no lo conocía. No esperaba que nadie lo enfrentara y le hablara con tanto descaro, por lo que dijo: "¡Prepárate para luchar, enano! No me importa quien seas.", "Espera un momento" dijo Edwart antes de que el dragón volviera a lanzar fuego por su boca. "Soy el guardián de la Gran Espada de Cristal"

- ¡Pero dijiste que no tenía una espada! – alce la voz confundido.

- Exacto. Edwart estaba intentando engañar al dragón con su ingenio. "Esta espada ha acabado con decenas de dragones. Si la desenvaino volará directamente a tu cuello y te matará" dijo Edwart. El dragón seguía confundido, nunca había escuchado de esa espada, pero tenía miedo de que fuera cierto. "Te daré una oportunidad de luchar contra mí. Viajaremos al otro lado del mundo. Allí hay una montaña nevada, y sobre su cima, una gran torre".

- ¡La torre del príncipe Charlie! – exclamé al recordar la historia del guardián de la montaña nevada de hace unos días. Harry asintió con una sonrisa y siguió leyendo.

- "En lo alto de la torre, mi espada pierde todo su poder. Estaré allí, pero solo esperaré durante cinco días" dijo Edwart antes de levantar una nube de polvo y desaparecer.

- ¿¡Era mago!? – volví a preguntar, pero Harry negó con su cabeza.

- No, pero el dragón pensó que sí. Dispuesto a pelear, el dragón salió volando hacia esa montaña para esperar al caballero y poder derrotarle para quedarse con todo su reino. Pero Edwart salió de su escondite detrás de una roca cuando vio al dragón alejarse por los cielos. Liberó a todos los niños que eran sus prisioneros. Hubo una gran celebración en el reino por la valentía y la inteligencia de Edwart al salir victorioso.