79. Lirastra Bisnia Fidanchena

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Con la noticia del baile la Lirastra incrementó la dosis de lecciones para ambas niñas. Quería que sus descendientes lucieran absolutamente perfectas y que se comportaran de igual forma, por ello, las saturaba con exigencias y protocolos. Y así sucedió aquel día que tomaban una estricta clase de baile impartida por su madre, justamente en el salón en el que fue condenada Esmeralda.

—Debes mantenerte recta, Diesta, como tu hermana —indicó la Lirastra Fidanchena.

La niña hacía un esfuerzo tremendo, su frente se comenzaba a tornar ligeramente roja, miraba a su madre con ojos que imploraban piedad; mientras que su hermana, Bisnia, estaba ejecutando el baile a la perfección.

—Esmeralda, trae el abanico de Bisnia, creo que está lista para aprender la segunda pieza.

—Sí, Lirastra. —La joven caminó hacia la puerta y soltó un suspiro.

El amiente era sumamente denso cuando la Lirastra Fidanchena estaba presente. Su aire de superioridad tumbaba a cualquiera, nadie se atrevía a contradecirla ni a levantarle la voz. Su pesar siempre fue Diesta, nunca quería obedecer órdenes, prefería salir a jugar a los jardines que quedarse a leer un poco de Obinoca.

Esmeralda entró al enorme cuarto de Bisnia y tomó el fino abanico de la niña, bajó la mirada cuando se percató de que tendría que volver a ese horrible lugar.

—Un paso adelante, junto, un paso atrás y reverencia. ¡Vamos, Diesta! —le gritó su madre desesperada.

—Un paso en... ¿frente?... Y reverencia —titubeo la pequeña.

—No, no, no. —La Lirastra se sentó en una de las sillas que rodeaba el salón y sacó su propio abanico—. Es suficiente por hoy. —La niña se retiró entre satisfecha y apenada.

Bisnia esbozó una sonrisa, su madre se levantó de la silla y caminó hasta el centro del salón.

—Hace poco que cumpliste quince años, mi pequeña —le dijo la Lirastra a su hija—. No sabes cuánto esperé para decirte esto: Estás lista para convertirte en Lirastra. —Los ojos de la niña se llenaron de ilusión, jamás había imaginado ese momento, ser una Lirastra era su sueño más grande, tanto esfuerzo daba frutos al fin—. Decidí adelantar tu ceremonia para la próxima semana, ya que estaba planeada para dentro de cuatro meses y quiero que asistas al gran baile del Rey ya convertida en la Lirastra Bisnia Fidanchena. Esmeralda, llévala ya a su cuarto para que descanse.

—Sí, Lirastra —contestó la muchacha y caminó junto a la mujercita hacia su cuarto, cuando ya se vieron ahí Bisnia tomó su cepillo y se lo entregó a su dama.

—Felicidades por lo de hoy —dijo Esmeralda mientras comenzaba a deshacerle el peinado para cepillar su cabello.

—No tienes por qué felicitarme, era obvio que llegaría el día —contestó fríamente la niña.

—No para todos es una meta, pero para ti sí, por eso te felicitaba —continuó diciendo la joven.

—No necesito nada de eso, retírate, estoy cansada —dijo Bisnia groseramente al tiempo que le arrebataba el cepillo.

Esmeralda regresó a su habitación. Ser dama de compañía no era como lo esperaba, era más bien como ser una niñera y de una chiquilla bastante malcriada, cuatro años de estudio tirados a la basura, pero bueno, vivía bastante bien y le enviaba una buena cantidad de niros a su madre cada tanto. No podía quejarse, simplemente no podía.

Llegó el día del nombramiento de Bisnia, toda una ceremonia a la que llegaron muchas damas de categoría, como a la última reunión. Otra pomposa ceremonia no más que aburrida.

Esmeralda miró cómo bombardeaban a la adolescente con comentarios, críticas y consejos para convertirse en otra muñeca de porcelana. A la mitad de la ceremonia la Lirastra solicitó que Esmeralda fuera a maquillar, peinar y preparar a Bisnia como a una dama digna de Kánoa. En la habitación ya estaba un vestido ampón y fino, como el del resto de ellas.

Bisnia se veía muy bien con el maquillaje y el alto y elaborado peinado, pero había perdido esa naturalidad tan particular que tenía, lo cual lamentó Esmeralda en lo profundo.

Ahora Bisnia no tenía que tomar lecciones con la tutora, ya no era una niña, ahora para todos era la nueva Lirastra, así que esto le dio motivos para tratar aún peor a las personas. Lo único que le unía con Esmeralda ya era sus ansias por ir al baile del castillo de Nitris, el cual, no estaba tan lejos como creían.

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Where stories live. Discover now