41. Nadie lo esperaba

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Comenzaron a pasar los meses, avanzó el otoño y llegó el invierno. Ese día nevó levemente. Después de lo de la reina Mickó nadie esperaba lo que acababa de suceder un par de horas atrás. La señora Nerzo caminó a toda velocidad hacia la oficina de la directora, cuando se le permitió la entrada sólo tuvo que mirar a la mujer para que ella supiera qué estaba pasando.

Los reunieron, de nuevo, en el patio. Todos temían que lo peor estuviera sucediendo, pero no estaban seguros todavía. La señora Nerzo y la directora Donur llegaron, una vez más, a anunciar lo que había pasado.

—La vida se va en un suspiro, ya lo dije antes... Lamento, profundamente, informarles que el rey Sáfano acaba de fallecer en un accidente en su carruaje. Al parecer cayó a un barranco, nadie sobrevivió. El trágico suceso da paso a dos procedimientos, el primero, el debido entierro del Rey, pero el segundo todos lo consideramos inadecuado, incluso Ciro, pero la corte insiste en que se realice lo más pronto posible: el coronamiento. Argumentan que Imperia no puede quedarse un segundo sin rey, los enemigos aprovecharían de inmediato —explicó la señorita Donur con mirada triste—. Acordé entonces con el príncipe que el entierro fuese privado y la ceremonia de coronación, por respeto, será en nuestra escuela. No muy ostentosa, pero, como es costumbre, se debe hacer, pues el pueblo tiene que saber quién será su nuevo rey; la corte aceptó aunque disconformes con la ubicación, así que espero que cumplan con los deberes que les designaré... ¡Estudiantes del Ejército Rojo!

—¡Sí, mi señora! —contestaron al unísono todos los muchachos colocando su rodilla en el suelo.

—Verán al verdadero Ejército Rojo, vendrán y serán parte de la ceremonia. Espero especial respeto hacia ellos, quiero que controlen el orden e impongan seguridad dentro de la escuela —dijo la mujer y los jóvenes se levantaron juntos haciendo una reverencia—. ¡Mis bellas damas de compañía!

—A su servicio, directora —contestaron haciendo una ligera reverencia.

—También conocerán a las mujeres de la nobleza que, a pesar de que ya tienen a sus propias damas, ustedes deberán atender con amabilidad. Algunas deberán ayudar al príncipe, aquellas serán nuestras compañeras de cuarto grado —dijo la directora firme y las muchachas volvieron a reverenciar—. ¡Uvruam!

—Un honor servirle, directora —dijeron los alumnos que llevaban un uniforme parecido al de Kuri y Wolt, sólo que totalmente blanco y con el escudo del Coralli bordado en dorado.

—Preparen aperitivos sencillos, recuerden que no debe ser algo grande porque estamos de luto por el Rey, pero tampoco algo muy pequeño, hay gente que viene desde regiones alejadas y sólo probaran lo que ustedes preparen para ellos —exigió la mujer y los alumnos hicieron, igualmente, una pequeña reverencia—. ¡Mis perfectas Avaié!

—Lo que usted solicite, directora Donur —dijeron las alumnas con un tono delicado.

—Quiero que sean las damas que le brinden la corona al Sífniga real de Nitris que, en este caso, tendrá el honor de coronar al príncipe, dada la ausencia del antecesor directo a la corona. Algunas de ustedes brindarán también los siete regalos que se otorgan a un rey cuando se le corona —indicó la mujer y las muchachas reverenciaron—. ¡Encineles!

—Lo que ordene, señorita —respondieron los alumnos cabizbajos.

—Serán los encargados de escribir las palabras de condolencia a nombre de toda la escuela. Ustedes tienen una capacidad increíble para trabajar en equipo, por lo tanto, se reunirán de inmediato para preparar el discurso que debe ser breve pero muy especial —solicitó la directora y los Encineles aceptaron el encargo de la misma manera que el resto de los alumnos—. Y por último... ¡Brillantes Sífniga!

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Where stories live. Discover now