Decisiones.

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03 de Noviembre, 1981, 17:43 pm.

Severus fruncía profundamente el ceño. Él era un hombre; tal vez no el mejor ni tampoco el peor, tuvo que pasar por muchas cosas para poder tomar buenas decisiones, pero al final del día él estaba con quienes tenían que ganar para que el mundo mágico fuera libre y mejor, le gustaba ayudar (anónimamente) a todo aquél que necesite pociones y no pueda pagarlas (como el lobo Lupin), mejorándolas con el tiempo para que no sea tan asquerosa tomarlas (si es tienen que tomarlas por el resto de una vida, por supuesto); pero antes de eso, vivió e hizo mucho, en especial como mortífago: escuchando gritos de súplicas, sangre en sus manos (más o menos), atrocidades que sus propias creaciones hacían en las víctimas, los golpes y torturas. Sí, Severus Snape pasó por muchas cosas, más malas que buenas, pero las pasó, y no se puede modificar el pasado, para su mala suerte.

En especial ahora, donde Severus lamenta más de una decisión tomada por voluntad propia.

Tal vez la primera decisión de todas las que tomó que más lamenta fue dejar que el padre de su mejor amigo le dijera al Señor Tenebroso sobre la profecía que habían escuchado. Su amigo se había disculpado demasiado para ser él, y él mismo había estado culpándose todas las noches, cuando sabía que el niño que cuidaba estaba felizmente seguro y dormido.

La segunda decisión que (trata de decirse -mentirse- a sí mismo) más lamenta, fue el momento en que decidió adoptar legalmente al niño anteriormente nombrado. Se preguntaba, en momentos como éstos, si no era lo mejor dejar al niño en algún orfanato muggle o algo así, o mandárselo por correo al lobo, donde sea esté.

Unos pequeños bufidos que simulaban ser un motor de un bote salían de la boca del niño de ojos esmeraldas, mientras una de sus manos salpicaba en el agua y la otra sostenía una lancha de madera que movía sobre el agua enjabonada a una temperatura cálida. El niño estaba sentado en la bañera, con su cuerpo totalmente mojado y sus cabellos desordenados con champú; él niño estaba muy divertido, al parecer sin importarle demasiado sus alrededores. Hace no menos de cinco minutos que Severus no hacía nada más que mirarlo, perdido en sus pensamientos, donde el niño había dejado de llorar para reírse fuertemente y luego ignorarlo por completo.

Severus, con sus túnicas y cabellos totalmente mojados y una mirada helada en sus ojos, se repetía una y otra vez el por qué se encontraba en ésa situación, justamente él.

—¿Y si la próxima simplemente me señalas qué quieres?— Severus habló luego de unos minutos, y el pequeño Harry lo miró con sus ojos brillando en diversión y tranquilidad, aún moviendo suavemente su mano libre sobre el agua.—Con magia accidental no solucionarás todos tus problemas, niño tonto.

Harry rió, como si entendiera perfectamente todo lo que Severus le dijo y no le importara en lo más mínimo. Severus frunció el ceño, bufando, y se anotó mentalmente recordar los juguetes de baño del niño para la próxima, así evitaba otra inundación en su baño principal. También se anotó no utilizar buenas túnicas cuando le toque bañar a ese demonio.

Una Historia Diferente [Severitus]Where stories live. Discover now