• Prologo •

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— Advertencia —

Este libro contiene violencia física, torturas y temas del machismo. Se recomienda discreción al lector.

A lo lejos de la manada Moon Light una disputa se llevaba a cabo entre la manada de Tigres y Lobos. Armand, Alfa de la Manada Black Stripe y Edgar, Alfa de la manada Eclipse luchaban para ambos defender a sus cachorros, cuerpo contra cuerpo.

De lado derecho se encontraba una niña de 11 Años, y del lado izquierdo un niño de 12 años, ambos viendo como sus padres peleaban entre ellos, rogando por que ambos salieran vivos de esa sangrienta batalla.

El tigre teniendo más ventaja de su altura y fuerza toma por la nuca al lobo negro y lo azota contra varias piedras filosas y árboles partidos por la fuerza de sus golpes abriéndole todo el costado derecho y parte del lomo.

El ya no iba a durar mucho y lo sabía, ya no estaría para poder protejer de su pequeña hija. Con dolor, le dedica una última mirada a la niña, pidiéndole perdón por no ser más fuerte y por no poder estar a su lado durante los años venideros, pero dejaría una huella de su existencia, para que todos recuerden que no es imposible dañar a los Tigres.

De un gran impulso brinca sobre la cabeza del gran tigre de bengala y clava sus colmillos en su ojo derecho causando una gran hemorragia.

Pero eso solo lo hizo enojar aún más.

El acantilado estaba ahí, no había que ser un genio para saber que iba a pasar, solo había que esperar a que pasará. Edgar ya no podía más, había perdido mucha sangré. Su error fue pararse frente a el. Solo un pequeño golpe basto para que su cuerpo ya casi inerte callera por el, golpeando toda clase de rocas y ramas salidas que se interponian en su camino. Eran casi 500 metros de caída. Había muerto.

—¡Papá! —gritó al punto del llanto la pequeña Laura.

Aquel Tigre, frente a ella y sin piedad le arrebato todo en un solo instante. Su padre ya no estaba y ya no estará para cuidarla una vez más.

Después de unos minutos y que el llanto de Laura se escuchará por todo el bosque, Armand se convirtió una vez más en su forma humana casi desnudo solo llevaba unos pequeños boxers. Su rostro se había teñido de carmesí gracias a la herida mortal que le había echo Edgar antes de morir. Se acerca a una pequeña maleta que llevaba con el antes de iniciar la batalla y saca una manta que se pone en el ojo y hace presión para intentar detener el sangrado.

Se gira hacia su hijo, el pequeño Adam. Sus ojos muestran un terror absoluto. No por la herida de su padre, quizás por qué nunca lo había visto matar a alguien de una forma tan cruel y sanguinaria.

—Hijo, ven acá —Dice Armamd mientras se pone de rodillas, el pequeño Adam duda un poco, pero avanza hasta el —Esto hijo mío, es lo que tiene que ser —apunta hacia el barranco —Solo nosotros debemos estar aquí, ellos solo se interponen en nuestra victoria —pone la mano sobre la cabeza de su hijo, quien al instante baja la mirada —Aquella niña a la que tu llamabas amiga es tu enemiga, y dentro de unos años tu tendrás las manos llenas con su sangre. ¿Me oíste? —El pequeño Adam no reacciona, la sola idea de matar a Laura le oprime el pecho.

—Pero, padre ...

—No quiero excusas Adam —lo interrumpe de mala gana —Tu serás el nuevo Alfa Supremo y para ello Matarás a Laura Smith —lo jala de los hombros —Harás qué me sienta orgulloso de ti —Aquellas palabras lo cambiaron todo. No había nada más en el mundo que Adam deseará más que su padre estuviera orgulloso de el.

Se giro a su antigua amiga, quien no dejaba de llorar, se abrazaba a si misma intentando obtener algo de calor. Tendría que matarla, tendría que dejar de lado todo el amor y cariño que llegó a tenerle. Ella lo miro, el ya no era su amigo, el se fue. Había muerto junto con su padre aquel día. Ahora solo tenía frente a ella a su mayor enemigo.

Huyendo Del Destino ©Where stories live. Discover now