92. Corazón de Esmeralda

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Pasaron unas semanas desde la boda y la coronación de Ezra, todo comenzó a tomar su lugar. Ya no quedaban ni rastros de lo que alguna vez fue el pesar de todos.

Esmeralda se sentía en su hogar mucho más que nunca. Vivía con su madre, la señora Fibi, su querido perro Seo, sus amigos Dimitri e Iniesto, veía muy frecuentemente a Nereida y a sus hijos. Simplemente tenía todo lo que siempre había deseado, solamente faltaba una sola cosa para completar aquella felicidad. Esmeralda se encontraba en el Gran Balcón admirando la belleza del reino, cuando de pronto alguien entró a la habitación real.

—Amor —llamó una voz mucho más que familiar—, te traigo dos sorpresas.

—Dígame, majestad —rió la joven admirando a su esposo entrando por el balcón.

—Por aquí, por favor —indicó Ezra a unos sirvientes que traían empujando un carrito con una charola repleta de pastelitos de cereza, después de recibir las gracias se retiraron—. ¡Sorpresa!

—¡Cerezas! —gritó emocionada la Reina tratando de tomar uno, pero su esposo detuvo su mano y la miró.

—No, aún no, primero una carta de nuestra dulce, tierna y amable amiga, Celta —expresó el Rey sonriendo mientras lo decía y sacaba la carta.

—¿Una carta? —preguntó Esmeralda tratando de leerla—. ¿Qué es lo que dice?

—No lo sé, no la he leído —dijo Ezra abriéndola, su esposa trató de arrebatársela pero él la esquivó ágilmente—. Oye, oye, espera.... Ahora somos marido y mujer y leemos cartas juntos —comentó cómicamente el joven, abrieron la carta y comenzaron a leerla.

Queridos Esmeralda y Ezra:

Lamento que el Ejército Rojo se quede sin General, pero realmente necesitaba irme. Regresaré pronto, no creo tardarme demasiado, espero en verdad no tardarme demasiado. ¿Recuerdas el cuaderno que me regalaste, Esmeralda? El que contenía símbolos extraños, pues resulta que no eran locuras de una mujer, es una realidad, no puedo decirte demasiado, sólo puedo decirte que tengo que evitar que estos hombres lleven a cabo su plan.

No se alarmen, yo lo tengo todo bajo control, mantenme informada de todo lo que ocurra en el reino Esmeralda (ya sabes cómo). Yo también te mantendré al tanto de mi misión, estaré viajando por toda Imperia. Díganle a Dimitri e Iniesto que el Ejército Rojo ahora está a su mando, que lo manejen con cuidado y sensatez.

Deséenme la mejor de las suertes.

Saludos, Celta.

—El cuaderno de Dulce —pronunció Esmeralda al terminar de leerla.

—¿Nos pide que no nos preocupemos? —preguntó Ezra confundido.

—Cariño, es Celta, nadie puede vencerle —afirmó Esmeralda dándole un beso a su esposo.

—¿Creíste que algún día llegaríamos aquí? —preguntó el Rey a su Reina antes de abrazarla.

—Tenía mis sospechas —respondió sonriente la chica causando una risa en su esposo.

—Me alegra estar aquí contigo —dijo el chico tomando un par de pastelitos de cereza—. En el Gran Balcón, comiendo pastelitos de cereza, como dijiste cuando éramos niños —recordó dándole uno de los pastelitos a ella.

—A mí me alegraría estar en cualquier lugar, comiendo cualquier cosa o sin haber comido en un año. Estaría feliz de estar contigo en donde sea, Ezra —confesó la joven Reina dándole un beso mientras recargaba su pastelito en el balcón.

—Me he vuelto un poco más débil cada segundo junto a ti —dijo el muchacho mirándola a los ojos.

—¿En qué sentido?

—Digamos más débil de voluntad y más fuerte de espíritu —contestó él acariciando su cabello.

—Tú me has vuelvo invencible —dijo Esmeralda pasando sus dedos por el rostro de su amado.

—¿Cómo hacerlo si ya lo eras? —afirmó Ezra recargando su frente contra la de ella causándole una sonrisa.

—Prométeme que jamás te irás de mí —pidió ella suspirando—. Eres la mejor parte de mi historia.

—No puedo irme de ti, aunque así me lo propusiera... Es que una ladrona de ojos verdes robó mi alma —expresó sonriente.

—¿Por qué no le pides a los guardias que la encuentren? —propuso riendo la Reina.

—Ya lo hice.

—¿A sí?

—Sí.

—¿Y la encontraron?

—La encontré, por supuesto.

—¿No la encerraste?

—Claro que sí —declaró el joven Rey—. La encerré muy profundo en mi corazón para que jamás se me escapara, pero ella todavía tiene mi alma es que...

—Es que ella tampoco la quiere soltar —completó su esposa mirándolo intensamente.

—Ella me hace hablar como un romántico —dijo Ezra sonriendo con ternura—. Me hace hablar como un romántico cuando hasta hace un segundo era un guerrero.

—Es que no puede evitar enamorarse del guerrero. —Esmeralda le dio un abrazo y después tomó de nuevo los pastelitos—. De hecho no puede evitar enamorarse de ti en tu totalidad.

—No te preocupes, yo la amo de la misma manera. La amaré todos los días de mi vida, tan fuerte como pueda... Te podría apostar que puedo ganarle —dijo él sonriendo en la última parte.

—¿Es un reto? —preguntó ella abriendo la boca.

—Para toda la vida.

Ezra acercó el pastelito a su boca y fue sorprendido por un suave golpecito por parte de su esposa que provocó que hundiera toda la cara en el postre. Él hizo una expresión de sorpresa y comenzó a reírse, tomó el pastelito de Esmeralda y repitió la acción que hizo ella con él.

Entraron a su habitación muertos de la risa, llenos de betún de cereza, pero también llenos de vida, de esperanzas, con una vida por delante y muchos recuerdos detrás.

Eran la nueva esperanza del reino, pero también eran la esperanza entre ellos mismos. Esmeralda había entendido que su madre tenía mucha razón. Todo lo que ella sufrió, las veces que lloró y las que se rió eran pasos que la conducirían poco a poco a su destino. Un destino brillante que la vida le tenía preparado, porque, después de todo, la vida jamás se equivoca.

FIN.

¡No olviden pasar por los últimos capítulos! Imperia aún no ha terminado

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¡No olviden pasar por los últimos capítulos! Imperia aún no ha terminado... Si les ha gustado el libro, me ayudarían MUCHÍSIMO si fueran a la página "Good Reads" a puntear la historia con las estrellas que deseen. ¡El link está en mi perfil!

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Where stories live. Discover now