68. El collar de Esmeralda

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El primer fin de semana llegó. Esmeralda partió, como siempre, al Shésimu para laborar el primero de lo que sería su último año en la cafetería.

El ambiente se sentía diferente, un aroma dulce se impregnaba de una manera muy especial. Todo se dio con normalidad, la chica limpió las mesas antes de abrir, Cindél y ella charlaron un poco, nada fuera de lo común.

Al comenzar a atender a los clientes nada se salió de su margen de normalidad, hasta que un extraño hombre con sombrero entró y tomó una de las mesas. No se alcanzaba a diferenciar su cara ni ninguna característica especial, parecía bastante misterioso. Cindél se acercó a la mesa, como de costumbre, y comenzó a atenderlo.

—Buenas tardes, mi nombre es...

—¿Esmeralda? —interrumpió el hombre con voz profunda.

—No, señor —contestó la muchacha extrañada—. Cindél, ese es mi nombre.

—Quiero hablar con Esmeralda —solicitó el hombre y la mesera se fue a la cocina.

—Esmeralda —llamó a su amiga que estaba en descanso—. Te busca un hombre en la mesa cuatro.

—¿Un hombre? —preguntó extrañada y ella encogió los hombros.

—Dijo que quería hablar contigo —relató Cindél y Esmeralda salió.

—Buenas tardes, señor, mi nombre es Esmeralda, me informan que me solicitaba —comenzó a decir amablemente la muchacha, el hombre la miró de reojo y le extendió una cajita.

—Jamás lo pierdas, nunca se lo muestres a nadie pero siempre mantenlo contigo. ¿Me entiendes? Siempre —expresó el hombre y acto seguido se fue.

La muchacha se quedó sorprendida, abrió poco a poco la cajita y admiró un precioso collar plata que tenía la forma del escudo de Imperia, algo común entre la joyería del reino, detrás, había un grabado: «S. M. C. E.». Poseía cristales muy finos alrededor, dos de ellos estaban rotos; el collar era largo, le llegaba al estómago. Recordó las palabras del extraño así que se lo colgó, pero lo ocultó tras de su uniforme.

—¿Qué te dijeron? —preguntó Cindél.

—Cuando llegué ya se había ido —mintió Esmeralda y su amiga sonrió y se fue.

La chica se quedó mirando el collar con curiosidad. Sentía algo raro al tenerlo, decidió no contarle nada a nadie, sería su secreto especial, algo que nadie más vería, ni siquiera sus amigas; así que regresó con toda cautela a la escuela y siguió las instrucciones del extraño, nadie lo vería, pero tampoco se separaría de él jamás.

Comenzó una semana muy pesada, tarea tras tarea, proyecto tras proyecto, todo exigía esfuerzo total, pues las chicas se estaban preparando al máximo para culminar con honores sus estudios en el Coralli. 

Terminaron mucho más que exhaustas aquella semana, Nereida decidió tomar un relajante baño antes de dormir, abrió la llave del agua y se sumergió en la tina, recargó su cabeza en la orilla, estaba tan confundida y nerviosa. Un bebé, no lo esperaba tan pronto, pero si así el destino tenía que ser, así sería. Relajó cada músculo de su cuerpo y cada pensamiento de su mente. Ese era el momento para pensar en todo lo que vendría después, el futuro que le esperaba con esa enorme noticia que definitivamente cambiaría toda su vida.

Esperó a que Esmeralda estuviera completamente dormida para salir de la tina, se secó y fue al vestidor para ponerse su ropa de dormir. Cuando terminó caminó hacia su escritorio para tomar lápiz y papel y escribirle una carta a su esposo explicándole la increíble noticia que acababa de recibir.

Querido Iniesto:

Mi amor, te extraño cada segundo, no sabes cuánto te necesito en estos instantes. Desde el momento en el que te fuiste sentí la necesidad de que volvieras.

Mi querido Iniesto, te tengo una noticia que me tiene impactada, pero feliz, espero que a ti te agrade tanto como a mí; también espero que llene tu corazón de esperanza y alegría como lo hizo conmigo, mi vida. ¡Tendremos un bebé! ¿Sorprendido? Yo me quedé, como te lo dije antes, impactada, pero ahora que he digerido la noticia, estoy muy contenta.

Seremos los mejores padres del mundo, ya lo verás, tendremos la oportunidad de corregir los errores que tuvieron los nuestros y hacer que este bebé crezca sin rencores o recuerdos oscuros, en cambio, con millones de recuerdos agradable y sensaciones fantásticas.

Lamento que la carta sea tan corta, pero no encuentro palabras para decirte lo emocionada que estoy ahora. La señorita Donur autorizó que me puedas contestar en cualquier momento y cuantas veces sea necesario. No me vayas a dejar sola en estos momentos, ¿de acuerdo? Te amo con toda mi alma.

Tuya para siempre, Nereida.

La muchacha guardó el escrito en su cajón dispuesta a entregarlo al siguiente día. Se quedó mirando el techo, estaba cansada, pero no podía dormir con tantas cosas en su cabeza.

Una gran parte de ella ahora estaba muy contenta por la noticia, sería mamá, algo incomparable, pero por otro lado estaba muy nerviosa. ¿Y si no sabía ser una madre? Se quedó dormida ante esa duda en su cabeza y aquella esperanza en su corazón. 

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Where stories live. Discover now