Capítulo 4: El Tono de Verde que Amo

1.3K 99 6
                                    

-------- ---- ------ ------

Decir que estaba triste era una ínfima parte de lo que en verdad sentía. Mi cabeza estaba abatida por el cruce de ideas, historia y desgracias después de la dichosa guerra. Claro que esperaba toda clase de repercusiones, pero aun así fueron demasiado. Mi padre, el poderoso Lucius Malfoy ya no existía. Morir de locura me parecía algo tan retorcido, humillante y denigrante aún si fuera el mismísimo Voldemort, aunque pensándolo mejor, así fue su final, peor, había sido a la vista de todos.

Por muy desgraciado, y vaya que lo fue, no se merecía eso. Pero que se podía esperar luego de ver como había terminado mi tía Bellatrix Lestrange al salir de la prisión de Azkaban, una lunática en demasía. El maravilloso "sangre pura" no había durado más de unos meses en ese lugar, claro que era la segunda vez que estaba allí. Ya no se si culparlo o perdonarlo, al menos lo segundo quizás pudiese, al menos un poco. Gracias a él me encuentro como estoy, solo.

Solo enfrentando el legado que me dejó en ese mundo que no hace más que hablar a mi espalda, ni falta me hacía practicar legeremancia con ellos para imaginarme lo que pensaban. Las miradas nunca faltaban, pero ahora tenía mi propia fachada para lograr ignorarlas, no ver a nadie. Funcionaría mejor si no tuviera esos inquietantes orbes verde esmeralda sobre mí todo el tiempo.

Inquietantes pero reconfortantes, al menos para mí. Aún no puedo olvidar ese día, en la estación del expreso de Hogwarts. No sé cómo definirlo, pero de tener todas las miradas encima, y, de un momento a otro, tener solo la suya, fue algo curioso quizás, puesto que él se las había llevado todas con su mera presencia. Aún más curioso fue que él me devolviera la mirada todo el tiempo, pero qué podría pensar que significaba eso además de odio o resentimiento por todo lo que implicaba mi presencia.

La verdad solo pensaba en lo devastado, pero imponente que se veía. Vistiendo su traje de auror que le quedaba impoluto, estaba hecho a su medida, y no me refiero solo físicamente. Su personalidad parecía acoplarse al traje, dándole el poder, la presencia y la actitud que se merecía tener, era el héroe de todos, al fin y al cabo. Incluso el mío luego de que declarara a mi favor, aunque fuese por lástima se lo aceptaba, solo por esa vez.

El héroe había madurado demasiado, hasta había crecido unos centímetros más de cómo lo recordaba, adicionales a las botas que llevaba puestas. Su rostro también había cambiado ligeramente, con rasgos más finos y toscos a la vez, pero aun así no perdía ese toque humilde que siempre tenía, por más serio que intentara ponerse en ese momento, en el que sospecho quería ignorar a todo el mundo. Hasta cabreado parecía estar, y con todas esas heridas no era para menos. Maldigo al osado que se atrevió a marcarlo de esa forma, y a Potter también por meterse a auror.

Ya me parece irracional querer ponerse al borde de la muerte constantemente, pero ¿de qué otra forma podría terminar el héroe del mundo mágico? Un auror, que dejaba en claro que era un mago excepcional siendo el más joven de la historia, y que además seguía vivo, pero eso parecía que nadie lo tenía en cuenta. Solo hablaban de cada arresto que lograba, incluso resaltaban su nombre en un intento de dar alivio a la gente para que supiesen que el héroe seguía cuidándolos, y vaya que funcionaba, porque no había muchos disturbios. Lógico que también las amenazas del ministro con encerrar a cualquiera por un mínimo error que se cometiera tenían mucha influencia, tenían a todos en regla. Claro que eso no podía modificar lo que las personas opinaran.

De ese día ya pasaron un par de semanas, casi un mes, y ya me estaba desesperando porque por más que me gustaran esos ojos verdes, no dejaban de acosarme. Mas irritante era que no sabía por qué, aunque no podía ser tan difícil de imaginarlo. Por más que no llevara su traje, Potter seguía siendo el auror favorito de todos. ¿Qué otra cosa además de seguirme y vigilarme podría hacer sino? Como si estuviera en posición como para meterme con alumnos que son iguales de irritantes como lo está siendo él. A decir verdad, no me molestaría torturar a uno que otro, solo por el placer de desestresarme, pero tener a mi madre inconsciente en el hospital me mantenía lo más racional que podía. Cualquier cosa que hiciese, si tuviera ánimos de hacerlo, podría perjudicarla, mucho había conseguido que le quitaran la sentencia en prisión, desconocía cómo había ocurrido aquello y se negaban a decírmelo. El apellido Malfoy ya no tenía ningún poder de intimidación al parecer.

Donante de AmorUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum