Capítulo 31: El orgullo a un lado

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Con la guerra y las refacciones del colegio, hubo muchas modificaciones. En las salidas a Hogsmeade habían Aurores en el área para proteger a los estudiantes. Las guardias nocturnas lideradas por prefectos, premios anuales y profesores eran más frecuentes, aunque innecesarias en cierta forma ya que con tantas protecciones no había forma que alguien entrara nuevamente. Había chimeneas nuevas que aún no estaban en servicio, pero que en un futuro brindarían una forma segura de escapatoria ante cualquier amenaza.

Algunos cambios también se veían en el área de enfermería donde nuevos aprendices eran tomados de la academia para ser entrenados por Madame Pomfrey y que la ayudaban a atender a los estudiantes que lo requerían, muchos tenían secuelas de la batalla.

Yo mismo había recibido tantos crucio que necesitaba pócimas para mis calambres, además de la poción para poder dormir sin soñar, aunque eran pesadillas y no sueños.

Una tarde, cuando me acerqué al despacho de Madame Pomfrey fuera del pabellón, choco con una joven vestida de bata blanca, era joven así que presumí que era una practicante como ya me habían informado en visitas anteriores. Me sorprendí cuando vi en ella los mismos gestos despectivos que yo mismo mostraba ante cualquier extraño, lo ignoré al suponer que me había reconocido como el heredero Malfoy, no era la primera vez puesto que mi cara usualmente salía junto a alguna noticia sobre mi padre que no eran pocas cuando intentaban desprestigiarlo.

Sin decir una palabra, ella sigue su camino hacia el pabellón en lo que pude ver que Harry estaba recostado en una de las camas hablando con Granger y los dos pelirrojos Weasley no de muy buen ánimo, seguramente regañándolo. Recordé que me había dicho que volvía en unos días, aunque no sabía que era una misión precisamente, no sé en qué habré pensado en ese momento puesto que era Harry Potter y no tenía otra cosa que hacer.

Tres Aurores los acompañaban también y se reían de la pelea entre Harry y Hermione, al menos hasta que se cruzaron con mi presencia. Me acerqué lo más cauteloso que pude hasta dejarme ver por el moribundo que me miró con alivio pensando que podría rescatarlo del suplicio de Granger, y por un momento así fue.

Todos tenían la mirada puesta en mí, aunque no todas eran amenazantes como la de los Aurores, por ejemplo. Iba a acercarme a un lado de Harry para saludarlo, pero la enfermera se entromete y le da un par de instrucciones a Harry junto a la pócima que llevaba en la mano. Bajo los reproches de todos, Harry se impuso para dejar el brebaje en la mesa a su lado para beberla en cuanto terminara el chocolate que degustaba con la excusa de no arruinarle el sabor.

- ¿Qué te hicieron ahora? – pregunté al fin, parado al pie de la cama con una actitud desinteresada para no agregarle más dramatismo al asunto mientras observaba a la enfermera insistir para que tomara la poción.

- Solo un poco de crucio por aquí y otro poco de crucio por allá... - comenta Harry con sorna mientras greñudo mirada con odio a la mujer y a Hermione, tomando en sus manos la bendita pócima.

En ese momento, el frasco que Harry pretendía beber termina estrellado contra el muro de piedra gracias a mi movimiento de varita repentino. Sorprendí a todos los presentes, pero eso no les impidió a actuar. Al instante tuve cinco varitas apuntándome por lo que había hecho, pero solo una bastó para que la enfermera de turno se estrellara torpemente contra las camas adyacentes, la de Ronald Weasley.

- ¿¡Pero qué hicieron!? – pregunta Ginevra sorprendida y asustada al ser empujada por un auror hacia su espalda para protegerla ya que no había tenido tiempo de tomar su varita por estar distraída con Luna.

Harry estaba sentado en medio de la cama con varita en mano en un patético intento de levantarse para detener todo el espectáculo. Miraba todo a su alrededor, pero no podía entender lo que sucedía y mi comportamiento. Yo, por tanto, arrojé mi varita sobre las piernas de Harry y alcé mis manos para demostrar mi rendición ante los Aurores.

Donante de AmorWhere stories live. Discover now