Imperia: Corazón de Esmeralda | Primer libro ✨

66. El último año

Llegaron más pronto de lo previsto al Coralli, era asombroso llegar a lo que desde hace unos años se había convertido en su segundo hogar. Entre la multitud, alcanzaron a ver a Nereida y a Shinzo, corrieron para poder alcanzar a saludarlas.

Era difícil pasar entre tantas personas pero lograron llegar junto a sus amigas, todas estaban muy emocionadas por verse de nuevo, ya eran como hermanas. Se acercaron a la señora Nerzo que se encontraba muy atareada con los alumnos de nuevo ingreso, la mujer revisó con cuidado las cartas y las dejó pasar; caminaron a los dormitorios de siempre, esos lugares que albergaban sus más divertidas reuniones o las más tristes, se despidieron para dejar las maletas en sus respectivas habitaciones.

Shinzo y Kimiosea terminaron rápidamente de desempacar pues tenían muchas ganas de salir a dar un paseo por los hermosos alrededores del Coralli. Nereida argumentó que estaba muy cansada por el viaje, así que Esmeralda se quedó acompañándola todo el día, de cualquier forma, ella también estaba un poco agotada y no tenía muchos ánimos de salir. La muchacha respiró el ambiente tan único de esa escuela, sonrió recordando todo y miró a su compañera con un poco de nostalgia, ya que sería su último año juntas.

—¿Qué tal te fue, Nereida? —preguntó la chica emocionada mientras se acomodaba en su cama para tener una tranquila conversación.

—¡Fue perfecto! Lo triste es que Iniesto, en cuanto llegó mi carruaje, tuvo que irse en Trinity hacia el castillo. Sólo le dan salida en ciertas fechas, así que pasará mucho antes de que lo vuelva a ver —dijo la muchacha mirando su sortija de matrimonio—. Lo bueno es que ya nadie puede evitar que estemos juntos para siempre, además de que le escribiré cada mes, aunque él solo pueda contestarme una vez.

—En eso tienes mucha razón... Oye, ¿quieres cerezas? —ofreció Esmeralda sacando un frasco de su maleta—. Traje cinco frascos para compartirlos con ustedes.

—No, gracias —respondió Nereida con cara de asco—. No se me antojan.

—Como quieras, y, ¿qué pasó con la madre de Iniesto? —preguntó su amiga tomando una cereza del frasco.

—Esa mujer le quitó absolutamente toda la herencia, pero él tenía razón, aseguró todo antes de casarnos: compró la casa, compró muebles nuevos, comida para el friz, ¡todo! —relató la chica recostándose en su cama—. ¿Y a ti como te fue?

—Bastante bien, mi madre y yo nos la pasamos fenomenal. Hace unos años que ya no la veía, como las vacaciones pasadas estuve contigo, ¡tuvimos tanto que contarnos!... Nereida te veo un poco pálida, ¿te sientes bien? —cuestionó Esmeralda preocupada.

—Estoy bien, siento que consumí demasiada energía, estuve estresada por la graduación de Iniesto, los exámenes, la boda... Todo fue un caos, por eso me he estado sintiendo mal.

—Sí tú lo dices, ¿aún conservas el cuaderno de Dulce? —preguntó su amiga.

—Lo tengo, pero lo dejé en mi casa, lo siento, Esmeralda... Se siente tan raro decir "mi casa", es increíble recibir las cartas a mi nombre y no al de Dulce —reconoció Nereida sonriendo.

—Me alegro mucho por ti —comentó Esmeralda tomando otra cereza y guardando el frasco.

—¿Eres muy unida a tu madre? —preguntó Nereida con un poco de nostalgia en su voz.

—Sí, totalmente, sin ella nada de esto hubiese sido posible —contestó notando como su amiga bajaba la mirada—. Estoy segura de que tu madre estaría tan orgullosa de todo lo que has logrado —dijo la chica provocando que Nereida sonriera, en ese momento llamaron a la puerta, Esmeralda abrió y eran sus dos amigas que venían muy alegres.

—No ha pasado ni una semana desde que llegamos y Naudur ya invitó a salir a Kimiosea —dijo Shinzo mientras entraba a la habitación.

—A este paso serás la segunda en casarte —expresó sonriente Esmeralda y la rubia se sonrojó.

—El ambiente está precioso, ¿seguras que no quieren venir a pasear? —preguntó Kimiosea sentándose junto a Nereida.

—Esmeralda, ve tú si quieres, no quiero mantenerte encerrada si no es lo que deseas. De todas maneras, quiero dormir un poco, estoy muy cansada —comentó Nereida sinceramente.

—De acuerdo, regresaré en unos instantes —aceptó la rizada muchacha. No tenía muchas ganas de salir, pero quería despejarse un poco y dejarse envolver en los paisajes tan maravillosos de la escuela.

Pasaron toda la tarde paseando por los alrededores. Las chicas tenían razón, el ambiente estaba delicioso. Los árboles se movían con ese viento de verano que las reavivaba, el pasto se sentía tan fresco y la brisa era indescriptible, todo era un conjunto excelente de perfección, si te pasearas por ahí nunca querrías regresar; por desgracia no podían gastar toda su vida ahí, así que tuvieron que volver.

Regresaron muy tarde a los dormitorios, cuando Esmeralda llegó al suyo, Nereida ya estaba profundamente dormida. La muchacha procuró no hacer mucho ruido, se colocó su ropa de dormir y después se dirigió a su mesita de noche en donde tenía guardado el libro «Datka no encuentra a Datka», después de todo, hace mucho tiempo que no lo leía y recordaba que era un libro que valía la pena.

Entre página y página se fue perdiendo más y más, leerlo la hacía cuestionarse acerca de muchas cosas. A veces nosotros mismos no sabemos ni quiénes somos, la lucha interna entre un lado de nosotros y el otro es constante. Esmeralda no había sentido eso aún, ella creía que continuaba siendo la humilde muchacha que salió de Alúan para cumplir un sueño, así que no tenía ninguna lucha parecida a la de Datka; cuando regresó a la realidad ya era casi media noche. El primer día de clases comenzaría pronto, así que de un saltó regresó el libro a su lugar y se acurrucó en su cama para esperar el inicio de su último año en el Coralli.

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-Sweethazelnut.