Capítulo 23: Primer día de Clases

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Mi cabeza estaba a rebosar con todo lo que estaba pasando. Tres jodidas semanas y mi mundo se había vuelto de cabezas por culpa de Harry, y, la verdad, no sabía si ponerme a reír o llorar. Primero enterarme que mi hijo se convierte en un squib; segundo la llegada de Harry después de años de no verlo; volver al trabajo para ayudar al hijo de una amiga, que ahora ya no sabía si era o no amante, de Harry; de un día a otro, o tal vez tres más específicamente, mi hijo recupera el habla después de dos años de haber estado intentando que lo hiciera, gracias a Harry; seguido de la recuperación de mi madre que entabla una relación de complicidad con Harry; convivir con Remus nuevamente, aunque eso no era problema alguno; visitar la madriguera tantas veces que poco faltaba para conectar las chimeneas de ambas casas por la aceptación que habíamos tenido; aguantarme todas las historias de periódicos y revistas sobre los tantos romances de Harry para venir a enterarme de que era todo menos lo que comentaban esas páginas, aunque Ginevra nunca descarto que a Harry le gustaran las mujeres así que no podía estar del todo seguro; y ahora mi hijo exclamaba por ir al colegio al que Harry había inscripto. Todo, a excepción de la condición de mi hijo, parecía girar alrededor de un denominador común que era el maldito Harry Potter, el niño que vivió, sobrevivió, y volvió a vivir para joderme la existencia. Lo más frustrante de todo, era que no tenía la certeza de por qué aun no lo había cruciado para desquitarme. O quizás, estaba completamente seguro, la razón era tan sencilla que me desesperaba, pues amar a Harry Potter parecía una locura, y lo sostengo desde el primer día que me di cuenta de lo que realmente sentía por el héroe.

Ahora mismo, la mansión Malfoy nunca había estado en un caos tan estresante como cuando la habitaban los mortifagos junto a Riddle, o como cuando mi madre fue atacada por Rabastan al desertar en la guerra, o como cuando llegaron los Aurores a encarcelarnos a todos, o como cuando perdí el control y destruí cada adorno o mueble que tenía a mi paso, frustrado por la desesperación de perder a mi hijo y mi esposa. En esta ocasión, el estrés era tan placentero que no podía borrar la sonrisa de mi cara por más preocupado estuviese.

- Baja a desayunar con James, Draco – ordena Harry a mi espalda, asomando su cabeza por la puerta de mi recamara, logrando que diera un respingo al estar tan inmerso en decidir qué corbata usar con mi traje enteramente negro – La amarilla me gustó siempre como te queda – dice al boleo antes de desaparecerse.

Por más que lo había escuchado decir eso años atrás no quitaba la tensión y nerviosismo que provocó ahora mismo. Tener conciencia de los sentimientos de Harry me tenía descolocado. Pero ahora mismo, lo único en lo que podía pensar era en controlar mis sentimientos encontrados al hecho de que James experimentara su primer día de clases.

Me había pasado todo el día anterior intentando decirle a mi madre sobre la condición de James con la clara intención de sabotear su ida al colegio esta mañana, pero por una u otra razón, que ahora que lo pienso mejor fue culpa de Harry interviniendo en los momentos más inoportunos, no había podido. Tampoco tenía el valor de hacerlo, eso no solo destrozaría a James, sino a Narcisa que hasta el día de hoy desconocía todo al respecto, y para mi suerte, ni se había molestado en preguntar si James ya había tenido algún brote de magia como usualmente otros niños experimentaban.

Anoche tuve la necesidad de dormir junto a James en su cama, temiendo perderlo al dejarlo ir al colegio. No tuve el coraje para impedírselo al ver su emoción cuando Harry llegó para despertarlo y llevarlo a bañarse. Me quedé en su cama mirando el techo de su habitación, el cual estaba encantado y mostraba un cielo donde volaban pájaros y lechuzas, mientras escuchaba a Harry contarle alguna historia inventada, o no, no estoy seguro, sobre unicornios y caballos alados. Mi madre entra al cuarto sorprendiéndose de verme allí, pero parecía tan nerviosa como yo, por lo que no comentó nada al respecto y se dignó a sacar el uniforme de James para ayudarlo a vestirse como lo hacía conmigo cada mañana cuando tenía su edad, aunque nunca asistí a un colegio muggle.

Donante de AmorWhere stories live. Discover now