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L  A  U  R  A

—¡Apúrate Javier! —acomodo las últimas ondas de mi cabello y las desordeno un poco.

¿Qué estoy haciendo?. Me arreglo un poco formal un sabado treinta de Abril.

Obvio, ¡Tengo una boda!. Tengo que ir deslumbrante. Mi mate se casa y claramente tengo que ir como toda una diosa griega.

Acomodo el tirante de mi vestido con corte de sirena color vino. Quizás algo exagerado, he escuchado que en las bodas de los humanos no se puede llevar rojo porque es un color más llamativo que el blanco de la novia.

 Quizás algo exagerado, he escuchado que en las bodas de los humanos no se puede llevar rojo porque es un color más llamativo que el blanco de la novia

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Solo espero que los tacones de plataforma que elegí aguanten el terreno en el que me imagino harán la ceremonia.

—Ya voy —se asoma por la puerta de mi cuarto.

Se ve muy bien con ese traje de mesero.

—¿Listo?, Vámonos —regreso a mi cama y tomo la navaja de plata de mi padre, por si acaso se llega a necesitar.

Salimos de la casa muy rapido, ya se nos hizo tarde. La ceremonia empieza a las seis, ya van para las cinco y cuarenta. Lo bueno es que somos manadas vecinas y puedo llegar en pocos minutos.

Varios de mis hombres están frente a mí con las camionetas listas para arrancar. 

—Alfa. Estamos listos para salir —hacen una pequeña reverencia de manera firme.

—Primero que nada quiero agradecerles por ayudarme en esta locura. Pero con este golpe les garantizo que ya no habrá más sangre derramada en la manada Eclipse —todos sonríen con esperanza y alegría.

Eso es lo mejor que nos podría pasar. Ese sería el legado que dejaría en este mundo.

Entramos todos a las camionetas. Javier manejará el mio para que yo no me maltrate los tacones según el. En el espejo reviso mi maquillaje para asegurarme que todo este en completo orden.

—Si ya no quieres continuar con esto. —analizo su mirada preocupante por mi.

A lo mejor si me quiero rendir, dejar que las cosas pasen y que la muerte me alcance. Pero no. No puedo dejar qué esa boda se consuma.

—Eso jamás. Arranca, qué se nos hace tarde—mientras el sonido del motor ruge y avanzamos me dejo caer sobre el asiento.

A  D  A  M

Cinco y treinta de la tarde.

Seco mi cabello con una toalla mientas lanzo  mi traje sobre la cama. Creo que hoy debería estar feliz. Me caso en media hora con una mujer hermosa y arrogante. Pero no es la mujer hermosa y arrogante con la que me queria casar.


Cuando supe que se marcharía a México un impulso descontrolado me hizo seguirla y querer hablar con ella.

Huyendo Del Destino ©Where stories live. Discover now