91. La batalla

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Comenzaron a pasar los días, días llenos de entrenamientos exhaustivo, largas lecciones, afinamiento de habilidades (principalmente la telepatía con Esmeralda), para que concluyeran en una expresión perfecta del arte bélico.

Aquel día era inundado por una densa niebla. El frío era el protagonista del día de la boda entre el rey de Imperia, Ciro, y la reina de Yosai, Tsukii. Nadie sospechaba que en aquella ocasión también se llevaría a cabo otro evento, uno que cambiaría el rumbo de ambos reinos, pues Esmeralda, Celta y Ezra estaban preparándose para reclamar lo que era suyo: la justicia, la libertad y la corona.

Esmeralda se encontraba en su habitación, era muy temprano y, a pesar de que los preparativos de boda estaban siendo llevados a cabo desde esos momentos, no todos se había incorporado a las agitadas actividades que se tenían planeadas.

La muchacha se miraba en el espejo, ya había cambiado, ahora su espíritu era mucho más grande. Se colocó su piedra del destino, el collar de su madre, la diadema de la profesora O'Kris que hace mucho tiempo que no usaba y, por último, se puso la pulsera con el dije de esmeralda que le regaló aquel joyero. Arreglaba su cabello cuando escuchó cómo alguien se acercaba por el pasillo, la chica bajó su peine y se colocó junto a la entrada, de pronto llamaron a la puerta con una curiosa melodía que la chica ubicó como «el código» que habían inventado para reconocerse.

—Esmeralda —saludó Celta entrando a la habitación con Ezra detrás.

—Tardaron un poco —dijo ella cerrando la puerta.

—En cuanto salga de aquí iré a Farblán y a Alúan, mi caballo puede recorrer el triple de distancia que los regulares, así que no tardaré mucho en regresar. Quiero que estén atentos porque regresaré con el pueblo, así que cuando los miren avanzar, sabrán que la batalla ha comenzado —advirtió Celta—. Esmeralda, ¿tienes caballo?

—Tengo a Situani, ha estado en los establos —respondió la muchacha.

—Préstaselo a Ezra —ordenó la chica—. Necesitamos cubrir más terreno... Hasta que yo regrese actúen normal. ¿Entendido?

Los amigos asintieron y la valiente guerrera emprendió su pequeña odisea. Atravesó los verdes bosques que cubrían lar regiones de Imperia, viajaba a toda velocidad, pues de ella dependería qué tan bien saldría su estrategia. La boda se llevaría a cabo en la tarde, un viaje allá era muy tardado, pero en una situación como esa el viaje no podía pasar de unas horas, dichas que eran esenciales para preparar psicológicamente a un ejército no entrenado.

Al fin se vio en Farblán, se instaló en la plaza y produjo un silbido que llamó la atención de todos.

—¡Pueblo de Farblán! —comenzó a decir ella.

—¡No queremos escucharlos! ¡Mentirosos! —gritaron los habitantes con furia, recordando la promesa de Esmeralda.

—¿No están hartos de tener hambre? —preguntó bulliciosamente la chica, causando que todos se agruparan alrededor de ella—. ¿No están hartos de tener frío?

—¡No hay nada que hacer! —expresó uno de ellos.

—¡Claro que lo hay! ¡Vayan y luchen! —respondió Celta causando revuelo entre los presentes—. ¡Pueblo de Farblán! ¡No dejen que los manipulen a su antojo, no dejen que ellos coman con cubiertos de oro, mientras que ustedes no tienen qué comer! ¡Yo los apoyo! ¡Vamos al castillo a sacar a ese intento de rey de ahí!

—¡Sí! —gritó solamente uno de ellos haciendo que todos voltearan a verlo, el hombre se sonrojó y miró a otro lado. La gente se quedó de pie sin hacer ni un solo ruido, mirándose como esperando a que algo más pasara.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang