Capítulo 29: Traidores Dolidos

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De mi infancia pocas cosas eran rescatables y no eran precisamente cosas bonitas, aunque en ese tiempo si lo creía o al menos eso era lo que pensaba que estaba bien pues todos a mi alrededor pensaban de la misma manera.

De mi padre, Giulio Zabini, son escasos los recuerdos. Si no fuera por el retrato en la mansión Zabini no recordaría ni su rostro, pero si algo había dejado de enseñanza, antes de que muriera poco después de mi décimo cumpleaños, era que la sangre lo era todo. La sangre era poder. Todo el imperio Zabini se había logrado con ese poder, una corporación de negociaciones internacionales que quedó en manos de mi madre, Laraina Zabini.

De mi madre solo podía rescatar algo de toda la calamidad que ella significaba, su astucia. Ella misma era la representación del poder. Lo manejaba todo. Con una belleza admirable y envidiada por muchas, se hacía paso para conseguir todo lo que quería. La avaricia era el rasgo más característico de ella, pues no por nada se había casado con siete hombres y así mismo quedado viuda de ellos, algo más sorprendente que eso, era que nadie sabía cómo morían esos hombres.

Por mi parte me preguntaba cómo era que seguían cayendo en su trampa con semejante reputación. Si ella me enseñaba algo, era no caer en manos de una mujer como ella o toda mi fortuna, ganada con los sacrificios de esos hombres a los que jamás los consideré padres, podría quedar en manos de la susodicha.

Lo consideré una información valiosa por muchos años. Valiéndome de ello para hacer mis amistades con las mejores castas de hijos sangre pura como eran la mayoría de los Slytherin asegurando mi futuro como mi madre me lo recordaba día tras día, no había mejores motivos. Claro que con Draco y Theodore estábamos a otro nivel de relación, nos considerábamos casi hermanos, aunque toda muestra de sentimentalismos quedaba fuera de lugar, lo nuestro eran las bromas e insultos sarcásticos entre nosotros mismos. Una que otra vez había una confesión por parte de alguno de nosotros, como el día que Draco confesó sus sentimientos extraños para con Potter.

Al principio claro que dudábamos en que fuera real, pero con el tiempo vimos como Potter ponía incómodo a Draco con cada acercamiento que hacía. Aunque siempre teníamos la duda de las intenciones de Potter, nos divertíamos con el sufrimiento de Draco hasta que no pudimos hacer nada más que apoyarlo. Seguía siendo extraño puesto que no era común ver a dos hombres juntos, aunque esos dos no hacían más que hablar o reírse mientras pasaban el rato. Si Draco era feliz así luego de saber por todo lo que había pasado durante la guerra, lo aceptaría, y era mejor para mí.

Durante los meses previos a que se desatara la batalla de Hogwarts, había tenido la oportunidad de conocer ciertos aspectos que antes consideraba aborrecibles. Con Snape metido en su despacho todo el tiempo y los demás profesores siendo intimidados por los Carrow, los sangre pura teníamos algunos privilegios de los que podíamos disfrutar, como era el deambular sin restricciones por las noches si se nos antojaba.

Esa noche, mientras despejaba mi mente luego contagiarme de la frustración que Draco padecía por tener a sus padres en manos del Lord, iba por los pasillos del segundo piso comiendo mi manzana que había guardado de la cena, cuando veo una cabellera pelirroja chocar conmigo al doblar por una de las esquinas del pasillo. Nos sostuvimos para evitar trastabillar mutuamente. Antes de poder recriminarle algo y ver de quien se trataba, escucho a Amycus Carrow y su inconfundible carrasposa voz. Pocos fueron los segundos que me llevaron a deducir todo lo que pasaba, pero un par de segundos más me llevó comprender las razones ilógicas por las que había empujado a la pelirroja, que aún seguía sujetando con fuerza cuando intentaba escaparse, hacia el armario que tenía a unos pasos de donde estábamos.

- ¡Zabini! ¿¡Dónde se fue la chica!? – exclama Amycus cuando llega a mi encuentro mientras recogía mi manzana.

- ¿La que corría? Siguió de largo luego de tirar mi pobre manzana – dije fingiendo una completa indiferencia.

Donante de AmorOnde histórias criam vida. Descubra agora