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L  A  U  R  A

Justo ahora acabo de cumplir veinticuatro horas aquí. No he descansado nada.

Hace poco salí por unos artefactos que estaban en el auto y me encontré con  otra de las consentidas de la manada, me dijo que no tenía derecho a hacer lo que hacía. Qué podía ir matando a todo asesino y violador pero cuando yo mataba a alguien nadie me decía nada.

Eso es algo con lo que he tenido que lidiar desde pequeña. En mi área de especialidad soy la loba encargada de torturar, matar, o humillar a cualquiera que me pida mi Alfa con tal de obtener la información necesaria, y no me pasa nada porque así lo demandan los alfas del consejo. Así es aquí. Y a quien no le guste hay manadas de Rogues por todo el bosque.

Admiro con orgullo la imagen frente a mi mientras bebo el agua de mi botella.

—Creo que está vez si te pasaste —susurra Amon tras de mí.

Frente nuestro está José colgado del techo sujeto por una cadena de plata con un brazo a punto de separarse de su cuerpo. Aunque no es mucho peso el que tiene que cargar. Ya con solo una pierna no debe pesar mucho.

Gracias a la bruja de la manada que lo conjuro no ha dejado de sentir. Mi idea es que sufra hasta el último momento de su existencia. Tal y como María lo hizo.

Niego con la cabeza.

—Si me conoces sabes que le estoy dando un trato tranquilo.

Camino hasta donde está José y lo libero de las cadenas que lo sostienen pero no sujeto su cuerpo, al contrario dejo se se golpe de lleno contra el suelo. Suena como una marioneta que se acaba de caer

—Levantate José —hablo seca —Hazlo

Se arrastra como un perro hasta una mesa anclada a la pared con la que se sujeta con dificultad y poco tiempo después está parado frente a mi.

Sonrio victoriosa, ningúna terapia es mejor que esto.

—Amon sal de la habitación —le pido sin mirarlo.

—Te espero afuera —el sonido de la puerta cerrarse me da a entender que solo estamos el y yo.

—No te dejarán hacerlo —habla por primera vez en casi diez horas —Cuándo se enteren que me vas a matar te van a detener. Incluso te van a implorar que sean ellos los que tomen mi lugar —trata de sonreír pero solo me muestra sus dientes bañados en sangre —Te carcome la idea por dentro, no eres capaz de sacrificar a inocentes.

El vago recuerdo de como murió América y los cachorros de la manada Black Stripe me cruzan por la mente. Ellos eran seres inocentes pero eran leales a Adam.

—Te sorprenderías si te digo que está no es la vida que esperaba para mí  —se muestra confuso —Yo no pedí ser una asesina a sangre fría. Yo quería una vida normal a lado de mi familia. Desde que tengo trece años me la vivo en celdas, torturando y matando a todo que se me atraviese en el camino por órdenes de mi alfa que por cierto me odia —doy vuelta y camino a la salida —Hace unos meses asesiné a todos los cachorros de la manada Black Stripe cómo venganza por dañar a los míos. A seres inocentes —hago énfasis en la palabra "inocentes" —Entonces imagina cuántas veces me han maldecido y amenazado. Mis manos están llenas de sangre pero sigo durmiendo con gran tranquilidad.

Cierto la puerta y después de algunos pasillos salgo de las mazmorras. El aire limpio y puro llena mis pulmones.

—¿Le diste un consejo para evitar que sean dolorosas sus últimas horas? —me giro a la sala donde está Amon viendo la televisión. Un canal de noticias.

Huyendo Del Destino ©Where stories live. Discover now