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L  A  U  R  A

Hace no más de seis días La Manada sufrió un incendio que se cobró la vida de sesenta niños y adolescentes. Creí que era un accidente pero no pasó mucho para que me diera cuenta que Adam y su grupo de idiotas fueron los responsables de el.

Tengo en mi mano una carpeta con el informe de toda la manada de Adam, pero de algo muy en específico e importante.

Flash Back

Al terminar el velorio y entierro de los niños regresamos rápidamente a casa Javier y yo. Fabiola se quedó ayudando a recojer los escombros de las escuelas.

Pensar que lo más fácil sería matarlo de una vez por todas, pero si el muere yo iría tras el. Mi loba no aguantaría mucho sin su pareja.

Camino de un lado al otro del despacho pensando. Ideando un plan para cobrarsela a Adam

—Quiero que consigas información—Lo miro sin detenerme

—¿Sobre qué?

—Los niños de Black Stripe, estudios, protección —un golpe bajo

—Alfa, perdón que dude de usted —lo miro confusa deteniéndo mi paso — Pero ¿No se ha derramado suficiente sangre ya?

—Javier... —inclino la cabeza —Ese cabron acaba de matar a sesenta cachorros indefensos. Yo no inicie esto —niego —Pero si lo voy a terminar para que él y todos vean que si me la hacen se las regreso diez veces peor.

Fin del Flash Back

Hoy en dos horas todos los cachorros de Black Stripe serán evacuados de la Manada y serán enviados a Noruega para evitar que yo los dañe.

Mata a toda una generación de los míos ¿Pero los suyos saldrán ilesos? No. No lo voy a permitir.

Saldremos en poco tiempo, debo apresurarme. La puerta del despacho se abre y entra un Javier haciéndome reverencia.

—Alfa, ¿Está segura de querer que los padres de los difuntos cachorros vengan? -

—Si ¿Porque? —inclino la cabeza

—Ellos ya se enteraron a lo que vamos a Black Stripe y estan empezando a dudar.

—¿Como está eso? —pregunto confundida y un poco molesta.

—Ellos saben lo que es perder a un hijo. No les desean eso a los Tigres por mucho que los odien.

Me pongo de pie y salgo del despacho y de la casa a paso fuerte. Todos están en 4 filas rectas mirando a la casa. Salgo y me reverencian una vez más.

—¡No sé agachen! —les ordenó.

Unos me miran nerviosos y otros confundidos

—¿Qué es lo que se está rumoreando? —pregunto con voz fuerte —¡¿Unos Cobardes?! —todos bajan la cabeza —¿Eso es lo que les enseño mi padre? —pregunto con un toque de sadismo en ni voz —¿A tener piedad por aquellos que jamás la han tenido por ustedes?

Se miran entre ellos obligándose a contestarme.

—Mi padre no cuido ni protegió a unos canallas para que cuando tuvieran que luchar se arrepintieran por lastima a los demás.

Uno de ellos, de los más jóvenes levanta la mirada y da un paso al frente.

—Yo no lo haré, por mi Cachorro que no lo haré —dice convencido.

Con que eso quieren. Muy bien.

—Bien —sonrio —¡Escuchen todos, y escuchen muy bien! —miro a Javier quien tampoco está muy feliz con la idea —Si me llego a enterar que uno de ustedes dejo escapar a un solo niño. El suyo tomará su lugar —

Me miran incrédulos y asustados aún sin creer que fui yo quien dijo esas palabras.

—Es lo que querían, ¿No? —los examinó a todos —Salimos en cinco. A los autos.

¿Qué estás haciendo? me pregunta débil.

—¿Te sientes bien? —me preocupo por su tono de voz

—¡Claro que no!. Me hace daño no estar cerca de mi mate y lo sabesle resto importancia

—Ah, sólo eso —entro una vez más a la casa y tomo la pequeña maleta que deje en el despacho antes de salir.

Regreso a los jardines y lanzo la maleta a la cajuela del carro. Salgo de la Casa y ya están todos afuera en sus autos y otros en sus motos.

—Qué la luna me perdone —susurro y arrancamos hacia Black Stripe

El recorrido es más largo de lo que recordaba. Bueno a decir verdad hace años que no hacia este recorrido.

Pasaron quince minutos y llegamos a la carretera por dónde pasarán los camiones con todos los niños de Adam.

Bajamos de los autos y se esconden en los abundantes arbustos que hay aquí. Yo regreso a la cajuela y saco la maleta con el arco y las flechas de plata que me van a ayudar a detenerlos.

Subo a unas rocas grandes pero cubiertas que me permiten ver toda la carretera y cuando vendrán los camiones.

Armo el arco y con mucho cuidado saco las flechas ya que en la punta tienen plata. Me agachó un poco y solo esperamos a que vengan a una muerte segura.

El sonido del motor de los camiones ya se acerca. Mis lobos ya están listos para matar a quien se les ponga enfrente.

Coloco la flecha en el arco y apunto al conductor del primer camión de los tres. Cuando tengo fijo mi objetivo lanzo la flecha y está se entierra justo en su cuello matandolo al instante. El camión pierde el control y se voltea golpeando a los demás tras el.

Los lobos salen de su escondite y se lanzan sobre los camiones matando todo lo que esté a su paso. Los conductores intentan transformarse pero no lo logran, son matados antes de hacerlo. Javier toma a uno en sus fauces y lo lanza unos metros cerca de mi.

—Alfa... Nos están atacando... ¿Me escucha? —corro hasta el y le rompí el cuello antes de que diga una palabra más.

Repite Kall ¿Los están atacando? —es Adam, demonios —Kall responde, ¡Kall! —los gritos desesperados de los niños llaman mi atención —¿Kall me escuchas?

Rompo el radio con las manos y lo tiró lejos de mi.

—¡Vámonos muchachos! —me levanto y volteo a mis hombres.

Una escena perfecta para vomitar. El suelo se ha llenado de sangre pintandolo de ese color carmesí. No parece que los que acaban de morir fueran niños, solo hay órganos y ropa rota. Los 95 niños han desaparecido de la tierra y de la manada.

Lanzo la orden y todos regresamos a los autos para irnos de ahí porque Adam está por llegar con nosotros. Ordenó a la manada regresar a Eclipse y esperarme ahí.

Me detengo a metros de la escena del crimen y bajo del auto. Me quedo ahí, parada, solo mirando la tragedia. Adam y los demás ya llegaron. Impresionados y asustados miran las acciones de su Alfa.

Si tan solo hubieras dejado las cosas como estaban, no sé derramaría toda esta sangre inocente. Tu lo iniciaste, yo lo termine.

Huyendo Del Destino ©Where stories live. Discover now