2. El Coralli

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Las arenas van y vienen, recorriendo el suelo como gráciles bailarinas y envolviendo los puestos y a las personas del gran mercado de Alúan. A lo lejos se alcanzaba a observar una mujer con una niña tomada del brazo, ambas con una túnica gris que las protegía de la arena. Caminaban hacia un puesto de fruta que se encontraba al principio del mercado cuando notaron que un niño se aproximaba rápidamente.

—¡Señora Daar!, ¡Esmeralda! —gritó el niño desde lejos.

—Hola, Ezra —contestó Mim al infante acariciando su negro cabello rizado.

Ezra tenía los ojos grises y la tez blanca, él era hijo de nobles que fueron expulsados del castillo de Imperia y orillados a transportarse a Alúan para caer en lo mismo que todos los habitantes de aquella región: en la pobreza.

—¿Mamá puedo ir con él a jugar?

—Está bien, pero no pasen del final del mercado, ahí nos veremos, no se demoren mucho. —La mujer le dio un beso a Esmeralda y le dedicó una sonrisa al pequeño.

Los niños corrieron por el camino mirando juguetes y chucherías. El mercado era extenso pero con un peculiar toque hogareño, los puestos yacían sobre la desordenada arena, algunos solamente eran sábanas acomodadas en el suelo, otros eran un poco más elevados cubiertos por telas que protegían los productos del sol. Había artículos para todos y cada uno de los gustos y edades, así que los niños dedicaron un buen rato a observar los distintos puestos hasta que llegaron a uno que llamó la atención de la niña.

—¡Ezra, mira esos dulces! —gritó Esmeralda saboreando en su mente unos enormes dulces rojos bañados con miel y espolvoreados con azúcar—. ¡Compremos unos cuantos!

—Lo siento, Esmeralda, pero sólo tengo dos niros y los dulces cuestan cinco —contestó el niño con un aire de tristeza, contemplando los dos únicos niros que poseía.

—Cuando sea grande viviré en el castillo y no nos faltará nada, ¡comeremos millones de dulces! —dijo Esmeralda con un aire de ilusión que iluminó su rostro.

—Esmeralda, para estar en el castillo necesitarías ser una princesa o estudiar en el Coralli —dijo Ezra.

—¿Qué es el Coralli?

—Es la escuela de los nobles y los ricos. Dividen a los estudiantes dependiendo de la profesión que elijas —explicó Ezra. Esmeralda tenía ocho años, mientras que el niño tenía diez, pero en esos dos años Ezra había aprendido muchas cosas que ahora enseñaba a su pequeña amiga.

—¡Cuando sea mayor iré al Coralli! —dijo la niña dando un pequeño salto.

—Es una escuela muy cara, Esmeralda.

—¡Trabajaré! ¡Ya verás, Ezra! Yo estudiaré en un Coralli y conoceré el castillo de Imperia, ¿te lo imaginas? —La niña desbordaba emoción, así que su amigo sólo sonreía. —¡Cuando esté ahí, enviaré por ti y comeremos pasteles de cereza en el Gran Balcón! —Ezra soltó una pequeña risa, a pesar de lo absurdo que sonaba, él era una buena persona y le surgió del corazón el deseo de ayudar a que Esmeralda cumpliera aquella fantasía.

—De acuerdo, Esmeralda, ¡yo te ayudaré! —dijo Ezra abrazando a su amiga.

—¡Ya es tarde! —gritó la niña.

—¡Vamos! —Él le sonrió y ambos comenzaron a correr.

Al final del mercado estaba Mim esperando a Esmeralda y a Ezra. Los niños llegaron corriendo y bromeando, cuando se encontraron con la mujer ésta se despidió del niño y se quedó con su hija, ambas caminaron al centro de Alúan. Las once regiones de Imperia estaban conectadas por medios de transporte que se ubicaban en el centro del lugar en cuestión.

Alúan era una región muy pobre, su transporte era llamado «litón», estos eran enormes carretas que alcanzaban a llevar entre diez o doce personas por viaje, iban jaladas por criaturas parecidas a los toros y llegaban a las regiones más cercanas, en este caso, a Lizonia.

Mim y Esmeralda recorrieron un largo camino por las veredas de Alúan, cuando llegaron a Lizonia, caminaron a su hermosa casa junto al riachuelo.

—¿Qué pasa Esmeralda? Te noté distinta desde que llegamos —preguntó Mim que cocinaba una rica sopa para su hija y para ella.

Esmeralda miraba cómo el humo de la sopa ascendía y dejaba que éste la inundara mientras se recargaba en la mesa.

—No, bueno... Ezra me habló de... el Coralli —dijo Esmeralda un poco desganada.

—¿El Coralli? ¿Y qué hay con él, cariño? —preguntó Mim probando la sopa.

—Mamá ¿Dónde estudiaste tú?

—¿Yo? —Mim interrumpió un momento la preparación del alimento y giró hacia su hija—. Querida, tus abuelos no tenían mucho dinero, mi gran sueño era asistir al Coralli, pero a pesar de mis esfuerzos, cuando tu abuela enfermó yo no podía salir de Lizonia, el dinero que había ahorrado lo gasté en cosas que se presentaron.

—¿Cosas como yo? —le preguntó la pequeña niña mirándola con ternura.

—Esmeralda ¡tú no eres una cosa! Cuando llegaste a mi vida yo estaba sola, tu abuelo y tu padre fallecieron meses antes de que te encontrara, fuiste un bellísimo milagro, además, en ese entonces me sobraba una pequeña porción del dinero ahorrado. —Mim revisó de nuevo la sopa y agregó más especias a ésta—. Es muy difícil que alguien de Lizonia llegue a estudiar en un Coralli.

—Mamá... ¡Quiero estudiar ahí! —gritó Esmeralda levantándose con un salto de su silla. Mim se quedó un momento contemplándola, sus rizos negros ya eran más largos y voluminosos, ya no era la pequeña bebé que encontró en su puerta.

—Esmeralda, ¿de verdad quieres ir? —preguntó la madre dejando la sopa a un lado y tomando las manos de la niña entre las suyas.

—Sí, mamá, con todo el corazón.

—Lo harás, mi vida.

—¡Gracias mamá! —Esmeralda abrazó a su madre tan fuerte como pudo.

—Trabajaremos juntas para lograrlo.

En Imperia las escuelas eran escasas, por lo tanto la educación no era un privilegio muy fácil de obtener. Mim imaginaba a Esmeralda trabajando en la cocina, como hilandera, como vendedora, o en cualquier otro oficio típico de una mujer de Alúan, pero nunca contempló el hecho de que ésta fuera al Coralli.

Una idea que le surgió de la noche a la mañana se convirtió en la preocupación de todos los días. ¿Cómo decirle a su preciosa hija que no era tan fácil? No podía. Por eso pedía todos los días porque su hija, a los dieciocho años, fuera en camino al Coralli en la región de Cristaló, casi al otro lado de Imperia.

 Por eso pedía todos los días porque su hija, a los dieciocho años, fuera en camino al Coralli en la región de Cristaló, casi al otro lado de Imperia

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Where stories live. Discover now