Imperia: Corazón de Esmeralda | Primer libro ✨

65. Vacaciones en un suspiro

El sol se estaba levantando aún, Nereida admiró un paisaje tan hipnotizante; inhaló un poco de ese aire de libertad que ahora saboreaba, después de todos los eventos sucedidos, era el momento de ir a la casa de la que creyó que tendría que despedirse pronto, pero que ahora ya era suya. El lugar en donde criaría a sus futuros hijos y escribiría una historia, una gran aventura a lado de ese hombre tan maravilloso con el que se había casado.

Se despidió muy temprano de sus amigas para poder partir lo más pronto posible a su nueva casa. Shinzo tenía planeado pasar las vacaciones con su familia, así que también se despidió para tomar su carruaje a Lífinis, lo que dejó a Kimiosea y a Esmeralda solas en el carruaje a Lizonia.

Inició así el viaje hasta su preciada región de origen, gastaron todo el camino charlando acerca de Nereida y de la fabulosa ceremonia que tuvo; hicieron las paradas habituales, todo fue como en primer año, el cochero era el mismo así que ya sabía la dirección a la cual ir.

Pareciera que hubiese pasado un suspiro cuando ya estaban frente a la bella casita de Esmeralda. Kimiosea le dijo que esta vez pasaría todo el verano con su madre, pero que le deseaba que se la pasara muy bien, además de que se verían dentro de dos meses para regresar al cuarto curso, así que se despidió y se fue. Esmeralda caminó hacia la puerta de su casa, dio un suspiro, sonrió y llamó a ella.

—¿Quién es? —preguntó una voz desde adentro de la casa.

—Adivina —dijo riendo la chica y la puerta le fue abierta de inmediato.

—¡Esmeralda! —expresó su madre abrazándola.

—¡Madre! ¡Te he extrañado tanto! —le dijo la muchacha a Mim que soltaba algunas lágrimas.

—Hace dos años que no te veo, mi niña —recordó la mujer—. Pasa, te prepararé una rica sopa y me contarás cómo te ha ido.

—Sí, mamá —respondió la chica limpiándose algunas lágrimas y entrando a la casa.

El lugar era justo como lo recordaba, con ese aire tan hogareño y dulce que la hacía sentir de inmediato protegida. Se sentó en la mesa y su madre le sirvió un poco de sopa; el dulce aroma que tenía la comida de su madre no tenía comparación, ni con el Shésimu. Ese sazón que tenía despertaba sus sentidos y relajaba su mente.

—Cuéntame, Esmeralda, ¿qué ha pasado en estos años? —preguntó la mujer sentándose a su lado—. No es lo mismo leer una carta que me lo cuentes en persona.

—Bien... Pues en segundo volví a ver al príncipe... Más bien, al rey Ciro —recordó sonriente la muchacha.

—¿Y lograste hablarle? —interrogó ansiosa Mim.

—No, no pude, pero estuve a punto de hacerlo.

—Ya verás que alguna vez podrás conocerlo —animó la mujer y su hija tomó una cucharada de su humeante sopa.

—Eso espero, madre... Por cierto ¿adivina qué sucedió? —dijo emocionada la muchacha.

—¿Qué?

—¡Nereida se casó! —expresó Esmeralda y su madre sonrió—. Se casó con Iniesto antes de que saliéramos de vacaciones.

—¡Qué alegría por ella! Mándale mis más sinceras felicitaciones —pidió la mujer y se levantó—. Tengo el día libre, ¿quieres ir a pasear?

—¡Claro! —dijo emocionada la muchacha y trató de comer a toda velocidad.

No tardó mucho en terminar con la deliciosa sopa, se quitó el uniforme y se puso algo mucho más cómodo. Salieron a caminar por los alrededores, era ese aire de verano el que las relajaba, charlaban sobre todo lo que había sucedido durante esos dos años en los que no se habían visto. Los árboles parecían más verdes, el agua más fresca, el cielo más azul, todo era perfecto; Mim relató que la casa jamás fue vendida, pero que continuaba disponible, la chica se rehusaba a viajar a Alúan, ya no tenía la misma visión que cuando pensaba acudir a la excursión del profesor Tausum.

De regreso del paseo se dispusieron a tomar unos refrigerios, todos esos eran momentos inolvidables que se formaban poco a poco en la vida de las dos.

Los días fueron pasando y pasando, todo en un estado de relajación incomparable. Si bien Esmeralda se quedaba sola cuando su madre se iba a trabajar, cuando ésta regresaba se la pasaba de lo mejor, esas vacaciones se estaban yendo en un suspiro.

Cuando menos se dieron cuenta ya había pasado el primer mes vacacional y llegó el paquete de Esmeralda, primero abrió la carta, como siempre.

Estimada estudiante Esmeralda Daar:

Me complace informarle que obtuvo las notas necesarias para obtener su pase al cuarto y último grado. Ésta vez solamente le adjunto su horario, además de los nuevos útiles escolares, le hago saber también que ya no necesitará de mucho material.

Dentro de un mes, el transporte pasará por usted, no tengo que recordarle que ya debe estar portando su uniforme cuando llegue a la escuela.

Esta vez la señora Nerzo revisará sus cartas con sumo cuidado, ya que el cuarto curso es exclusivo para los alumnos con las notas requeridas.

La felicito por haber cursado ya tres años en el Coralli y le advierto que cuarto grado es uno de los cursos más pesados, pero también de los más satisfactorios.

Atte. Derié Donur, directora del Coralli.

La chica dio un suspiro y miró su horario, era igual de corto que el de tercero, sólo que ya no había más asesorías, ni tutorías, ni nada que se le pareciese, sólo cinco materias: Contabilidad, Historia, Estrategia Económica, Redacción y Lengua. Se sintió feliz al saber que volvería a ver al profesor Dahen, pero no tanto al mirar que era cierto que el profesor Tausum no les daría más clases.

El mes se fue volando y cuando menos lo notaron ya estaba el carruaje frente a su puerta, Esmeralda se despidió triste de su madre, otro año sin verla. Kimiosea bajó a despedirse de Mim y después volvió a subir al carruaje para partir junto con su amiga a la escuela.

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-Sweethazelnut.